Confesiones de un Alcohólico
“El alcohol, antesala de la locura”
Por Catalina Guadarrama
En esta ocasión comparte sus experiencias en el mundo del alcohol Gerardo “N”, de la Ciudad de México. Inicia la charla pensativo, recordando su primera experiencia, “Trataba de integrarme a un grupo de amigos que vivían en la misma colonia; me invitaron a beber, esa fue mi primera experiencia a los 14 años, más que gustarme me perdió desde esa primera vez; hubo una transformación en mi: logré integrarme al grupo, pude comunicarme con ellos, bebí hasta perderme, tuve una fuerte resaca y desde entonces no pude olvidar el alcohol, se convirtió en una obsesión mental”.
Se enganchó desde la primera vez, así lo manifiesta Gerardo, “Muy pronto estaba consiguiendo por todos los medios, alcohol del que fuera: cerveza, brandy, tequila, vodka, etcétera. Fue como subirse a un tobogán y de bajada ya no puedes frenar”.
Por su manera de beber ya no continuó con los estudios, “Apenas estaba en segundo de secundaria, hasta ese grado llegué, porque a los catorce años ya era un alcohólico y dejé los estudios porque me expulsaron de la escuela”.
Sus padres lo apoyan para afrontar el problema, “Cuando mis padres se percatan de mi problema con el alcohol, me llevan a un centro de salud y el psicólogo me remite a un Hospital para menores en Tlalpan; ahí me trataron de ayudar, pero yo no tenía la disposición, ni la voluntad de dejar de beber, cuando salía de las terapias sólo pensaba en volver a sentir los efectos del alcohol para estar bien, era un niño alcohólico”.
Siempre buscó personas que bebían, Gerardo prosigue la charla, “Para llegar más fácilmente al alcohol, tenía muchos amigos que también les gustaba el trago y lo hacíamos en la calle, en reuniones, pero frecuentemente nos corrían de las fiestas, era la calle-bar para ponernos bien briagos no había vergüenza de nada”.
Muy pronto llegaron las promesas religiosas, así lo explica el entrevistado, “En el fondo sabía que algo estaba mal conmigo y a los 17 años comencé con las promesas a la iglesia o juramentos de abstinencia; hice muchas y cada que llegaba el término de la dichosa promesa, mis amigos ya me estaban esperando para festejar que había logrado dejar de tomar por un tiempo y volvía a las andadas, cada vez necesitaba más y más alcohol para sentirme bien”.
Gerardo evade comentar alguna experiencia en específico y se limita a continuar con la conversación, “En mi juventud estuve muchas veces ingresado en centros de rehabilitación y lo tomaba como descanso, para salir luego de tres meses de desintoxicación; mis compañeros de andanzas aguardaban por mi para celebrar hasta perderme de nuevo”.
Conseguir dinero, un tema constante, Gerardo afirma, “la verdad no me gusta mucho trabajar, pero lo hago para cubrir mis necesidades, tuve la facilidad de ser comerciante y del negocio sacaba para seguir tomando a mis anchas, no faltaba. Yo trabajaba para tomar, era mi gasto más importante”.
Gerardo afirma no buscaba pareja sentimental, explica, “Durante esa etapa perdí la esencia de lo que era una mujer; tenía alguna amiga, pero no quería un compromiso, no quería una relación seria por defender mi alcoholismo, no deseaba una responsabilidad más que con la bebida, mi vida se limitaba a tener dinero para seguir embriagándome eso era todo para mí”.
Toca fondo, “Un día mis padres me internaron en un centro de rehabilitación, porque comencé con delirios, escuchaba voces, tenía visiones, gritos, persecuciones y todas las consecuencias del delirium tremens, para mí el alcoholismo fue la antesala de la locura”.
Una pequeña luz en la oscuridad, Gerardo comenta, “Pasé mucho tiempo recluido y ahí conocí de AA y su método; hay un paso que dice, que quienes han llegado al grado de la locura y la muerte, estarán dispuestos a llevar el programa de AA, ahí es donde “me cae el veinte” y digo quiero aprender. Porque yo buscaba una cura o alguien que me dijera que podía tomar unas dos cervezas y no pasa nada, como la gente que sí lo puede hacer…” Detiene la charla el entrevistado, pensativo prosigue, “En mi caso no hay esa oportunidad; al reconocer esta realidad, me sentí derrotado, me entregué al programa y al poder superior que es más fuerte que yo, porque nunca fui fuerte para vencer esta enfermedad que es el alcoholismo”.
Reconoce sus recaídas, “Ya en AA estuve en abstinencia durante ocho años, todavía tenía la esperanza de que llegaría alguien con el remedio y me dijera que con esto podía tomarme dos cubas o una cerveza sin alcohol y como nunca llegó, volví a beber a pesar de conocer AA. Para regresar al grupo de nuevo puse toda mi voluntad, porque no quería sentir la locura de los delirios. Ahora llevo ocho años de abstinencia, más convencido de que AA me brinda una oportunidad para integrarme a la sociedad y puedo divertirme en reuniones si probar alcohol. Estoy plenamente cierto de que lo mejor es estar lejos del alcohol”.
Pasando el mensaje, “Quienes tienen problemas con su manera de beber, pueden acercarse a pedir información, se enteren que en AA es un programa que ha beneficiado a muchos, pues abre una puerta y una esperanza para continuar con su vida”.
Alcohólicos Anónimos, Sección México,
ofrece una Alternativa de Solución para
quien sufre la enfermedad del alcoholismo.
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