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EL ALCOHOL ME AYUDÓ A SOCIALIZAR, POR ESO LO BUSCABA

Confesiones de un alcohólico

EL ALCOHOL ME AYUDÓ A SOCIALIZAR, POR ESO LO BUSCABA

/Por Esteban Durán Acosta/

Primer contacto con el alcohol y efectos

Para Andrés, del bello estado de Morelos, su acercamiento con el alcohol, como en la mayoría de los casos, fue en las fiestas familiares y lo hizo por curiosidad.
“Siempre sobraba alcohol en las mesas, una vez se me ocurrió probar la cerveza, obviamente en ese momento no me gustó, el sabor me supo horrible, en ese entonces yo tendría como 8 o 10 años”, nos cuenta de manera amable y agrega: “En uno de niño siempre existe esa curiosidad no? pues yo quería saber a qué sabía lo que tomaban”.
Nos comenta que ya en su juventud empezó la ingesta de alcohol más seguido: “No era que me gustara mucho el sabor, sino cómo me sentía después de tomarme dos o tres cervezas, como que te aligeraba y más que nada en ese momento yo tomaba por aceptación, por sentirme aceptado en un determinado grupo social, porque yo jugaba fútbol y era muy bueno, a temprana edad había puras personas mayores”.

Ya entrado en confianza, Andrés no siguió relatando: “siempre que terminaba un partido de fútbol, pues como era el más chavo me abría, me apartaba, luego veía cómo se quedaban a tomar cerveza y para integrarme, ahí pues tuve que probar el alcohol, que al principio no me gustaba, pero ya después me gustó el efecto que daba, después de varias cervezas, era como una anestesia, daba esa confianza, que en un estado sin beber, no la tienes, no te integras, esto sería como a los 16 o 17 años”.

¿Qué le decían sus padres al ver su manera de beber?

Ante la pregunta de la reacción de sus papás al darse cuenta que ya tomaba, expresó que al principio lo hacía a escondidas: “llegaba de jugar y en vez de ponerme a comer o convivir con ellos, me metía a mi cuarto y me dormía, creía que no se daban cuenta, pero obviamente los padres lo notan cuando empiezas a cambiar tu manera de actuar, tu manera de pensar, sin pensar en las consecuencias del alcoholismo.

“Y pues sí me regañaban, me decían que no estaba bien, pero como la mayoría de los jóvenes somos rebeldes y más cuando estás resentidos con tus padres, aunque te digan, más lo haces por llevarles la contraria, aunque sepas que estás mal lo haces para hacerlos enojar ¿no?, obviamente trataban de evitarlo y yo lo hacía más por rebeldía”.
Andrés nos explica que siempre fue una persona tímida, pero cuando empezaba a beber socializaba con más facilidad: “Podía hablarle a las mujeres sin ningún problema, lo que no podía hacer estando sobrio, me daba valor, me daba confianza en mí mismo, por eso me gustaba al principio esa forma de beber, porque me sentía una persona diferente”.

Consecuencias en la escuela o trabajo

“Lamentablemente, -nos dice- hubo consecuencias en la escuela, yo era de los chavos aplicados, en la primaria me gradué con 10 de promedio; en la secundaria tuve 9.8 de promedio total, pero ya en la preparatoria, con trabajos salí con un 8.5 y hubo veces que tenía que pasar una materia con seis o con siete”.

Sigue con su relato y agregó que su ingesta de alcohol le llevó a una baja académica bastante fuerte, pues faltaba a las clases por haber bebido un día antes y por la resaca que traía en el momento; otras veces no asistía a la escuela por andar tomando y con mucho pesar nos señala: “perderme el examen me trajo bajo rendimiento académico y muchos problemas con mis padres, porque obviamente me reclamaban que después de haber sido un alumno excelente, había bajado tanto y todo era consecuencia de la rebeldía que vivía y el contacto con el alcohol”.
Tras esos “tropiezos”, nos platica que ingresó al tecnológico superior para estudiar ingeniería industrial, afortunadamente trabajaba y estudiaba, trabajó en una empresa automotriz donde ganaba muy bien en Cuernavaca, combinaba las dos cosas, desgraciadamente el alcohol lo tenía al alcance, nos platicaba que a veces llegaba tomado o con resaca al trabajo.

Y como dice el dicho: “el que sirve a dos amos, con uno queda mal”, nos contó que ya no pudo estudiar y trabajar, al mismo tiempo: “No pude mantener las dos cosas estudiando y trabajando al mismo tiempo, después se me complicó porque tenía novia y en una de esas salió embarazada y me tuve que casar, tuve que dejar la escuela y dedicarme al trabajo, casarme e intentar tener una familia”.
“Me quedé en el sexto semestre de Ingeniería Industrial y eso a la postre me frustró, porque no pude terminar una carrera a consecuencia de mis tonterías, de no haber tomado buenas decisiones, el alcohol influyó en esa parte” lamentó.

¿Cómo llegó a AA?

Sobre el tema de cómo llegó al Grupo de Alcohólicos Anónimos, Andrés expresó que ya habían pasado el mensaje en casa, pero no les hizo caso “pues el primer síntoma del alcohólico es la negación, yo siempre creí que AA era un lugar para las personas que se quedaban tiradas en la banqueta, en la calle y por ende mi mentalidad no era nunca entrar 

en un lugar de esos”.
Continúa con su relato: Me sentía joven, fuerte, simplemente tenía algunos problemitas, pero creía que los podía resolver, entonces cuando me preguntaban o me decía mi familia, ve a un grupo yo les decía que no, que ellos eran los que tenían el problema no yo, podía tener el problema mi vecino, mi primo, mi hermano, todos tenían problemas, menos yo, la negación era total.

Finalmente, reconoció que llegó indirectamente, después de mucho tiempo de beber, más de 20 años, queriendo y tratando de dejar de beber, haciendo promesas a la familia, haciendo promesas religiosas, para no tomar en un año y nos dice: “había temporadas en que se solucionaban los problemas, pero siempre simplemente era ir llenando el costal, porque cuando un alcohólico bebe daña a su alrededor lo que dice más querer, yo dañé a la familia psicológicamente, físicamente, económicamente, uno va dejando eso, va dejando estragos en el pasado, tuvo que llegar un momento diferente”.

Ya entrados en el tema, comentó que su llegada a alcohólicos anónimos fue indirecta, pues pensaba que la ayuda la necesitaba su hijo y no él; nos confesó que sus hijos ya tenían problemas de alcoholismo: “también eran alcohólicos porque obviamente qué les puedes enseñar a tus hijos, cuando vives de una manera desordenada, cuando vives tomando malas decisiones, haciendo mal las cosas, tus hijos han aprendiendo, creando un resentimiento contra ti”.

“La verdad, en aquel tiempo a causa de mis borracheras tuve un problema fuerte, en un bar nos golpearon a un compañero y a mí que íbamos del trabajo; todavía afuera nos esperó la policía y nos dio una golpiza, nos quitaron todo, en ese momento decidí dejar de beber, pero por un tiempo, pues siempre le había hecho así, nada más que pasen los problemas, nada más que se solucione esto o aquel y vuelvo a beber.

En una ocasión llegó mi hijo a la casa tomado, el más pequeño, tomado y drogado, en ese tiempo aún vivía con mi ex pareja; quiso golpear a su mamá y a mí, le hablamos a la policía y se lo llevaron detenido”.

Nuestro entrevistado recordó que al día siguiente en los separos de policía le pasaron el mensaje: “nos habló la psicóloga del centro de seguridad pública y me dijo que mi hijo tenía un problema de alcoholismo y drogadicción, que tenía dos alternativas para ayudarle, una era anexarlo y otro era llevarlo a un grupo de autoayuda”.

“Obviamente, cuando le pregunté a mi hijo qué opción quería, me dijo que el grupo, porque sabía que en los anexos los trataban mal: los rapan, les pegan, les dan de comer mal, los castigan, los encierran, mínimo tres meses, entre otras calamidades, por lo que decidimos que lo llevaría a un grupo de autoayuda”.

“Ya en ese tiempo tenía muchos problemas en casa con mi pareja y aunque en apariencia llevábamos una relación de mucho tiempo, estábamos distanciados, cada quien hacía su vida, aparte era una guerra diaria, había muchos problemas internos también; había perdido un buen trabajo, tenía dos automóviles, pero los vendí porque ya no los pude mantener, llegó un momento en ya no me quedaba nada”.

“Lo anterior me llevó a esta situación a decir, pues ni modo, si ya no puedo hacer nada por mí lo voy a hacer por mi hijo, por mi familia, lo que queda de mi familia.
Entonces decidí llevarlo al grupo, pensando que él era el que estaba mal, era él el que necesitaba la ayuda (mi hijo), porque tomaba y se drogaba”.

“Y fue así que después de sacar a mi hijo de los separos, lo llevé ya en la noche al grupo de AA. Pensé que iba a ser como en la escuelita, vas y dejas a tu hijo, lo metes y vienes por él a las 2 horas, pero no, me dijeron que no, que si yo llevaba a mi hijo ahí, también me tenía que quedar, a mí me parecía increíble que yo tuviera problemas con mi forma de beber y por lo que yo estaba pasando, por las pérdidas que tenía yo decía que no”.

“Me seguí resistiendo, me dijeron: si no te quedas, tu hijo no lo reciben y tuve que quedarme; mi hijo sentado adelante con muchos chavos, también con problemas de alcoholismo y drogadicción, escuchando las pláticas y yo sentado hasta atrás no queriendo escuchar”.
“Resulta que en ese tiempo, diario había personas que regalaban su experiencia, y escuchar en boca de otros tu verdad, porque el alcoholismo lo que te hace es hacerte cobarde, hacerte miedoso, no decir lo que deveras sientes, ir acumulando mucho resentimiento y odio, vergüenza, dolor, cosas grandes que no te hacen sentir bien y escuchar todo eso en unas juntas; fueron 30 juntas, me dijeron que nada más era un mes, pero diario, que no podía faltar, ahí me di cuenta que el que tenía el problema era yo”.

Muy emocionado Andrés, ya casi al término de la entrevista, nos dijo que escuchar a compañeros su experiencia, de ver cómo tenían valor para decir las cosas que sentían, fue como se pudo identificar que tenía un problema con el alcoholismo.

“Total que pasaron las 30 juntas, los 30 días y me dijeron, pues ya está el trato que hicimos contigo y con tu hijo, ¿ahora dinos qué va a pasar, te quedas o te vas?, le pregunté a mi hijo ¿te quedas o te vas?, ¿necesitas la ayuda todavía? él me dijo convencido que no, que él estaba bien, que ya había entendido y comprendido, que ya no iba a drogarse, ni a tomar y ya no volvió”.

“Fue así que decidí quedarme, porque entendí que yo tenía ese problema y mis hijos eran consecuencia de ello, de que para poder solucionar parte del problema, era que también yo aceptara que tenía un problema de alcoholismo, aceptar que no podía solo, aceptar que necesitaba la ayuda y nunca pensé necesitar el apoyo de nadie, mi ego me decía que podía solo siempre y ya cuando me declaro alcohólico, en ese momento fue como liberarte de una tensión y una carga bastante pesada, bastante difícil de soportar en soledad no, ya cuando estás en el grupo empiezas a hablar de tus problemas con los demás y ves que hay solución a todos los males, empiezas a entender cómo funciona el programa y al día de hoy no hay forma diferente de llegar”.

“Esta enfermedad es muy complicada de entender, es una enfermedad física, psíquica y social; física porque el abuso del alcohol nos provoca enfermedades, cirrosis, puede traer males hepáticos; psíquicos porque afectan las emociones, cuando no bebes puedes ser una persona tranquila y aislada, pero cuando bebes te transformas, hay un cambio de personalidad, de trastorno personal y social.

No nada más afectas a la familia, hay afectaciones en el trabajo, en la sociedad, con los vecinos, entonces esta enfermedad es muy difícil de comprender, es incurable porque no hay una cura hasta el momento, si yo decido volver a tomar voy a volver a tener problemas, yo no estoy curado del alcoholismo, mi alcoholismo ahí está, simplemente que lo he detenido y entrando a este programa ando sin beber, pero el día que sienta que puedo volver a beber voy a volver a caer en el mismo lugar donde me quedé, es una forma diferente de llegar a alcohólicos anónimos, tuvo que haber un fondo de dolor y sufrimiento, pero entendí que necesito la ayuda, es lo que me mantiene hoy aquí, recordar ese pasado que no quiero volver a vivir”.

¿Cómo le cambió la vida AA?

“Es difícil porque primero hay que admitir que necesitas ayuda, admitir que tú no puedes solo, admitir que necesitas ir al grupo constantemente o diario, porque tú estás muy enfermo y al enfermo hay que darle la medicina a diario, ese es el primer paso. Pero aceptarlo es algo más complicado, porque conlleva a dejar lo que hacías antes, yo cuando llegue a alcohólicos anónimos, decía no pues la vida va a ser muy aburrida sin beber, a mí la bebida me daba alegría, no podía socializar con la gente si no estaba bebiendo, si no estaba ebrio, no sentía la confianza; voy a estar en alcohólicos anónimos y no voy a volver a beber, como que esto va a ser aburrido no, como que esto no va a tener caso vivir, pero a través del tiempo te vas dando cuenta que lo puedes dejar para poder empezar a vivir de una forma diferente, tuve que dejar el fútbol, jugaba dos o tres veces por semana, era meterme a jugar el sábado toda la tarde y el domingo todo el día estar en el campo, jugar una vez, pero estar tomando todo el día, perder el tiempo todo el día por estar alcoholizándome y después querer cambiar esa manera de vivir”.

“Actualmente ya no juego fútbol, que era lo que me gustaba, ya no visito los lugares que visitaba antes donde se consumía alcohol, he tenido que cambiar mi estilo de vida, todas las tardes tengo que ir al grupo, tengo que hacer servicio, tengo que integrarme con los de mi comunidad y a la vez ayudar a los demás a cambiar un estilo de vida”.
“Al principio cuesta trabajo, pero ya después se va agarrando la alegría de vivir sin tomar alcohol, cómo puede ser posible no”.

“Nosotros en alcohólicos anónimos dicen que nada más tenemos un objetivo, que es pasar el mensaje, ayudar a las personas que siguen sufriendo del alcoholismo, porque hay bastante gente que necesita la ayuda, pero no todos la quieren; el día de hoy a mí lo que me mantiene fuerte en alcohólicos anónimos es el servicio, estoy pasando el mensaje en alcohólicos anónimos, en la iglesia, en los centros de salud, fui aprendiendo cómo se pasa el mensaje, cómo se da la información para poder ayudar a personas que tienen el problema”.

“Fui coordinador de información pública en el distrito, fui miembro del comité y el día de hoy soy coordinador de información pública en el área Morelos y me mantengo ocupado, por cierto aparte de trabajar e ir al grupo también tengo servicio, vamos a los hospitales del ISSSTE, aquí en Morelos, damos trípticos, revistas, ayudamos a la gente que tiene problemas con su manera de beber, a lo mejor no he recuperado lo que tenía, pero algo es algo”, termina de relatarnos con gran satisfacción Andrés, que ve la vida ya de manera diferente.

Alcohólicos Anónimos, Sección México,

ofrece una Alternativa de Solución para

 quien sufre la enfermedad del alcoholismo.

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Teléfonos: 55 5705 5802 / 800 561 3368

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