CONFESIONES DE UN ALCOHÓLICO
LA BORRACHERA, TE LLEVA AL LADO OSCURO DONDE TE AUTODESTRUYES
/Por Catalina Guadarrama/
En esta ocasión, Yatziry N. originaria del Estado de México, nos relata sus experiencias con el alcohol: “el primer contacto que tuve con el alcohol fue en la familia, donde existía la creencia “el que bebe más es mejor, aguanta, el alcohol no lo tira”, lo probé a los 11 años, un poco bajo presión de la familia; mi abuelo me decía: “prueba para sepas que es esto y veas qué pasa” y tomé tequila, fue muy fuerte la experiencia porque sentí que me quemaba.
Mi abuelo me ofreció el primer trago, no podía rechazar esa tonta tradición familiar, porque en casa se jactaban de ser los mejores bebedores, lo hice, pero no entendía el porqué, si el sabor era desagradable y no podía decir que no, era tan sólo una niña.
Esa primera vez, pude sentir la sensación de la embriaguez, no me gustó me dio sueño, estaba muy cansada, más hubo un conflicto emocional porque no quería tomar.
En las reuniones familiares existía esa presión de beber, fue hasta la secundaria donde ya comencé a embriagarme porque quería pertenecer a un grupo, experimentaba la sensación de la alegría, la risa, el baile, pero existía esa parte de la transformación, porque no todo era bonito pues me iba al lado oscuro y recordaba lo desagradable de mi vida, terminaba llorando, bebiendo hasta ahogarme. Llegaba a casa y nadie se daba cuenta que yo estaba alcoholizada, no les importaba nada.
En mi familia, teníamos muchos problemas desde la muerte de mi padre y todos vivíamos cada uno su propio dolor y nadie me atendía, mi madre y hermanos no querían saber de los sufrimientos de una niña y el alcohol se convertía en el pretexto para huir del dolor, “quiero beber porque me siento mal”, todos los mis amigos borrachos y yo nos entendíamos y nos reuníamos; cuando llegaban a buscarme ya traían el alcohol, nos llamábamos solo para embrutecernos porque mis amigos también tenían problemas.
Nos divertíamos un rato, pero siempre terminábamos llorando o solos lamiéndonos cada uno sus heridas, es la otra cara del alcohol, al tiempo te ocasiona los problemas, te autodestruyes.
Justo cuando salgo de la secundaria comienzo a conocer el fondo del problema, sin entenderlo, pues intenté en varias ocasiones suicidarme, pero nunca lo logré y eso me confundía más. En la preparatoria me hundo más en la depresión, tuve que dejar la escuela por la depresión y por el alcoholismo, ya no iba a estudiar solo llegaba a emborracharme, además, por escasez de recursos tuve que conseguir trabajo para ayudar a la familia.
En casa ya sabían de mi problema, pero preferían hacerse de la vista gorda y no querían enfrentar la situación, fui ignorada por completo. Sólo contaba con los amigos que me decían, no me fallarían, palabras que siempre quise escuchar de mi familia, pero eso no pasó.
Desde que salí de secundaria y prepa siempre estuve en depresión, deseaba no sentir dolor, quería vivir en el pasado, colgarme de los pocos momentos felices que recuerdo y quería sanar las heridas, el alcohol era mí escudo contra la realidad, siempre quería huir sin darme cuenta que me estaba hundiendo más.
A los 19 años conocí AA, pero no creía en ellos, yo me acerqué al grupo por la necesidad emocional de un poco de atención, pues veía la hermandad que existe entre sus miembros, no fue tanto por el alcoholismo; necesitaba que alguien me dijera que no cometiera errores, siempre me negaba a dejar de beber, hasta los 21 años reconocí que tenía un problema con el alcohol y lo que ya había hecho de mi vida,
El vacío interno me estaba carcomiendo el alma, toqué fondo, pero no quería reconocerlo, no tenía miedo a los demás, mas bien tenía miedo de mí misma, pues sentía que en cualquier borrachera iba a lograr suicidarme.
En la ultima borrachera fue donde me di cuenta, que haberme acercado AA fue lo mejor que pudo sucederme, pues comencé a preguntarme ¿porque bebo? Si no me la paso bien como yo creo, fue una voz interna que me decía “despierta”, al día siguiente llegué al grupo y les dije “enséñenme porque ya no quiero beber”, porque reconocí que tenía un verdadero problema.
En la desintoxicación supe que tenía más ansiedad mental que física, porque había una voz dentro de mí diciéndome “quiero beber”, yo rogaba porque pasara un día, sentía ya la había librado, solo por hoy, es una promesa de volver aguantar otras 24 horas y renovar el contrato, esto me mantuvo sobria hasta que superé esas ansias de volver a sentir los efectos del alcohol.
Ya llevo 5 años sobria, aprendí que nunca es tarde, pude terminar la prepa y la concluí la licenciatura en psicología, en el grupo encontré mi vocación y se lo agradezco a AA porque sin ellos no habría podido lograrlo.
El tema más importante que yo encontré en AA, es el aspecto del amor, me reencontré con mi familia, el amor al prójimo, por amor hago y ayudo, no porque lo tenga que hacer, brindo ayuda a quien sea, pues no importa la edad, sexo, ni la familia y si yo tuve ese apoyo, cualquiera puede tener eso y más, pues con atención pude terminar con ese pensamiento suicida.
El problema del alcoholismo, es que no hay consejo para evitar caer en el vicio, aunque siempre hay una salida y alguien para apoyarlos pues en el grupo encuentran muchas personas esperando para brindarles toda la atención que requieran. Los alcohólicos podemos tener al final una gran recompensa para lograr salir adelante.
Quienes ya tienen el problema en su manera de beber, deben darse la oportunidad de conocer AA, no cambiaría un día de esta nueva etapa por uno de fiesta o de borrachera.
Alcohólicos Anónimos, Sección México,
Ofrece una alternativa de Solución para
quien Sufre la enfermedad del alcoholismo.
Servicios totalmente gratuitos.
Tel. 57055802. Lada sin costo: 018005613368