Confesiones de un alcohólico
Guardando resentimientos en el alcohol
• “Veía que tenía muchas mujeres, gastaba demasiado, sus cuatro bolsas siempre estaban llenas de dinero, decía”
• “Agarre una varilla gruesa, eran veinte personas contra mi, poco a poco los fui tirando a varillazos, pero al otro día si me dio miedo, porque los padres fueron a buscarme con pistolas y retrocargas…”
/Paola Topete/
A sus cuarenta y ocho años de edad, Rosalío H. de la comunidad de Tlaxcoapan, Hidalgo, nos comparte su experiencia con el alcoholismo.
“Comencé a los once años de edad tomando jerez a escondidas, hasta que un día me encontró mi papá con un vaso, me regañó, me dijo que eso no estaba bien, la quinta vez que bebí, me obsesioné por seguir tomando, me gustaba el sabor”.
Sus padres no tenían preferencias alcohólicas, sin embargo, tenía interacción con un familiar materno ajeno tenía control, “mi tío tomaba mucho, yo andaba con él a todos lados, veía que tenía muchas mujeres, gastaba demasiado, sus cuatro bolsas siempre estaban llenas de dinero, decía”.
Rosalío, no considera que su familiar con antecedentes alcohólicos haya sido la causa y efecto que su enfermedad creciera, “La verdadera enfermedad está en nuestra propia alma, pero también es, por la soledad, la infancia, por imitación e irme por el lado equivocado “Vengo de una familia numerosa y humilde, somos once hermanos, mi papá es obrero, no sabe leer, mi infancia fue de carencia de muchas cosas, en especial tuvimos necesidad económica”.
A pesar de que su padre lo reprendía, el no obedecía, continuaba bebiendo, hasta truncar sus estudios académicos de la Secundaria; a sus doce años empezó a trabajar con su abuelita, su familia es comerciante, ayudaba para obtener dinero y comprar jerez, vino, cervezas.
“Crecí, me junté con amigos a los 14 años fue mi primer borrachera, caí hospitalizado, estaba inconsciente me tuvieron que poner suero, recuerdo cuando estaba tomando la botella, bebía como si fuera agua ron blanco, todo 1 litro de alcohol consumí, me tuvieron que sacar con una sonda el alcohol que tenía en mi cuerpo, porque me convulsione , aún así, no me importo llegaba borracho y esa ocasión fue la primera para otras seis más hospitalizaciones”.
Mientras pasaron los años encontró, otras oportunidades de seguir generando dinero para su adicción, “A los dieciséis años empecé a ganar más dinero como ayudante en albañilería, la gran parte de mi sueldo era para beber, sí antes solo tomaba sábados y domingos, pues ahora mis días los alargaba tomando entre semana iba bebiendo más”.
El grado de dificultad se presenció a sus veintiún años, “La enfermedad es una transformación que hace apartarse de la familia, de la sociedad, creció en mi la intención de suicidarme, mi papá se dedica al campo y un día llegué a buscar el veneno y las botellas estaban vacías por fortuna, ya iba bien decidido, surge está acción porque me sentía, desahuciado, toque fondo, tomaba diario y yo ya no quería beber, pero yo no podía”.
Existieron resentimientos que afectaron su razón de ser y de seguir adelante, “Le echaba la culpa a todo, por ejemplo, en la familia solo éramos dos hermanos varones que nos traía mi papá a la raya, nos llevaba a trabajar desde muy pequeños, nos maltrataba de una manera salvaje, así como la educación de antes, a veces por ello, nos vamos envolviéndolo en el alcohol para simplemente olvidarnos de eso que nos duele o nos afecta”.
Su mamá y él llevaron una buena relación, siempre lo defendía ante los regaños de su papá o de las buenas golpizas que le daban, “En ocasiones cuando llegaba borracho intente golpear a mi padre, entre mis papás discutían, porque mi padre decía que ella me alcahueteaba”.
Si tuvo impulso por parte de sus padres a que siguiera estudiando, pero nunca le gusto la vida de adentro, pues su padre lo traía como látigo, nunca supo que fue salir con una muchacha, tener amistades, andar de novio y cuando lo experimentó le pegó el desamor que pensaba en morirse. “Perdí el miedo de todo, mi mamá me pidió que los llevará a todos a la milpa, pero yo los engañe, les dije que venía de trabajar, de pronto, fuimos a dar en una zanja, los iba a accidentar, cuando me sacaron se dieron cuenta que venía borracho, me sentí mal por arriesgar a toda mi familia”. Su comportamiento se transformó, “Me volví muy violento, tenía problemas con la sociedad, pasaba volteando a mi alrededor porque sentía que en cualquier momento se iban a desquitar de lo que yo llegue hacerles”.
“Recuerdo que una ocasión agarre una varilla gruesa, eran veinte personas contra mi, poco a poco los fui tirando a varillazos, pero al otro día si me dio miedo, porque los padres fueron a buscarme con pistolas y retrocargas pero nunca me encontraron yo estaba de bajo de un puente”.
“Por muchas razones doy ¡Gracias a Dios! Por renovarme a través del Grupo de Alcohólicos Anónimos yo comencé el 14 de Marzo de 1996, por parte de unos compañeros de trabajo en una Tornería cerca de la comunidad donde vivo”. Dos años después de ingresar, conoció a su actual esposa y decidió formar una familia,.
“Tengo a mi esposa que está conmigo, algo inalcanzable de tener, por el pensamiento que tenía, hoy tengo la dicha de ser padre de dos hermosas hijas de diecisiete y quince años, un hijo de nueve años” “A los 3 meses realice mi servicio voluntario y hasta ahora considero que el Grupo AA, es un programa de vida, de salud, donde no es vergonzoso estar dentro del grupo, es para salvar y evitar edades prematuras involucrados en el alcoholismo, hago la petición que no expongan los perjuicios de quiénes hablan sin conocer, que lo corroboren acercándose para verificar la función que llevamos acabo”. “Agradezco a los medios de comunicación por ayudar al agrupamiento a difundir el apoyo gratuito que se les otorga a través de gente profesional y especializada”.
Alcohólicos Anónimos, Sección México,
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