- Hay hartazgo y cada vez se manifiesta más, de muy distintos modos, de lamentables formas como es el recién abatimiento de policías en manos de francotiradores en Dallas, Texas, en aparente venganza a los actos racistas
/Dr. Luis David Fernández Araya/
Parecería que en el vecino país aún no superan los años sesenta cuando vemos asesinatos con tintes racistas, mostrando una intolerancia que todavía prevalece hacía ciertas minorías.
El prejuicio racial, la posesión de armas y el abuso de poder son una mezcla peligrosa y un caldo de cultivo que ha cobrado víctimas en el país vecino. Pero en el fondo no son más que sinónimo de una descomposición social que resulta ser un pésimo negocio para todos, pues genera incertidumbre cuando vemos que esta minoría comienza a tomar “justicia” por su propio brazo, lo que redunda en inestabilidad de todo tipo, sin dejar de lado la de corte económico pues genera falta de certeza en los inversores y termina afectando la marcha de las economías nacionales.
Y no podemos verlos como hechos aislados, porque si hoy existe mayor acceso a esta clase de actos se debe a que tenemos mejores canales de comunicación, donde las redes sociales juegan un papel preponderante, pero quienes con todo y eso no han podido reducir esta clase de actos a al menos inhibirlos.
Hay un cansancio social que debemos tener presente y en México lo vivimos a diario con las marchas que paralizan a la Ciudad de México y pocos de los que dirigen lo entienden porque lo resuelven viajando en helicópteros o con caravanas que les abren el paso para llegar a tiempo a sus destinos, pero que al final le pegan a la minada paciencia de sus habitantes.
Hay hartazgo y cada vez se manifiesta más, de muy distintos modos, de lamentables formas como es el recién abatimiento de policías en manos de francotiradores en Dallas, Texas, en aparente venganza a los actos racistas. Para algunos existe una explicación simplista de que el racismo está en el ADN del Estadounidense pero eso es tanto como creer que en México la corrupción es parte de nuestra cultura y que no podemos hacer nada para superarla. Estos lamentables ejemplos son visiones daltónicas que distorsionan de la realidad y no permiten ver que apostarle al hartazgo y cansancio de la gente nunca será un buen negocio.
*El Autor es Economista Doctorado en Finanzas, Profesor Investigador de Varias Instituciones Públicas, Privadas y Funcionario Público.
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