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Borges y el laberinto / Myrta Sessarego

  • Borges -maestro de la ironía, del humor subrepticio, de las intuiciones metafísicas- usó y modificó a su antojo los géneros literarios, prefiriendo siempre los textos cortos a la novela. En realidad inventó su “propio género, a medio camino entre el cuento y el ensayo, porque su pensamiento filosófico se vuelve anécdota, y al materializarse capta lo universal y esencial del hombre
  • /SERAFÍN VÁZQUEZ (PUEBLA)/

Alguna vez el escritor Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-Ginebra, 1986) temió por su salud mental al grado que llegó a pensar que no volvería a leer ni a escribir.

A raíz de un accidente en 1938-subía una escalera cuando se pegó en la cabeza con una ventana abierta- Borges decidió un cambio en su vida literaria. La herida se le infectó, tenía fiebre y empezó a sufrir alucinaciones. Un día no pudo articular palabras, por lo que fue hospitalizado y sometido a una cirugía de emergencia. Con riesgo de septicemia.

Durante la convalecencia se negaba a que su madre le leyera. Cuando por fin ella lo hizo, Jorge Luis se puso a llorar, feliz de ser capaz de comprender la lectura.

Los cuentos El Sur y Pierre Menard, autor del Quijote son producto de ese doloroso episodio de su vida.
Tras la muerte de su padre (1938), Borges tuvo que trabajar, aceptando un modesto empleo como asistente de una biblioteca municipal pese a su indudable erudición. Fue en los sótanos del lugar donde escribió varios de sus mejores cuentos.

Aunque se consideraba demócrata, decía que la política era una de las formas del tedio, y se declaraba antinazista, anticomunista y en contra de cualquier forma de dictadura.

Cuando el general Juan Domingo Perón llega al poder (1946), Borges lo califica como un dictador, demagogo y fascista, por lo que no duda en firmar cuanto manifiesto antiperonista llega a sus manos.

Pronto Perón tomaría venganza, y Borges de asistente de bibliotecario pasaría a Inspector de Aves y Conejos en el mercado municipal de Buenos Aires, puesto al que renuncia inmediatamente.

En 1955, la junta militar que derroca a Perón, lo nombra director de la Biblioteca Nacional. Vuelve a estar rodeado de millares de libros cuando ya su ceguera es casi total. Entonces escribe:

Nadie rebaje a lágrima o reproche
esta declaración de la maestría
de Dios, que con magnífica ironía
me dio a la vez los libros y la noche

En otro capítulo, Sessarego aborda la relación de Borges con las mujeres. Afirma que no puede calificarse al argentino como misógino, pues siempre estuvo rodeado de ellas.

Leonor Acevedo, además de su madre, fue su lectora, su enfermera y su secretaria. Murió a los 99 años, cuando Borges contaba con 76. La primera vez que Jorge Luis se casó, fue a los 68 años, con Elsa Astete, una antigua amiga. El matrimonio duró tres años. La segunda vez, poco antes de su muerte (1986), lo hace con María Kodama, su secretaria, quien a mitad de los setentas había pasado a ocupar el lugar de doña Leonor.
El libro de la argentina Myrta Sessarego también aborda sus comienzos literarios, sus viajes y obsesiones, sus miedos y pesadillas. Y en breves líneas expone la razón por la que debemos leer su obra:
Las ficciones de Borges nos hacen intuir la parte oculta de la realidad y nos devuelven la capacidad de ver el mundo como algo inédito.

Por último, incluyo un poema que Borges escribió para el I Ching o Libro de las mutaciones, y que da cuenta que si Borges era un maestro en la prosa, también lo era en el verso.
Habla del tiempo: del incierto porvenir y del oscuro pasado, cuyos versos finales dicen:

El camino es fatal como la flecha
pero en las grietas está Dios, que acecha.

Borges y el laberinto (fragmentos)
Un niño prodigio
Borges fue un lector y un escritor de una precocidad excepcional; desde niño su mundo fueron los libros, en él se sentía más cómodo que en ningún otro y a ese mundo le fue fiel durante toda su vida, como también fue fiel a sus pesadillas y obsesiones:
“Como De Quincey y tantos otros, he sabido, antes de haber escrito una sola línea, que mi destino sería literario.
Muy tempranamente comenzó sus eruditos ejercicios literarios:
a los siete años escribió en inglés un resumen de la mitología griega; a los ocho, el cuento titulado “La Visera fatal», inspirado en un episodio del Quijote; a los nueve publicó en un periódico la traducción del inglés de “El príncipe feliz” de Oscar Wilde, e ingresó en la escuela para hacer el cuarto grado; ya conocía entonces el Poema del Cid, a Cervantes, la literatura gauchesca, a Dickens, Kipling, Mark Twain, Poe, H. G. Wells, Las mil y una noches…su primer cuento publicado -bajo seudónimo- fue El rey de la selva, a los 13 años.

Estilo narrativo borgiano
Tras un primer periodo poético, lentamente se impuso la prosa en la creación borgiana, primero como ensayo y luego como narración. Abandonado el verso, Borges tuvo que cambiar sus planteamientos estéticos para buscar el nuevo estilo de la prosa en un ritmo claro y condensado, influido por la sintaxis inglesa…

Habiendo partido de la caracterización de un lenguaje rioplatense, quiso universalizar el idioma, y tras una depurada evolución su estilo alcanzó una concisión sintáctica y una lucidez semántica que son sus características fundamentales. Superadas la vieja exuberancia de metáforas, las estridencias lunfardas y el pedante barroquismo juvenil, logró un difícil equilibrio verbal entre espontaneidad y precisión… Borges reconoce dos tipos de causalidad en los procedimientos narrativos: el realista y el fantástico, y se inclina por el segundo porque descansa en la magia…

Frente al realismo descriptivo, su inagotable inventiva propone argumentos originales que revelan el carácter de los personajes por el comportamiento o la anécdota: “Saber cómo habla un personaje es saber quién es. Descubrir una entonación, una voz, una sintaxis particular, es haber descubierto un destino.»

La timidez llevó a Borges a la presentación ambigua o equívoca de sus primeros cuentos, no declarando su condición de tales sino disimulándolos como historias verdaderas (Historia universal dela infamia) o presentándolos como una nota cronológica de algún escritor desconocido (“Examen de la obra de Herbert Quain”) o como nota bibliográfica del inexistente libro del inexistente Mir Bahadur Ali (“El acercamiento a Almotásim”).

Este procedimiento de atribuir a otros sus propias creaciones llega al absurdo en “Pierre Menard autor del Quijote» donde para convencernos de la existencia de este personaje inventado, nos presenta una larga lista de sus obras imaginarias; mientras en “El Aleph” recurre a una larga enumeración caótica para deslumbrarnos con la visión simultánea de “millones de actos deleitables o atroces” y asombrarnos con “el hecho de que todos ocuparan el mismo punto, sin superposición y sin transparencia“; otras veces ofrece varias explicaciones contradictorias de hecho, como en “Tres versiones de Judas»; en ocasiones procede por saltos y da informaciones fragmentarias para crear una historia a través de algunos eslabones sueltos. Estos inventarios o enumeraciones, estas diferentes versiones, estos eslabones fragmentarios, constituyen las originales estructuras del relato borgiano.

Borges -maestro de la ironía, del humor subrepticio, de las intuiciones metafísicas- usó y modificó a su antojo los géneros literarios, prefiriendo siempre los textos cortos a la novela. En realidad inventó su “propio género, a medio camino entre el cuento y el ensayo, porque su pensamiento filosófico se vuelve anécdota, y al materializarse capta lo universal y esencial del hombre.

La fama, los viajes y los premios
Tras su obligada renuncia a la biblioteca municipal en 1947, a Borges no le quedó otra alternativa que dar conferencias, viéndose obligado a vencer su timidezy el ligero tartamudeo que le habían impedido trabajar como profesor. Así lo cuenta él: “Iba de una ciudad a la otra […] No sólo termine por hacer más dinero del que cobraba en la biblioteca, sino que disfruté de ese trabajo y me sentí justificado.»…

En 1955, ya totalmente ciego, ingresó en la Academia Argentina de Letras, y al año siguiente recibió el Premio Nacional de Literatura. Estos primeros años de su ceguera estuvieron coronados de honores: en 1956 recibió el doctorado honoris causa por la Universidad de Mendoza, primero de una serie de doctorados que le otorgarían muchas universidades del mundo. En 1957 fue designado profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, y su fama comenzó a crecer, sobre todo desde que el escritor Roger Caillois publicó en Francia la traducción de Ficciones y una colección de cuentos titulada Labyrinthes. En seguida empezaron a proliferar los estudios críticos sobre su obra, y varios cuentos fueron llevados al cine. Un grupo de editores internacionales reunidos en Mallorca le otorgó, en 1961, junto a Samuel Beckett el Premio Formentor… Borges era ya una leyenda…

Su nombre estaba ya a la altura de los grandes maestros de este siglo: Kafka, Joyce, Proust, Nabokov… Después de casi cuarenta años, volvió a Europa y recorriógustosísimo Madrid, París, Ginebra, Londres, Oxford, Edimburgo y Cambridge. En Alemania participó, junto a otros grandes escritores, en el Congreso por la Libertad de la Cultura (1946). En Brasil recibió el Premio Literario Interamericano, en Israel el Premio Jerusalén, y en México el Premio Alfonso Reyes (1973) y elOllinYoliztli (1981). En 1977 compartió con Gerardo Diego el Premio Cervantes en España.
Durante muchos años fue propuesto para el Premio Nobel, el único que no recibió -evidentemente por razones políticas…

Para una versión del I King
Jorge Luis Borges

El porvenir es tan irrevocable
Como el rígido ayer. No hay una cosa
Que no sea una letra silenciosa
De la eterna escritura indescifrable
Cuyo libro es el tiempo. Quien se aleja
De su casa ya ha vuelto. Nuestra vida
es la senda futura y recorrida.
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres. La ergástula es oscura,
la firme trama es de incesante hierro,
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura.
El camino es fatal como la flecha
Pero en las grietas está Dios, que acecha.

Borges y el laberinto
Myrta Sessarego
Conaculta colección Tercer Milenio
México, 1998

 

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