- Más de cinco mil personas lo aguardaban en el Hangar Presidencial, entre ellos el mandatario Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera, quienes lo esperaban al pie de la escalera para darle la bienvenida, a las 19:31, cuando finalmente pisó suelo mexicano
Más de cinco mil personas lo aguardaban en el Hangar Presidencial, entre ellos el mandatario Enrique Peña Nieto y su esposa Angélica Rivera, quienes lo esperaban al pie de la escalera para darle la bienvenida, a las 19:31, cuando finalmente pisó suelo mexicano.
A bordo del avión, la comitiva de bienvenida estuvo conformada por el nuncio apostólico en México, Christophe Pierre, y el director general de Protocolo de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Miguel Malfavón Andrade, quienes lo invitaron a descender.
Los gritos, aplausos y muestras de júbilo se intensificaron al momento en que por primera vez se pudo observar la figura del pontífice vestido con sus habituales sotana y solideo blancos, quien saludó por fin a los invitados a este recibimiento.
El jerarca de la Iglesia Católica bajó de la aeronave y fue recibido por el Ejecutivo federal y su esposa, para después, como primer gesto, bendecir un cofre con tierra mexicana que le entregaron niños de Oaxaca, Puebla, Veracruz y Jalisco vestidos con trajes típicos, bajo luces amarilla y blanca, los colores del Estado Vaticano.
Al ver al Papa, los invitados olvidaron las más de cinco horas de espera, primero bajo un potente sol y luego con un viento frío que golpeaba rostros de todas las edades, entre ellos los de funcionarios, actores, clérigos, miembros de congregaciones eclesiásticas y representantes de medios de comunicación de todo el mundo.
El jefe del Estado Vaticano saludó al presidente de la República y a su esposa, quienes lo acompañaron en su caminata por la alfombra roja.
Ahí se detuvo un momento para escuchar la canción “Luz”, a cargo de cantantes mexicanos, y “El Son de la Negra” a cargo del mariachi, para después romper el protocolo y acercarse a las gradas, donde miles de fieles pedían su presencia y su bendición.
Los gritos de “Papa Francisco, ya eres mexicano” y “¡Bendición, bendición!”, animaron al pontífice a recorrer las tres secciones de asientos, donde incluso bendijo algunas imágenes y se colocó un sombrero de charro que le ofreció uno de los músicos del mariachi.
Después Francisco ingresó a la sala de espera del Hangar Presidencial, donde saludó al séquito papal, al consejo de Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano y a su consejo permanente, así como a la comitiva de México.
En ese momento cada uno de los secretarios de Estado, entre ellos el de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong; de la Defensa Nacional, general Salvador Cienfuegos Zepeda; de la Función Pública, Virgilio Andrade Martínez, y de Relaciones Exteriores, Claudia Ruiz Massieu Salinas, saludaron de mano al jerarca católico.
Momentos después el pontífice sostuvo una reunión privada con el presidente y su esposa, además de que saludó al jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera Espinosa.
Posteriormente dejó las instalaciones del Hangar Presidencial a bordo del llamado “papamóvil”, en una caravana que lo escoltó desde las inmediaciones del aeropuerto hasta la nunciatura apostólica, donde pasará la noche.
Algunos pequeños ajustes a la decoración y a la logística todavía se realizaban una hora antes de que Francisco arribara en gira pastoral, mientras las personas en la gradería preparaban lámparas y teléfonos móviles para iniciar la llamada “cadena de luz”, que acompañaría al líder religioso en su recorrido de 19 kilómetros hacia la nunciatura.
La espera por Francisco estuvo amenizada por las actuaciones del mariachi de la Secretaría de Marina, que desde el inicio de la tarde entonó canciones mexicanas, así como por el Ballet Folclórico de México, que interpretó bailables típicos de diversas regiones del país.