- Una investigación de Credit Suisse Research Institute, titulada “Grasas: un nuevo paradigma para la salud”, revela datos que nos dejarán helado. Destaca, en primera instancia, que el consumo de grasas ha aumentado a nivel mundial durante los últimos cincuenta años de 19.5% de la ingesta total de energía en 1961 a 26% en 2011
- /Héctor Rendón/
Uno de los principales mitos sobre los factores que inciden en la obesidad y el sobrepeso es el consumo de alimentos con alto valor calórico y las grasas. Pero, ¿cuál es la realidad detrás de este problema que aqueja a México y el mundo?. Quizás todos estamos equivocados.
Una investigación de Credit Suisse Research Institute, titulada “Grasas: un nuevo paradigma para la salud”, revela datos que nos dejarán helado. Destaca, en primera instancia, que el consumo de grasas ha aumentado a nivel mundial durante los últimos cincuenta años de 19.5% de la ingesta total de energía en 1961 a 26% en 2011.
“Esperamos que esta tendencia no sólo continúe, sino que se acelere en los próximos quince años”, advierte el reporte presentado la semana pasada.
El estudio menciona algo que acaba con todas las creencias: Las grasas saturadas no han generado la obesidad: la grasa no engorda. Por tanto, no es la principal causa detrás de una epidemia de ataques al corazón. De hecho, advierte, el tabaquismo y el alcohol son factores mucho más probables.
“En los niveles actuales de consumo (grasas), lo más probable es que los culpables del creciente nivel de obesidad de la población mundial sean los carbohidratos. Un segundo factor potencial son los aceites vegetales extraído por solvente (canola, aceite de maíz, aceite de soya, aceite de maravilla, aceite de semilla de algodón)”, sostiene.
A nivel mundial, añade Credit Suisse, el consumo per cápita de estos aceites se incrementó en un 214% entre 1961 y 2011, y en un 169% en los Estados Unidos. “El aumento de la ingesta de calorías –si utilizamos a Estados Unidos como ejemplo– ha desempeñado un papel, pero, por favor, tenga en cuenta que los carbohidratos y aceites vegetales dieron cuenta de más de 90% del aumento de la ingesta de calorías en este período”.
Una revisión adecuada de las llamadas “paradojas de las grasas” (Francia, Israel y Japón) sugiere que las grasas saturadas son realmente saludables y que las grasas omega-6, en los niveles actuales de consumo en el mundo desarrollado, no necesariamente lo son.
La investigación dice que la gran preocupación en relación con el consumo de alimentos ricos en colesterol (por ejemplo, huevos) no tiene ningún fundamento. Básicamente, no existe ningún vínculo entre el colesterol que comemos y el nivel de colesterol en la sangre.
“Esto ya fue reconocido hace treinta años y se ha confirmado una y otra vez. Comer alimentos ricos en colesterol no tiene ningún efecto negativo en la salud en general ni en el riesgo de enfermedades cardiovasculares (ECV) en particular”, añade.
Destaca que la atención puesta por los médicos y los pacientes en el colesterol “malo” y el colesterol “bueno”, es superficial en el mejor de los casos y lo más probable es que sea engañosa. “Los factores más mencionados que los médicos utilizan para evaluar el riesgo de las ECV, –colesterol total en la sangre (CT) y colesterol LDL (colesterol “malo”)– son indicadores deficientes del riesgo de ECV. En las mujeres, en particular, el CT tiene valor predictivo cero, si nos fijamos en todas las causas de muerte”.
Y agrega: “Los bajos niveles de colesterol en la sangre en el caso de los hombres podrían ser tan malos como los niveles altos. Los mejores indicadores son el tamaño de las partículas de LDL (modelo A o B) y la proporción de TG (triglicéridos) contra HDL (colesterol “bueno”).
La investigación concluye que el consumo de grasas saturadas (mantequilla, aceite de palma, aceite de coco y manteca de cerdo) no suponen ningún riesgo para nuestra salud y en especial para el corazón.
En palabras del que probablemente sea el estudio epidemiológico más importante publicado sobre el tema por Siri-Tarino et al, dice: “No existe evidencia significativa para concluir que las grasas saturadas en la dieta se asocien con un mayor riesgo de cardiopatía coronaria o enfermedad cardiovascular”.
Las grasas saturadas, en realidad, constituyen una fuente saludable de energía y tienen un efecto positivo en el patrón A/B. El factor principal detrás de un alto nivel de grasas saturadas en nuestra sangre lo constituyen en realidad los carbohidratos, no la cantidad de grasas saturadas que comemos.
Los ensayos clínicos, destaca el estudio, muestran que una dieta baja en carbohidratos es mucho más eficaz en la reducción del nivel de grasas saturadas en nuestra sangre que una dieta baja en grasa.
Hasta la próxima @rendonhector