CARTAS DESDE CHICAGO
/Rogelio Faz/
Ya es costumbre después de cada Super Bowl los comentarios extradeportivos como; cuales fueron los mejores y peores comerciales. Aspecto que adquiere relevancia tomando en cuenta que es uno de los eventos que más captan la atención mundial. Entre estos llamo la atención el comercial-mini documental de una compañía de materiales para construcción y diseño (84 Lumbar), sobre la inmigración de México.
En dichas escenas se muestra a una madre con su hija durante su travesía hacia los Estados Unidos, el cual puede ser asimilado de tres maneras. Una; el lado humanitario, otra; desgracia social, y la tercera; un problema social.
Las tres muestran la necesidad de ver por los más desprotegidos, sobre todo tratándose de una madre con su hija en busca de ‘una mejor vida’.
Quienes hemos pasado por experiencias similares nos quedamos con el mensaje emocional. Que no es más que desesperanza ante la miseria, algo así como dejar la tormenta atrás (México) como se ve en el video.
Ocultar verdades sobre la inmigración no haría honor a la verdad. Sin embargo, también hay que tomar en cuenta cómo se envía el mensaje, pues podría tener un efecto inverso a lo que se pretende.
Que de hecho así será como en esta situación, al menos en un principio. Pues esa madre con su hija a donde llegue requerirá de alimentación y techo. Por lo mismo de un trabajo que no tiene. Pero digamos que todos hemos pasado por algo similar y nos han echado la mano. Pero también estamos conscientes que esas ayudas son temporales, salvo se viva en hacinamiento y eso implica otro problema, que queremos ocultar.
Para que nuestros hijos no repitan estas experiencias les pedimos se superen con estudios. En Estados Unidos los menores deben por ley recibir educación, es cuando empezamos a ver la luz de esperanza.
Desafortunadamente el porcentaje de graduados de universidades es muy bajo. Del High School muchos pasan de panzazo o acaban con destrezas limitadas.
O sea, el trayecto no termina como se ve en el comercial-documental, cuando se abre un portón enorme en el muro de la frontera -que es la publicidad emocional de la compañía-, y del otro lado hay un horizonte iluminado.
Pero si nuestros hijos no se gradúan de las universidades o de un oficio remunerable, la esperanza y la inversión se puede ir a la basura. Y si dentro de esas condiciones nos reproducimos, estamos contribuyendo al problema social y este se verá reflejado en nuestros barrios con pandillas y otros desordenes de convivencia, como es el caso de Chicago. Donde abundan las balaceras con sus muertos y heridos.
Ya el Presidente Donald Trump se valió de este ejemplo para achacarnos a todos los delitos, cuando la mayoría de los crímenes en Chicago los cometen los afroamericanos.
La proyección mundial que se le dio a la inmigración de Latinoamérica en el Super Bowl conmovió a muchos, pero también motivo a quienes se oponen. Ambos casos nos exhibe desproporcionalmente como un peligro y una carga social.
Otra cosa hubiera sido mostrar la contribución de la inmigración latina -como lo hizo la publicidad de la cervecería Budweiser, donde muestra a uno de sus fundadores pasar por experiencias similares con la diferencia de culminar con éxito (historia no apegada a la realidad), por ejemplo, una jornada laboral de paisanos en la construcción de casas que hacen verdaderas obras de arte de arquitectura ¡reales! y quienes las habitan en su mayoría son anglosajones.
Y no solo exhibir la miseria, a una sociedad disfuncional y el drama de la huida. Una imagen maltrecha del inmigrante.
