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Los tigres norteados y los mariachis callaron

CARTAS DESDE CHICAGO
LOS TIGRES NORTEADOS Y LOS MARIACHIS CALLARON
Rogelio Faz
El presidente electo Donald Trump sigue en boca de todos como desde el inicio de su campaña por la presidencia, cuando arremetió contra los inmigrantes, en particular los mexicanos, de aquí y de allá. Le augurábamos una derrota y desde entonces lo hemos tundimos con apodos poniéndonos a su nivel. Incluido este espacio con un cometario titulado “La faena del ‘Trumpudo’ Donald” (05/07/2015). Pues sigue embistiendo y ahora la pregunta consiste en saber  cuantos le vamos a aguantar el trote.
 
Independientemente del carácter controversial y de la supuesta falta de capacidad para gobernar, sería una buena oportunidad para reflexionar sobre nuestra naturaleza como inmigrantes, de nuestra presencia aquí tomando en cuenta que tenemos un origen y territorio. Del que decimos estar muy orgullosos a pesar de tener y huir de gobiernos fallidos con gobernantes que confirman lo dicho por Trump.
 
Cualquier persona tiene la opción de escoger su horizonte y luchar por ello por la razón que guste. Sin embargo, hay que tomar en cuenta otros factores antes de concedernos todos los derechos, porque en una sociedad establecida, estos derechos se determinan según el interés general siempre y cuando sea en beneficio de las mayorías y lo acepte, dígase en una sociedad civilizada que de entrada implican leyes.
 
Si por civilización entendemos progreso material, social, cultural y político y que de ella emana la democracia. Y esto a su vez se manifiesta, y para no entrar en cursilerías, golpes de pecho de buen ciudadano o principios aristotélicos, simplifiquémoslo en algo como un gobierno electo por voluntad del pueblo cuando estos se guían por principios de justicia y libertad.
 
Por otro lado, para los inmigrantes los argumentos más comunes es la necesidad económica o el bienestar social. Pero no es lo único, también hay quien busca un ambiente de democracia, Como no lo podemos negar a los atraídos por el espejismo hollywoodense o la de salvar el pellejo.  
 
Todos tenemos uno de estos argumentos para justificar ser inmigrante, no obstante no es un derecho constitucional. Es decir, tengo derecho a buscar y procurar mejorar mi vida pero nadie tiene la obligación de satisfacerme por ley, acción que puede aplicar sin faltar a los derechos humanos y civiles.
 
En este aspecto seguido los inmigrantes lo interpretamos como una consigna sagrada, pero las leyes las dictan los gobiernos, y estos están a cargo de individuos que fueron electos para establecer los parámetros de democracia, injustos si se quiere.
 
Fue tanta y por tanto tiempo las razones con la que inmigramos a EU que se hizo tradición y lo llegamos a percibir como un derecho por antonomasia, quien no lo entienda así en automático es considerado un discriminador o racista, o un traicionero a la “causa” así sea inmigrante.
 
Y como estábamos tan hechos a la idea, el sentir popular se deja llevar por todo lo que escuchaba a su favor, y las mejores muestras de esto son las voces del pueblo. Y quien mejor que el folklor popular: Los Tigres del Norte y Chente Fernández, que reafirmaron este concepto después del último debate en apoyo a Hillary Clinton.
 
Pero Los Tigres del Norte andan norteados con su canción América, donde uno de sus párrafos confunden la ubicación geográfica con el nombre de pila del país que dice assiii: “…si el que nace en Europa es europeo, y el que nace en África es africano, yo he nacido en América y no veo porque no he de ser Americano…”. O Chente Fernández que canto con mariachis entonando una canción que originalmente dice “[…la migra a mí me agarro trecientas veces digamos…] […los golpes que a mí me dio se los cobre a sus paisanos…] No se trata de criticar al género musical ni su calidad sino hacer una observación, la que genera una concepto erróneo del derecho y el de mofarnos de los demás. Por ahí reza un dicho que dice ‘el que se ríe se lleva’.
 
Si hemos de ser muy ávidos para captar las indirectas o directas a los llamaos anti-inmigrantes ¿Por qué no lo somos para captar las incongruentes? Como aquella de “no tengo trono ni reina ni nadie que me comprenda pero sigo siendo el rey” (?) Por lo pronto los mariachis callaron.
 
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