CARTAS DESDE CHICAGO
Reforma inmigratoria rabona
/Rogelio Faz/
Las condiciones para que se dé una reforma inmigratoria en Estados Unidos es más compleja de lo que parece y simple a la vez. Su suerte no solo depende de deseos o rechazos. De políticos bondadosos, activistas entregados a la causa, ni siquiera de opositores antinmigrantes.
Cuales quieran que sean los argumentos, el curso que tome probable dependerá de otros factores que serán en base a objetivos faborables para el país y se ajusten a las circunstancias económicas, beneficios sociales y poblacional, aun sobre lo humanitario.
Una vez que la Presidencia quede definida el 8 de noviembre seguirán las interrogantes ¿Cuánta inmigración es benéfica para el país? ¿Contribuirá a la demanda laboral o abaratara el empleo? ¿Se acaban los inmigrantes indocumentados con una reforma? Podremos decir que eso no importa el ‘chiste’ es que se dé.
Bueno, estos han sido los argumentos que la han obstruido. Los inmigrantes sostenemos que aportamos beneficios al país y quienes se oponen insisten en que somos una carga. Lo que se ha vuelto un círculo vicioso de señalamientos.
Aun así la mayoría de los inmigrantes indocumentados apostamos a que se dé una reforma de inmigración integral y comprensiva por justicia social a los 11 o 12 millones, pero, de acuerdo a la lógica con la que se ha regido este país esto dependerá de su capacidad de recepción sin dañar la estabilidad social, tolerancia y productividad (uno de los argumentos de Donald Trump).
Después de que se aclaren más o menos estos puntos podría ser factible, pero no necesraiamente a motivos sentimentales o discriminatorios. Y no habrá político pro migrante que vaya contra la lógica. Se dice que los números no mienten y quien lo contradiga lo hará por otras razones.
EU es un país que se ha forjado a base de intereses propios sobre otros, incluidos los derechos humanos donde incluso se han trastocado los sentimientos de otros países. Ese es el EU que no hemos querido ver por muy religioso que se muestre. Le gusta llevar las cuentas “claras” para no estar en deuda con nadie incluidos los favores indirectos.
Por ejemplo, la inmigración indocumentada se ha integrado en la fuerza laboral por la iniciativa privada, pero se le exige al gobierno resuelva esta irregularidad. En parte supuestamente porque se pagan impuestos –no todos para ser francos-. Situación que genera ingresos al país y beneficios que no hay manera de dividirlos como en la industria de los servicios, construcción o consumo, por citar algunos. Situación que no satisface a quienes quieren tener las cuantas claras, cuando para nosotros es una forma natural de sobrevivir, muy común en los países del tercer mundo.
La penitencia que hay que pagar no se fija en lo individual –salvo en impuestos-, sino en el interés general nacionalista. Y si este no responde o satisface la logia de los números, los afectados seremos los menos favorecidos; y no habrá argumentos que valgan así vayan acompañadas de lágrimas. Ni Hillary Clinton en la presidencia lo va a lograr, Barack Obama fue un ejemplo de eso.
Hay que preguntarnos y sin engaños ¿Hasta dónde la inmigración es conveniente y razonable para que haya un equilibrio de bienestar social y no solamente apostarle a lo humanitario? De hecho, un exceso de mano de obra abarata los salarios o reduce las horas laborales. Lo que nos convierte en víctimas y victimarios.
Por lo mismo seguiremos siendo ese sector menos favorecido con la esperanza de dejar de serlo gracias a promesas de políticos y activistas, que con las mejores intenciones no podrán cambiar una realidad.
El mejor paso es demostrar que somos gente de bien con la intención de hacer progresar al país, como muchos de los llamados ‘soñadores’ y sus padres que tienen un proyecto de vida, lástima que sean muy pocos para los muchos que decimos ser.
EU es un país del primer mundo donde se convive cómodamente con los del tercer mundo, en el cual los menos favorecidos exigimos los mismos beneficios aún sin adaptarnos del todo.
Somos parte de las condiciones que impiden una reforma justa, equitativa y humanitaria en un país bondadoso y cruel donde la lógica y los números tienen que cuadrar.