ENTRESEMANA
UN ENCUERADO GOBIERNA
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
O lo que es lo mismo: el streaper de Palacio anda muino.
Le dolió, por supuesto le dolió que hartos como un chingo de mexicanos, en más de medio centenar de ciudades del país, tomaron la calle y alzaron la voz en rechazo a su propuesta de Reforma Electoral y contra el desmantelamiento del INE.
Su Alteza Serenísima se encabronó.
La colega, Dalila Escobar, reportera de Proceso lo sacó de su espacio de confort. Y de plano, el licenciado Peje se negó a contestar por qué el trato especial a Claudia Sheinbaum, del que se ha quejado Ricardo Monreal.
“¡Bueno, ya te contesté bastante! Ya esa última interprétenla ustedes (en Proceso), ya ustedes hagan las conjeturas que consideren”, ordenó iracundo.
¡Caray! ¡Recórcholis, Kalimán!
Si andaba rete feliz por su cumple que festejó el domingo en La Chingada y hasta le cantaron Las Mañanitas.
¡Malos mexicanos!
Sí, aquellos que no le desearon la buenaventura por haber llegado a los 69 años, aunque con la carrocería dañada y la maquinaria gastada porque lo corrieron en terracería y sin aceite, como lo ha asumido entre broma y veras, más veras que broma.
¡Ah! Pero aguánteme el corte –Nino Canún dixit–.
Hoy me entero que soy de derecha y que participé ilegítimamente en la marcha del domingo porque también lo hicieron Vicente Fox, la maestra Elba Esther Gordillo, Santiago Creel, José Woldenberg, Jesús Zambrano, Alito Cárdenas, Marko Cortés y otros cientos de miles de ciudadanos críticos y opositores de Andrés Manuel López Obrador.
Sí, elemental.
La resaca de la marcha ciudadana en defensa del INE, el que hayan salido ciudadanos de diferentes estratos sociales, lo mismo de zonas residenciales que de colonias populares y se hayan fundido en un solo grito: “Yo defiendo al INE”, o que al unísono cientos de miles de gargantas entonaran el Himno Nacional, lo pepenó desde el amanecer.
¡Ay!, Su Alteza Serenísima seguramente rumió en la madrugada la barbaridad de Martí Batres Guadarrama, segundo al bate en la jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, con aquello de que la marcha estaba integrada por unos diez o doce mil ciudadanos.
Las imágenes tomadas desde las alturas fueron mentís para Martí, quien cobra como Secretario de Gobierno de la CDMX, responsable del changarro cuando la doctor Sheinbaum anda de gira artística en busca de su identidad, pero en realidad es el alfil del licenciado presidente para negociar con la oposición capitalina, pero, pero…
¿Diez o doce mil, Batres? Vaya servilismo para no contraria al Duce que desde la Chingada, allá en Palenque, anda preocupado porque en esa marcha no estaba la polarización social por él azuzada, porque había pueblo, puro pueblo, ni bueno ni malo, puro pueblo que le gritó el hartazgo con su gobierno y puntadas como ésta de pretender el desmantelamiento del INE que, sin duda, implica desaparecerlo porque la reforma por él propuesta conlleva quitarle hasta el modo de andar.
Sí, Su Alteza Serenísima enfundado en pijama y, sentado en la orilla de la cama pulsaba cómo enfrentar el inocultable encabronamiento del ponderado millón de ciudadanos que le arrebató la calle en el país, desde Mérida y hasta Tijuana.
Y una colega de Los Angeles Times lo responsabilizó de esta polarización social que priva en México. Le refirió que “viendo lo de la marcha ayer y los carteles y los videos, es evidente que es muy polarizado aquí en México ahora (…)
“Y también si piensa que tal vez tiene parte de la culpa, porque habla usted de una manera muy fuerte. Cuando alguien se crítica, responde que es clasista, racista, en contra de la transformación. No sé cómo va a seguir México si es tan como dividida así.
¡Ah!, el licenciado presidente justificó ese lenguaje muy suyo, muy pejelagartiano. Lea usted.
“Si matizo demasiado, si uso un lenguaje ambiguo, si simulo, no se entienden las cosas. Por eso fue extraordinaria la marcha de ayer, es fuera máscaras, el rey va desnudo, es un estriptis político, público del conservadurismo. Porque todos ellos, o la mayoría, se decían independientes no partidistas, ciudadanos, además distintos”. En serio, eso dijo Andrés Manuel I.
Y se dibujó enterito, como el streaper de Palacio, Su Alteza Serenísima en el símil del Rey Desnudo, el cuento del danés Christian Andersen cuyo título es «El traje nuevo del emperador».
Sí, de aquel dueño del poder al que engatusaron dos sedicentes sastres convenciéndolo de que eran capaces de confeccionarle ropas finísimos que tenían la singularidad de que sólo sus hijos o gente cercana y fiel podía ver.
Una mentira que la soberbia y vanidad del emperador creyó, víctima de esos dos pecados de quienes creen que el mundo les pertenece y todos, todos, simpatizan con él, todos lo aman y veneran y respetan.
¿Cuándo se dará cuenta Andrés Manuel I que anda desnudo?, porque lo engaña su cohorte, esos lambiscones que dice existen entre sus opositores, pero están a su lado en el llamado primer círculo, los aduladores fifí que añoran los tiempos del neoliberalismo cuyo único dios es el dinero.
Pero…
“Entonces, dice el licenciado presidente, imagínense —también de que ayuda a aclarar las cosas, que no haya simulación— imagínense la alegría que produce, la satisfacción el que se agarren de la mano los supuestos adversarios y caminen juntos porque, según su visión, está en riesgo la democracia. No, es un espectáculo único, de primera, es de cobro por evento. Eso es lo que está sucediendo.
“Y nosotros vamos a ser respetuosos siempre de la libre manifestación de las ideas, pero antes, como tú lo sostienes, no se atrevía nadie a decirlo, nadie se atrevía”, ironizó el Duce.
Incluso dijo en la mañanera de resaca mental que agradece mucho a la gente, “porque es una prueba de qué tanta consciencia cívica puede internalizar un pueblo, y yo sostengo que México es de los pueblos, es de los países del mundo con el pueblo más politizado.
“Ese es el fenómeno. No hay mucho, muy poquito, muy poquito, muy poquito analfabetismo político”.
¡Recáspita, Robin!
¿Quiénes son esos poquitos analfabetas políticos? ¿Acaso seré yo, preguntaría más de un diputado federal de Morena, que aprueba las puntadas del jefe de jefes, sin quitarles una coma?
Sí, de que andaba encabronado por la resaca de la marcha dominical, andaba. Y hasta a la iglesia católica mexicana –bueno, no a toda, dijo– le advirtió que la acusará con el papa Francisco.
“Lo de la marcha, es que no hubo un personaje famoso que no convocara a la marcha: articulistas, intelectuales orgánicos, organizaciones empresariales, no todas. Bueno, hasta la Iglesia católica, que está actuando —no toda, desde luego— en contra de ese gran papa Francisco (…). Por eso ya los voy a acusar a los que están defendiendo a estos potentados y fifís y aspirantes a fifís”.
Y para no dejar espacio a su enojo sostuvo su credo de que “eso es lo que más les molesta, porque no son fifís, sino son aspirantes a fifís, pero siempre garantizando las libertades de todos*.
Luego, olvidó la lección que le dio Santiago Creel y sostuvo que “las oligarquías conservadoras son subversivas”. Conste que, como dijo Creel, él el principal oligarca de México.
Le dolió, el domingazo que por lo menos un millón de ciudadanos le recetó contra su cacareada Reforma Electoral. Nadie en esas columnas en más de medio centenar de ciudades en el país le cree que sea cándida vendedora del paraíso electoral.
José Woldenberg se alza como el villano de la movilización, centro de los epítetos que comparte con conservadores y neoliberales que de lunes a viernes les endilga Su Alteza Serenísima.
Porque…
“(José) Woldenberg es el maestro de todos esos que después se mantuvieron en el INE. Y es un pensamiento conservador, nada más que muy hipócrita”, insulta el licenciado López Obrador y niega su pasado y su presente y se condena con el futuro que le oteó esta marcha del pueblo que ya probó la calle y volverá a tomarla porque no le teme a la caricatura del Duce, el guía, el dueño del poder en México… hasta septiembre de 2024 como se pulsó el domingo en una sola voz: ¡México!, ¡México! ¡El INE no se toca! Digo.
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