DIARIO EJECUTIVO
¿A QUÉ DIABLOS SE REFIEREN CON “POPULISMO”?
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/ROBERTO FUENTES VIVAR/
Dos mártires de la democracia mexicana, Ernesto Zedillo y Felipe Calderón, estuvieron en Madrid, España, para festejar los 20 años de la Fundación Internacional para la Libertad y ahí dijeron que el populismo (¡Ay Dios que nos cayó el Diablo!) va a destruir a América Latina.
Casi-casi inmolándose, expusieron que la democracia (¡Ufff, que tanto trabajo les costó a esos dos expresidentes!) está en peligro porque los populistas (nuevamente me persigno) se están apoderando del subcontinente y hasta Calderón dijo que a la democracia en México (que tanto sudó como si fuera cruda) le queda un mes de vida (¡Santísima trinidad, ten piedad de nosotros!).
El dúo de los dos apóstoles de la democracia quizá ya da por hecho que uno de los diablos mayores del populismo (Luiz Inacio Lula Da Silva) va a ganar las elecciones y por eso desde el Río Bravo hasta la Patagonia será gobernada (salvo algunas divinas -¡Gracias a Dios!- excepciones) por los malvados populistas.
Lógico, el otro diablo mayor del demoniaco populismo, el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, se burló (¡vade retro Satanás!) de lo dicho por estos próceres a quienes ya se les olvidaron las matanzas de indígenas y de izquierdistas durante sus sexenios y les respondió (como ya lo había hecho desde su campaña presidencial): “Si apoyar a los pobres es ser populista, que me pongan en la lista”.
Fuera de que este dueto de paladines de la democracia fueron a quejarse del presidente mexicano actual (¡Claro, en la Madre Patria!, así con mayúsculas, porque les ha dado trabajo al dúo en grupos como Prisa o Iberdrola) ¿Sabrán lo que dicen cuando se refieren a “populismo”?
Esta palabrita (dichosa palabra, palabreja o terminajo) se ha convertido en algo así como el ícono de la disputa ideológica que se vive si no en todo el mundo, sí al menos en México, en España y en Latinoamérica. Quizá para ejemplificar esa guerra sería interesante una película de El Santo: “populistas contra neoliberales” o “neoliberales contra populistas”.
Ojalá el par de dos apóstoles de la democracia (¿o será del neoliberalismo?) entendiera que la palabra populismo:
1.- Fue puesta de moda (o re-inventada) por intelectuales como Mario Vargas Llosa o Enrique Krauze para satanizar a quienes no piensan como ellos.
2.- Etimológicamente democracia y populismo tienen raíces similares: pueblo y doctrina o pueblo y gobierno.
3.- La propia Real Academia de la Lengua define hoy a la palabra populismo (desde 1985) como “Tendencia política que pretende atraerse a las clases populares”, pero en 1936 la definía como “perteneciente o relativa al pueblo”. (¿Y entonces dónde quedó la bolita de que los populistas son los hijos de Lucifer y tienen pezuñas, cuernos y cola?)
4.- Wikipedia va un poco más allá y señala que el origen del populismo “es un movimiento ruso del siglo XIX, llamado narodnismo (Narodnichestvo, народничество), término que se traduce al español como populismo, derivado del lema «ir hacia el pueblo», que obraba como guía para los movimientos democráticos rusos de la segunda mitad del siglo XIX”. (¡Ahí, está son rusos y se desayunan chamacos en salsa verde!).
5.- En julio de 2016, en una conferencia de prensa conjunta Enrique Peña Nieto criticó el populismo, por lo que Barak Obama le respondió: “Me preocupo por la gente pobre, que está trabajando muy fuerte y no tiene la oportunidad de avanzar. Y me preocupo por los trabajadores, que sean capaces de tener una voz colectiva en su lugar de trabajo… quiero estar seguro de que los niños están recibiendo una educación decente… y creo que tenemos que tener un sistema de impuestos que sea justo… Supongo que eso me hace un populista”. (¡Ya salió el peine, Obama no solo es negro, sino además populista!)
6.-Fundación BBVA en un estudio sobre el terminajo indica que populismo y populista “se están convirtiendo en voces que califican más que definen, que se lanzan como armas arrojadizas a uno y otro lado del espectro político y que han saltado ya a otras facetas de la realidad para formar expresiones como populismo judicial o populismo sanitario”. (Claro, los populistas son unos jijos de la tal por cual).
7.- La propia fundación española explica que frente a las connotaciones peyorativas de la palabra, “una nueva corriente política reivindica desde principios del siglo actual una definición del populismo sin tono negativo, como la puesta en marcha de procedimientos democráticos antielitistas, capaces de incorporar a la vida política a las masas populares que se habían sentido excluidas en etapas anteriores”. (Total, en qué quedamos ¿son los malos o no?)
8.-No existe una definición única y universal de populismo, a pesar de los esfuerzos de sus promotores (como los dos adalides de la democracia mexicana) por asumirle una connotación negativa. (Como debe de ser).
9.- Los propios ideólogos del antipopulismo, han sido incapaces de crear un antónimo de populismo, porque no encuentran la forma de decir, positivamente, que están en contra del pueblo. (¡El antipueblo unido, jamás será vencido!)
10.- La palabra populismo es utilizada sin ton ni son por millones de hablantes de idioma español y sobre todo por mexicanos que no entienden que etimológicamente el único antónimo de esta palabra (más que neoliberalismo) es “elitismo”.