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MÉTRICAS EN EL DERECHO

GOBIERNO DE CALIDAD

MÉTRICAS EN EL DERECHO

/Por Jorge Manrique/

*Rector del Colegio Jurista y director general de Gobierno de Calidad, consultoría de políticas públicas

Indicadores, índices y clasificaciones desafían el análisis legal.

El ámbito jurídico experimenta rápidos aumentos en el uso de indicadores, que dan medidas cuantitativas de aspectos como el alcance del estado de derecho.

«Para el estudio racional de la ley, el hombre de letras negras puede ser el hombre del presente, pero el hombre del futuro es el hombre de la estadística y el maestro de la economía», escribió Oliver Wendell Holmes, juez de la Corte Suprema de los Estados Unidos, en su ensayo de 1897 The Path of the Law. El tiempo le dio la razón.

 El derecho, que alguna vez fue el dominio del razonamiento puramente lingüístico, argumentativo, histórico y cualitativo que se encuentra en los libros «letra negra», se basa cada vez más en técnicas matemáticas y estadísticas para describir fenómenos y teorías legales.

Específicamente, el número de métricas legales en forma de indicadores, clasificaciones e índices está creciendo rápidamente. En el año 2000, sólo seis conjuntos de indicadores transnacionales contenían información sobre los sistemas jurídicos estatales. Hoy hay más de 20.

El rápido crecimiento numérico como herramientas de gobernanza y la forma en que afectan el comportamiento de individuos e instituciones en todo el mundo se debe a la idea de que si se quería avanzar en el desarrollo había que medirlo.

Así, las ONG y las empresas privadas comenzaron a recopilar datos «hechos brutos» y  los organizaron como indicadores o índices. El derecho, como componente importante del desarrollo, se convirtió en un nuevo campo en el que se cuantificaban las cosas.

 El ejemplo más conocido de tales indicadores es el proyecto Doing Business del Banco Mundial, que mide cuánto sistema jurídico facilita o impide los negocios en 189 economías.

Las ONG y las empresas privadas también comenzaron a recopilar datos «hechos brutos» y organizarlos en forma de indicadores o índices. El objetivo no es producir clasificaciones sino informar mejor a los inversores y a los responsables de las políticas públicas para facilitar una comprensión más fuerte de la realidad, y luego trabajar para mejorarla.

Lo más importante es que los indicadores no son solo herramientas de información, sino que tienen lo que se llama en el documento académico un «efecto performativo», lo que significa que restringen objetivamente el comportamiento de los individuos y las instituciones.

Aún más: en un entorno global no soberano, los indicadores se utilizan como una herramienta de gobernanza y las organizaciones internacionales no actúan por la fuerza, utilizan indicadores sobre el PIB, el desarrollo humano, empleabilidad y otros para promover sus puntos de vista sobre los países en desarrollo, y vincular la ayuda financiera a dichos indicadores.

El creciente uso de indicadores, legales y de otro tipo, se emplean ya para la auditoría, la evaluación comparativa y, en general, como medidas de desempeño y para respaldar con evidencias el debate.

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