ABANICO
RECUERDA QUIÉN ERES
/Por Ivette Estrada/
En esta vida puedes olvidar todo, menos quién eres.
Somos propensos a considerar de manera excesiva el juicio de los otros, sus filias y malquerencias, el nivel de aprobación que tenemos en diferentes círculos, como i la evaluación externa conformara nuestra esencia. Esta tendencia “veleta” incide en que experimentemos gran sufrimiento al rechazo o hasta en el tono duro que emplean al hablarnos.
¿Realmente respondemos al criterio externo, a asumir con profunda mansedumbre lo que los demás desean que seamos? El deseo de agradar a los demás es el síndrome del auto concepto pobre, una autoestima maltratada, el propio sobajamiento.
La cura es la introspección. El responder de la manera más fidedigna y simplista quién soy y qué quiero, qué me importa realmente y en qué creo. Esa es la raíz de nuestra propia fuerza, respeto, metas y destino.
La génesis para amar es el conocimiento. Si nunca nos atrevimos a escrudiñar nuestra razón de ser, es imposible que logremos la consideración y respeto de otros, porque nosotros aún no dimensionamos quiénes somos.
Al andar por la vida sin atisbar las ideas fundamentales que nos conforman, sucumbimos a lo que los demás imponen. Nuestra personalidad se debilita y marchita. Nos volvemos marionetas de todos. El problema es que vegetamos y no logramos ser. Por ende, tampoco podemos cumplir nuestro Contrato Sagrado o lo que venimos s hacer a esta realidad tridimensional.
Si no tenemos metas, nuestros dones duermen…o desaparecen. Nuestra voz guarda angustiosos silenciosos. Al buscar complacer a otros olvidados nuestras propias necesidades y anhelos. Nos volvemos zombis.
Ahora, nadie puede olvidar lo que no conoce. No podemos olvidar quienes somos si nunca nos atrevimos a indagar quiénes somos. Entonces asumimos que el juicio de los otros es lo que nos conforma y cometemos un error imperdonable y doloroso: nos negamos a nosotros mismos. Desconocemos nuestra historia, motivaciones, credos, pasiones…vaciamos de estímulos la imaginación e ideas.
Bajo esas circunstancias nos volvemos endebles. Cualquier adversidad nos “saca” del camino que llevamos, somos víctimas de conductas nocivas como la violencia o ludopatía, enfermamos, sufrimos, dejamos que nuestros demonios nos guíen…
No olvides quien eres. Puedes olvidar todo, menos lo que eres. Y ser no implica tu nombre, poder adquisitivo, edad o género. Es lo que amas.
Si. Cada uno de nosotros materializa lo que cree más bello, digno, emulable y perfecto. Cada uno de nosotros posee la vida que siempre quiso. Por eso no somos seres ya completados. Cada día, nuevos anhelos y descubrimientos nos permiten andar por nuevas rutas de placer, autorreflexión y sentido.
Por ello, nosotros, hechos de polvo de estrellas, somos seres merecedores de todo lo bueno. Somos herederos de la Luz y debemos desoír críticas mal intencionadas, presagios funestos y obstáculos. Podemos todo porque somos todo.