ABANICO
EL CORAZÓN DEL MINDFULNESS
Por Ivette Estrada
La atención plena es un don al que todos podemos acceder.
Sirve para maximizar nuestra empatía y flexibilidad cognitiva, los dos elementos cruciales para mejorar nuestros entornos laborales y personales, generar acuerdos y mejorar habilidades sociales y de liderazgo. Es, realmente, la materia prima para crear una versión más benigna y poderosa de nosotros mismos.
El mindfulness o prestar atención a propósito, en el momento presente, implica estar sin prejuicios, mostrar apertura, curiosidad y aceptación a las experiencias del momento que vivimos tanto internas como externas.
Si simplificamos esto a una sola palabra, obtenemos un verbo imperativo: ¡Vivir!
Es decir, tener la conciencia de aceptar cada momento a medida que se desarrolla sin juzgar la experiencia y recibir lo que se presenta dentro de esa instancia.
¿Cómo desarrollamos la atención plena? a través de prácticas como respiración, meditación y yoga. También con ejercicios muy simples como localizar un objeto de tu entorno de determinado color, prestar atención a una textura específica, develar un sonido ambiental. ¡Es poner en funcionamiento todos nuestros sentidos en cada momento!
¿Por qué es importante vivir el momento presente? Porque nos permite mayor disfrute de las personas y circunstancias, porque obtenemos mayor plenitud de las experiencias, pero también porque nos permite conocer a los otros. La empatía es tener la capacidad de comprender la experiencia, emociones y sentimientos del otro.
Y vale decir que somos más empáticos en la medida en la que nosotros mismos reconocemos nuestra percepción, pensamientos, sentimientos y emociones. No podemos dar lo que no poseemos.
“Vivir” el momento genera otro beneficio: flexibilidad cognitiva. Esto significa que podemos comprender que, en cualquier situación, hay alternativas disponibles y estamos más dispuestos a considerar otro punto de vista que puede diferir del nuestro.
Esta flexibilidad cognitiva reduce el dogmatismo o la cerrazón mental y desarrolla la capacidad no solo de creer que existen otras opciones, sino también de considerarlas viables.
Para incrementar nuestra capacidad de atención plena, en el momento presente, es conveniente practicar la escucha activa. Es decir, comprender perfectamente lo que el otro trata de expresar. Se necesitan observar detenidamente sus palabras y gesticulaciones, pero también el contexto en el que se expresa.
No interrumpir es una condición esencial en la atención plena. La escucha activa es motivar al otro a expresarse, asentir brevemente, preguntar si algo no es claro. Es adentrarnos en el mundo del otro y no permitir interferencias de nuestros propios sesgos y conceptos. Es respetar la unicidad del otro.
Y por simplista que parezca, pocas veces logramos traspasar nuestros propios sesgos culturales y de credos, estropeamos lo que vivimos con nostalgia o ansiedad. ¿Y si sólo nos concretamos en este instante? La invitación aquí está.