Mochila Política
10 DE ABRIL: Teatro de operaciones
Por Héctor Moreno
Tras muchos meses de debate, lo único claro es que el ejercicio electoral del próximo10 de abril -formalmente llamada consulta para revocación de mandato- sólo servirá al gobierno y al partido oficial como un teatro de operaciones para probarse hacia el 2024.
Repasar los términos básicos de un ejercicio militar pueden ayudar a entender el paralelismo.
Los ejercicios militares se denominan maniobras en las cuales se establecen unas situaciones hipotéticas y por lo común se dividen dos fuerzas: las rojas y las azules, de acuerdo con la doctrina norteamericana que es la que se sigue en México.
El teatro de operaciones es toda aquella zona dividida entre la zona del frente y la zona de la retaguardia donde se llevan a cabo todas las operaciones tanto de carácter operativo como de carácter logístico y, efectivamente, toda aquella área que se vea afectada como tal puede ser denominada teatro de operaciones.
Un ejercicio militar se establece para comprobar el adiestramiento de las tropas, su grado de reacción, su grado de capacitación, qué tan elevada esta su moral como pertenecientes a un Ejército, cómo está la disciplina, cómo está la autoridad, cómo reaccionan los estados mayores para dar cumplimiento a las misiones.
Se mide la capacidad de reacción y en caso de que existan ejercicios de fuego real se mide la precisión; la capacidad para poder abatir los blancos u objetivos establecidos.
Al término se lleva a cabo una crítica constructiva para diagnosticar errores y prevenirlos para futuros ejercicios. Siempre se establecen situaciones hipotéticas tanto para poder actuar a la ofensiva como a la defensiva. Siempre se debe considerar la posibilidad más peligrosa.
Entonces se establece cómo actuar en los posibles escenarios, la manera en que se realizaría tal o cual acción, lo que se denomina el establecimiento de cursos de acción, ya sea atacar, defender o retirarse y se miden las fases de cada una de estos.
A cualquier costo
El espacio de este ejercicio es muy claro, es todo el territorio nacional y el tiempo para su realización ha sido suficientemente equidistante del inicio y el final del actual gobierno.
Para el 10 de abril estaremos a tres años y cuatro meses de iniciado, un plazo en el cual ya cobró experiencia en el manejo electoral y se realizará a dos años tres meses de la elección presidencial del 2024. Puede ser un tiempo razonable para asumir las experiencias y hacer los ajustes necesarios.
La consigna, desde hace poco más de dos años que se lanzó la idea, ha sido llevarla adelante a cualquier costo.
En nado sincronizado toda la fuerza del partido oficial y las instancias gubernamentales que controlan en los tres niveles de gobierno se han alineado a ese objetivo.
Tras los resultados electorales de junio del año pasado desde el partido se convocó a toda su militancia a volver a salir a las calles, a realizar movilizaciones para apoyar el proyecto ideológico del jefe político de todos ellos: Andrés Manuel López Obrador. Incluso, alinearon los tiempos del debate sobre la reforma eléctrica y la consulta sobre revocación de mandato para hacerlos coincidentes.
Conceptualmente pervirtieron la naturaleza del ejercicio al llamarlo “ratificación” y sin el menor rubor han cambiado las leyes a su única conveniencia. Primero para pode entregar millones de hojas para “pedir” el ejercicio y después para que los funcionarios públicos pudieran violar la ley para hacer propaganda de la misma.
Pero aún así pareciera que no han sido medidas suficientes para garantizar la movilización a las urnas, como lo demuestran las 11 licencias solicitados por igual número de diputados de Morena para dedicarse de tiempo completo a la propaganda del 10 de abril.
Colocaron al centro de la propagan al real jefe político de Morena (como era en el PRI) y han colocado miles de espectaculares con su fotografía en todo el país.
Durante ese lapso, los partidos de oposición han desdeñado el ejercicio con toda clase de argumentos; la mayoría de las organizaciones ciudadanas cayeron en la confusión de la conveniencia o no de participar con tantas conferencias, webinar; espacios en redes y ríos de tinta invertidos sobre el tema.
Pero el gobierno y el partido oficial han seguido actuando con la misma fiereza, a nado sincronizado y sin detenerse ante nada ni ante nadie.
En el ejercicio el único actor que pretende “disputarle” la revocación es Gilberto Lozano y su agrupación FRENAA, con un discurso igualmente incendiario pero escasos resultados. Su actuación se antoja más a la de una pelea de box arreglada de antemano para que el cantado vencedor… tenga a quien vencer.
Y ha sido claro que en el ejercicio del gobierno y del partido oficial su único rival es la instancia que está fuera de su control: el árbitro, el Instituto Nacional Electoral.
Sin beneficio para el país
Es decir, se desvirtuó el proceso desde el principio, se torcieron leyes a modo, se alinearon a todas las fuerzas en todo el país, se eligió al enemigo… sin importar el resultado. Sea cual sea, el partido oficial y el gobierno serán el mismo que ahora.
Este teatro de operaciones fue diseñado y ejecutado para probar la fuerza del gobierno y del partido oficial; para mantener activa a una militancia que solo responde a un jefe político y claro, para ubicar a la resistencia.
Es claro: el 10 de abril es un teatro de operaciones del gobierno y del partido oficial. Los resultados no le traerán ningún beneficio a México.
Para los mexicanos de a pie no existe una obligación moral de participar (como sí lo es en una elección) será una decisión personal de acuerdo a sus convicciones.
Lo que sí es deseable es que este mismo teatro montado desde el poder sirva para crear conciencia y convocar a otros a paticipar en genuinos ejercicios democráticos.