ENTRESEMANA
Se me acabó la fuerza…
En memoria de mi prima Paquita
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
Cuando el entonces procurador General de la República, Jesús Murillo Karam, declaró “ya me cansé”, lo despedazó la jauría que hoy aplaude a Su Alteza Serenísima.
Vaya, vaya, vaya, no cabe duda que la vida pasa factura. Tal vez irrumpió el karma, causa y efecto, pero, hoy el licenciado presidente se queja y aduce malinterpretaron su frase “no vuelvo a ser candidato a nada, ya no puedo más, cierro mi ciclo y me retiro”.
Y, cuando en las redes lo tundieron, ¡faltaba más!, desde el privilegiado púlpito de la mañanera, en uso del sistema público de comunicación, que no le cuesta porque lo paga el erario, es decir, los impuestos de millones de mexicanos, se defendió y, ¡caray!, desilusionó a quienes consideraban la confesión como una despedida para pasado mañana, porque todo indica y dispone la Constitución, no una mascarada, la hará válida el 28 de septiembre de 2024.
Pero, debido a que miente como respira, nadie garantiza cumpla su palabra. Más cuando confesó que en 2012 estuvo a punto de despedirse de la política. Y no fue para menos: el culto Enrique Peña Nieto lo mandó al tercer sitio como contendiente en la elección presidencial.
Fíjese usted.
En un acto de contrición el pasado jueves 24 de febrero, cuando guiaba un recorrido por Palacio Nacional que obsequió a reporteros y mercenarios, dijo que luego de los comicios de ese 2012 había redactado un borrador en el que anunciaba su retiro de la política.
Y es que perdió la elección presidencial una vez que desoyó a la dirigencia nacional del PRD que le recomendó no malgastar el bono democrático ganado el 2 de julio de 2006 en la cerradísima contienda con Felipe Calderón, y encabezó el plantón en Paseo de la Reforma y se alzó como actor de esa tragicomedia del presidente legítimo con su gabinete alterno, en acto celebrado en el Zócalo capitalino. Ofendió a los electores y se burló del sentido común nacional que le cobró la factura en las urnas.
MÁSCARA CONTRA CABELLERA. Bueno, el juego de palabras entraña interpretaciones y más cuando éste lo celebra con risitas el licenciado presidente, a quien le ponen los temas en bandeja para que se luzca y haga lo que le plazca como injuriar a sus opositores e insistir en la polarización social.
Si fue o no malinterpretada o descontextualizada su frase, lo cierto es que en la mañanera de inicio de semana se sirvió con postre copeteado –Fox dixit–. Y dijo a su público en el Salón de la Tesorería: “¡Imagínense si no tengo trabajo!”
Luego abrió el librito de las descalificaciones:
“Ya cuando termine… Además, que sigamos concientizando para desterrar de nuestro país la corrupción, terminar de quitar la máscara a los conservadores corruptos, hipócritas, a los fifís, que se sienten de sangre azul, que se dan ínfulas de superioridad, que aún con su hipocresía no dejan demostrar que son racistas, clasistas, que discriminan, y dejar establecido que sólo siendo buenos podemos ser felices y entonces sí, ya a Palenque (a La Chingada, su rancho).
“O sea, que ofrezco disculpas por adelantado a nuestros adversarios, conservadores, me faltan dos años y medio, bueno, si así lo decide la gente, y voy a dedicarme a eso.
“Entonces, aquí como estamos llevando a cabo un proceso de transformación, nuestros adversarios, los conservadores, pues están desquiciados de veras, buscando todo para afectarnos; afortunadamente no han podido y se enojan más”.
Ni hablar, mujer, trais pistola, diría Chachita en diálogo con Pepe el Toro, pero esté o no cansado y con ánimo de irse a La Chingada, aunque aún no esté lista la Estación Palenque del Tren Maya, a Su Alteza Serenísima se le observa cansado, avejentado y hasta la madre.
Tooodos los días el mismo rollo, los mismos pasajes de la historia patria, los mismos clientes en el patíbulo del desprestigio y el libreto de la bachiller Ana Elizabeth García Vilchis.
Y se va a quedar, se va a quedar hasta 2024 porque, sustanció el mentís propio. “también si lo decide el Creador, la ciencia, no sabemos qué nos depara el destino, pero si termino mi mandato me he propuesto no dejar obras inconclusas y esto implica que debo de trabajar, como lo he dicho siempre, desde que llegué a la Presidencia 16 horas diarias para hacer, de seis años, 12 años”.
EL PATÁN. Y en este mañanera de inicio de semana, vale la pena citar un capítulo que confirma el nivel homofóbico del patán que es el licenciado presidente. Lea usted.
—¿La renuncia de Julio Scherer como consejero jurídico de usted está vinculado a (la denuncia de Juan Collado)…?—le preguntó un asistente a la mañanera.
—No, no, no hay ningún vínculo, no tiene que ver en nada—respondió Andrés Manuel.
—Entonces, no dejó la consejería por este caso—le refirieron.
—No, es que no había buena relación con la secretaria de Gobernación (la senadora entonces con licencia Olga Sánchez Cordero, ministra en retiro), no tenían buena relación (ella y Scherer) y yo necesitaba que me ayudaran para atender asuntos de tipo político, de relación con gobernadores, incluso con el Poder Judicial, con la fiscalía, porque hay asuntos de Estado, Ayotzinapa o los amparos, y necesitamos relaciones en lo fundamental, en los básico cuando está de por medio el interés general con el Poder Judicial, y necesitaba yo a una gente como Adán para resolver, y buscando que los equilibrios pues se decidió también lo de la Consejería Jurídica para resolver problemas—explicó el licenciado Duce.
Tal vez y sólo tal vez cayó en la cuenta de que procedió como un patán, pero en ese ánimo de corregir fue más allá.
“La licenciada Sánchez Cordero –pretendió corregir–, una muy buena persona, una profesional, pero había discrepancias y yo necesito tener a quien me ayude por entero y que se dedique en armonía con la Consejería Jurídica y con otras áreas a resolver problemas, atender problemas”. ¡Sopas!
Por supuesto, se esperaría una respuesta contundente de la hoy presidenta de la Mesa Directiva del Senado de la República, pero doña Olga Sánchez Cordero no se ha caracterizado por llevar la contra al licenciado presidente, no, al contrario, suele ser obsequiosa con el “señor presidente”.
¿Y qué con el caso de Pepe Ramón? ¿Exonerado por obra y gracia del apá presidente? La burda estrategia de apagar el escándalo echándolo bajo la alfombra, opera con guiones en los canales públicos de televisión, en uno de estos una jovencita sabelotodo recita un guion construido con asegunes y conjeturas bordadas en el tapete de la mentira.
¿Pañuelito blanco? No, no se parecen a los de antes, son peores y más con un jefe que, desde Palacio, opera cómplice, vengativo y rencoroso. ¿Es el turno de todos contra Scherer? ¡Ay, Andrés Manuel! Y vaya que lo llamaste hermano. Digo.
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