Ciudad de México, , 18 de Abril de 2024

“EL ALCOHOL ERA MI REALIDAD FICTICIA”

Ricardo Contreras
22 diciembre, 2021

Confesiones de un Alcohólico

“EL ALCOHOL ERA MI REALIDAD FICTICIA”

Por Catalina Guadarrama

En esta ocasión, Luis N., originario del Estado de México, comparte con nuestro público lector sus experiencias en el mundo del alcohol.

“Nací en San Salvador Atenco, cada año durante las fiestas patronales el alcohol forma parte importante del festejo y en cualquier parte hay que tomar. Tenía ocho años cuando probé una cerveza porque en las reuniones familiares veía como mi padre y mis hermanos se ponían alegres y tenía curiosidad de saber qué se sentía”.

Luis detiene su narración al recordar su niñez, con un gesto de añoranza y prosigue: “Debo comentar que el sabor del alcohol nunca me gustó, lo que realmente me atrajo fue el efecto que causó en mí, un exceso de confianza, ese mareo que provoca felicidad”.

Después de esa primera vez, pasó tiempo para que Luis volviera a probar el alcohol, así comentó, “Volví aprobar alcohol cuando terminé la secundaria, me puse de acuerdo con mis amiguitos, nos cooperamos para comprar una botella de ron, para luego irnos a casa de uno de ellos. Ahí fue mi primera borrachera real porque, en ese momento se me olvidó tiempo y el lugar donde estaba, (mi entrevistado detiene su charla y se ríe) me perdí con sólo tres copas, cuando se me bajó lo borracho era demasiado tarde, me dio mucho miedo, todavía ebrio me fui corriendo 4 kilómetros hasta llegar a mi casa; tenía miedo de que mi madre se diera cuenta y me regañara”.

La tercera es la vencida, Luis explica porque, “Aunque pasaría tiempo para volver a embriagarme, fue muy diferente, ya trabajaba y estudiaba, estaba en otra situación; cursaba el tercer semestre de la carrera técnica de electricidad industrial, en el Conalep de Indios Verdes, había unas vías al lado de la escuela; empezamos a tomar como a las 4 de la tarde, nuevamente perdí la noción del tiempo, no supe de mí, me desorienté fue primera laguna mental, ignoro como subí al camión, cuando desperté no sabía donde estaba, ya era de noche, no traía dinero me había gastado todo en la briaga. Cuando por fin, regreso a casa, el miedo me asaltaba porque no sabía de donde obtener dinero para la semana. Desde ahí cambió todo”.

Con gesto reflexivo, comenta como fue ese cambio y hacia dónde lo llevó, “El consumo de alcohol se fue incrementando porque se convirtió en un aliciente para mi persona, pues era retraído, tímido bebiendo era la única manera para desenvolverme, sólo con unas copas encima me animaba a sacar a bailar a una amiga, platicar con la gente, sólo así me sentía libre. Cuando se acababa el efecto de la embriaguez, me sentía solo, deprimido, no podía ser yo sin  alcohol; tenía una tremenda inseguridad para relacionarme en cualquier aspecto de mi vida”.

 Luis hace una pequeña pausa y continúa su narración, “La única manera de hacer amigos era a través de la bebida, por eso el alcohol fue algo muy importante en mi vida, era mi realidad ficticia, aunque estaba lejos de reconocer que ya tenía un serio problema con mi forma de beber”.

Así ya estaba en una carrera contra el tiempo para que todo comenzara a derrumbarse tomando a diario, el entrevistado explica, “En muy poco tiempo ya bebía todos los días, aunque trabajaba no me importaba nada sólo quería estar alcoholizado, mi comportamiento fue cambiando, me volví agresivo, todo me ofendía, nadie me comprendía y fui violento con mi madre y mi mujer a quienes no respetaba”.

Luis detiene la charla, mueve la cabeza como negando la situación, “No llegaba a casa, andaba en las cantinas, en el fondo sabía que no estaba bien y comencé, hacer juramentos para tener periodos de abstinencia que nunca pude cumplir”.

A los 17 años ya necesitaba ayuda. “Un tío me pasó el mensaje de AA, pero a esa edad yo decía: “soy joven, me falta mucho por vivir”, me sentía superior porque algunos que estaban en el grupo habían pertenecido al escuadrón de la muerte del pueblo, “eso es para teporochos y yo no soy; esto no es para mí”. “Pensaba que tenía el control sobre la bebida, era una total mentira, pues una vez que tomaba una copa no paraba hasta quedar perdido”.

Luis reflexiona y hace un recuento de su vida, “muchas veces por miedo de que mi madre me viera borracho, me quedaba en la calle acostado o recargado en un poste hasta que se me bajara, no tenía pena de nada y si al despertar encontraba alguien con quien seguir bebiendo, no dudaba en ponerme briago de nuevo, sin importarme nada”.

Para su esposa, la vida marital no fue buena, “Desde el principio del matrimonio, lastimé a mi esposa cuando estaba embarazada, gracias a Dios mi hijo nació. Menospreciaba que viviera conmigo, no quería verla sólo me interesaba estar ebrio. Agredí también a mis padres, a toda mi familia, pues salía huyendo de la casa cuando no me dejaban seguir tomando, en la cruda tenía un sentimiento de culpa y juraba no volver hacerlo, pero me engañaba mi mismo”.

Regresó AA una segunda ocasión, Luis reconoce, “Estuve 7 mese en el grupo, pero no tenía el sincero deseo de dejar de beber, por más que me decían y me identificaba con las experiencias de los compañeros, regresé a la bebida pero ahora fue peor, porque dejé de trabajar y cuando lo hacía era para conseguir dinero y seguir tomando, tuve varios accidentes automovilísticos, visitaba a los clientes que también les gustaba el trago, a veces las crudas eran tan intensas que no tenía fuerza para levantarme del piso o de la cama y permanecía tirado donde estuviera”.

Comenzó a tocar fondo, “Los accidentes, no trabajar, exponer a mi familia, las terribles crudas, el rechazo general de la gente a mi alrededor me hizo comprender que debía dejar de beber a los 23 años, porque estaba perdiendo todo lo importante en mi vida”.

Regreso definitivo AA, “Regresé al grupo de AA, y todo había cambiado, ya no había gente mayor, ahora eran jóvenes como yo. Fue difícil quedarme, porque aún con tantos problemas por el alcoholismo, seguía negando la verdad. “Además, ya padecía lagunas mentales constantemente, la mayoría de las veces perdía lugar, tiempo y forma; sabía cómo empezaba a beber, pero no recordaba nada más. Sabía que todo estaba mal porque mis amigos de borrachera ya no querían tomar conmigo, a veces la familia mi padre me obligaba a pedir disculpas por algo que había hecho porque no recordaba nada; hubo ocasiones en que despertaba en la regadera porque mi padre me encontraba en la calle y me llevaba directo al baño para que reaccionara porque yo era un zombi”.

AA representó un camio de vida para Luis, “Quedarme en AA, fue la decisión más grande e importante en mi vida, me ayudó en todo para darme cuenta de que no es necesario llegar al grado de teporocho, ya que pude detenerme a tiempo; así como yo hay mucha gente joven y tengo la oportunidad de ayudarlos con los 12 pasos del programa. Ahora la juventud está muy acelerada y ojalá se den cuenta a tiempo. En AA pude recuperar mi fe en Dios y eso es preciso para ayudar a los demás. Hoy vivo tranquilo con mi esposa, hijos y nietos; muy fortalecido porque soy una persona útil y tengo propósitos como mi negocio propio, siempre sirviendo a la gente. Dejé a esos demonios que siempre me atormentaban, hoy han desaparecido. Con AA pude reintegrarme a la sociedad”.

Alcohólicos Anónimos, Sección México,

ofrece una Alternativa de Solución para

quien sufre la enfermedad del alcoholismo. 

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