EL RECUERDO DEL SAZÓN DE “PULPO A FEIRA”, PLATILLO SIN IGUAL, ARRAIGA EN QUIEN VISITA O CARBALLIÑO
* Cocinar el pulpo es la mayor devoción en Carballino, sitio que tiene particulares atractivos
/Victoria González Prado/
¡Caray!, hace buen rato trato de platicarles de un guiso de recóndito sitio de la Península Ibérica. Se me ha dificultado mucho porque no más de recordarlo se me hace agua la boca y me extravían las vivencias que tuve el día que lo comí la primera vez. Pero ya superé ese problemilla. Se trata de un platillo a base del octópodo que todo mundo conoce, y se llama “Pulpo a feira”.
De acuerdo, en muchos países hay regiones donde guisan rico el pulpo, pero no tanto como ese cuya elaboración es arraigada tradición de los lugareños del ayuntamiento de O Carballiño –nombre gallego. No tiene acceso al mar –está a 28 km de Orense y a 75 km de Pontevedra– y es único lugar de la provincia gallega completamente interior, pero, curiosamente, es allí donde se prepara el mejor “Pulpo a feira”.
De las fiestas más representativas y “deliciosas” que hay en Carballino –castellanizado– es precisamente la del pulpo, que tiene fama mundial y cada año, sin excusa ni pretexto, rompe su propio récord Guinnes.
El pulpo está presente en todas las ferias y romerías de Galicia, donde es preparado de la forma tradicional: cocido, bañado con aceite de oliva, aderezado con pimentón y sal de mar, servido sobre tablas de madera. No hay duda alguna que el mejor pulpo elaborado se come en ese ayuntamiento.
Sábados y domingos de todo el año hay puestos permanentes de venta de “Pulpo a feira” por las calles de las ciudades y pueblos gallegos. Sin embargo, los que saben de ello, y yo, aseguramos que existen diferencias notorias en el sabor del que se prepara en Carballino
Hablamos con Diego Fernández, concejal de Cultura del ayuntamiento, con la intención de que nos contara por qué Caballino, pese a ser el de las profundidades de Galicia, es famoso por la preparación del pulpo. Dijo que “fueron los arrieros quienes llevaron el pulpo seco al monasterio de Santa María la Real de Oseira –mejor conocido como monasterio de Oseira– y los monjes lo utilizaran como moneda de cambio”. Con este cefalópodo emprendieron la comercialización en las tierras de Carballino.
Las circunstancias llevaron a casi la totalidad de los habitantes a dedicarse a preparar “Pulpo a feira” que muy pronto se convirtió en oficio que todos dominan, con la idea de que “hay que saber cocerlo en su punto, cortarlo y prepararlo como es tradición: sal, aceite de oliva y pimentón dulce y/o picante”, comentó Diego.
La verdad, sospecho que además de los ingredientes tradicionales los pulperos carballineses tienen ese “toquecillo secreto” que le da corte perfecto, suavidad y sabor exquisito e inigualable.
Con el tiempo las mujeres de la localidad se convirtieron en expertas y, tijeras en mano, mostraron no sólo su habilidad y rapidez para cortarlo y cocerlo que pareciera “pecata minuta”, pero es más difícil de lo que les cuento. Así, empezaron a llamarlas “polbeiras” (pulperas) y su presencia en ferias y fiestas alejadas de la región fue cada vez mayor porque su arte culinario se popularizó por toda Galicia, incluso por toda España y más allá de sus fronteras.
Diego Fernández nos contó que la ya famosa fiesta del pulpo, que en 2019 recibió más de 100 mil visitantes, se debe a la iniciativa de “grupo de amigos de Carballino. Un buen día se reunieron frente a plato de buen tamaño rebosante del suculento “Pulpo a feira” y decidieron reunirse cada año hasta que acordaron hacer fiesta en torno del platillo e invitar a todo el mundo.
Esa “idea de amigos” cobró tal importancia que en 1969 fue declarada “Fiesta de Interés Turístico Nacional”.
Yo soy fan del “Pulpo e feria”. Desde que lo comí la primera vez me gustó tanto que cada vez que puedo acabo con dos o tres raciones de ese delicioso platillo. Y ya saben: se me hace agua la boca con sólo imaginar el plato de madera bien abastecido con ese vecino del reino de Neptuno.
No soy la única en hablar maravillas de del “Pulpo a feira” pues a muchos trotamundos los he escuchado decir que la mejor preparación es la que hacen las pulperas de Carballino, que hoy continúan la tradición de llevarlo sábados y domingos por toda Galicia.
La crisis sanitaria en 2020 obligó a suspender la tradicional romería del “Pulpo a feira”, que cada verano convierte a Carballino en lugar de peregrinación.
Los habitantes de Carballino quieren recuperar la fiesta este año 2021, por supuesto adaptada a las actuales circunstancias y restricciones sanitarias, y se están preparando para encontrar la mejor forma de realizarla.
Por supuesto, en la Ciudad de México hay algunos sitios donde se puede disfrutar de este suculento platillo. No con sazón como el de las vecinas de Carballino, pero da perfecta idea de aquella delicia. En algunos de esos restaurantes que sirven al aire libre se debe hacer reservación previa, o tal vez comprarlo y llevarlo para comer en casa.
La verdad, a O Carballiño hay que ir antes, durante y después de la feria del pulpo. Para degustarlo en distintos lugares y al mismo tiempo disfrutar los atractivos del ayuntamiento.
Dicen que en Carballino hay “devoción” por el pulpo y no me extraña pues se ha convertido, como nos dijo Diego Fernández, concejal de cultura, “es arte desde el cómo cocerlo, cortarlo, colocarlo en plato de madera de pino y aderezarlo”.
No hay rivales, no hay otros lugares, no existe ningún sitio en Galicia o en España, donde el pulpo se prepare como en O Carballiño, y no debemos olvidar que es el lugar más interior de toda Galicia. Y qué decir de la fiesta, este 2021 será un agosto diferente, romería distinta que no por ello dejará de ser importante.
La pandemia llevó al mundo entero a encerrarse, a cuidarse, y las pulperas de la localidad no están exentas de la inactividad; pero como plantea el dicho “lo que bien se aprende jamás se olvida”. Y ante la posibilidad de que en este año se reanude la fiesta, ya están afilando las tijeras, buscando los cazos y comprando lo necesario para efectuarla con todas las de la ley.
No sabemos si podrá hacerse esa tapa de pulpo gigante que les ha valido innumerables récords Guinnes, pero lo casi seguro es que habrá fiesta en torno del pulpo y sus suculentos tentáculos.
Y no olvidamos que en 2019 se cocieron 500 kilos de cefalópodos cortados con las tijeras de hábiles pulperas en tiempo récord: 11 minutos y siete segundos, en enorme plato de madera de pino de 5.37 metros de diámetro.
Y si ya estás planeando llegar a Carballino, por favor llega en ayunas, llega con hambre para que puedas comer pulpo hasta hartarte, puedes acompañarlo con pan de Cea, vino del Ribeiro y “cachelos” (papas cocidas). “Barriga llena corazón contento”, y para completar la satisfacción nada mejor que recorrer los atractivos del lugar, que son:
El templo de la Vera cruz, que mezcla estilos como el gótico y el románico. Construido con materiales de la comarca como granito y pizarra.
El Pazo de Banga, casona en la que habitaron personajes relevantes como la novelista coruñesa Emilia Pardo Bazán. Es propiedad privada, no se puede visitar su interior, pero si admirar el exterior.
A la orilla del río Arenteiro está el Parque Municipal de O Carballiño –de casi 37 hectáreas–, con grandes avenidas, plazas y senderos rodeados de espacios verdes con fuentes y árboles de hasta 30 metros de altura.
El parque etnográfico do Arenteiro, espacioso entorno verde, que se ha convertido en la zona de recreo más frecuentada de la comarca. Hay mesas y bancos de piedra, fuentes de agua potable y parrillas. También restaurante y camping con búngalos.
Su interés etnográfico reside en el conjunto Muiño do Anxo (molino del ángel) y Muiño das Lousas (molino de las losas), hoy convertido en cantina.
La Pena dos Namorados(Peña de los enamorados)es de los rincones más pintorescos de Carballino. La forman enormes rocas de granito coronadas por una de ellas. Lugar lleno de leyendas de amor.
Los historiadores creen que había asentamiento del Paleolítico y, por los objetos hallados, aseguran que la Pena dos Namorados fue utilizado por los primeros pobladores de estas tierras como monumento mágico-religioso.
El Castro Cavadoso, con su castillo, murallas y viviendas situado junto a un robledal, del que sólo se conservan algunos restos, aunque se ha recuperado parcialmente.
El Ponte Longal de Ponte Veiga (puente largo de Ponte Veiga) cruza el río Arenteiro en uno de sus puntos, es el puente más importante de la comarca por su antigüedad, pues data del siglo XII-XIV, y es uno de los más pequeños.
Carballino creció gracias a su renombrada feria, el turismo aumentó a la vez que lo hacía la fama de sus aguas termales y de su gran balneario, el más importante de los tres con los que cuenta.
El Pabellón de Agüistas es de los edificios más importantes del recinto, pues acoge el manantial de aguas medicinales que brotan a 26 grados centígrados y se recomiendan para afecciones hepáticas e intestinales. Junto a él, la Casa de Baños, de 1900, con las principales instalaciones del complejo, recientemente renovadas.
Otro de los balnearios es el Caldas de Partovia, uno de los más antiguos de Galicia, construido en 1842, del que se cree que sus aguas fueron utilizadas por los romanos en su paso por la provincia de Ourense.
A poco menos de 20 kilómetros de Carballino está el monasterio de Oseira, en el municipio de San Cristóbal de Cea, que ha tenido gran influencia en la comarca a lo largo de la Edad Media. Su orden monástica tenía a la población local bajo su yugo. Se conoce su existencia desde el año 1137.
Hoy el monasterio en perfecto estado se puede recorrer y es una de las mejores visitas que se pueden hacer en los alrededores.
Si puedes ve a Carballino; si ya fuiste, seguramente tienes muchos deseos de volver y disfrutar otro plato de pulpo antes de llegar a descansar. Garantizo que nunca olvidarás el sabor de ese platillo.