CARTAS DESDE CHICAGO
HAPPY NEW YEAR COVID
/Rogelio Faz/
Hace aproximadamente un año se daba a conocer la pandemia del coronavirus 2019 en humanos. Subestimarla fue uno de los factores que dieron lugar a que se propagara. Una de las primeras recomendaciones para evitar el contagio consistía en lavarse las manos por 20 segundos y, para calcular ese tiempo se sugería cantar el ‘happy birthday’ dos veces.
Pues bien, con el fin del año 2020 el covid-19 cumple su primer año, y más que andar a gatas pareciera que llega a su adolescencia rebelde. Esperemos se esté a tiempo para que no se vuelva más mañoso con la edad.
Para determinar si hay tiempo y evitar daños mayores, en gran medida va a depender del ejemplo y la conducta de nosotros los adultos.
Se espera que unas vacunas sean la solución para controlar la pandemia ¿pero que de sus mutantes Covid-20, 21 y los que sigan?
En estas fechas la mayoría celebra la Navidad en familia y da la bienvenida al año nuevo con besos y abrazos, con la esperanza de un futuro mejor. Es evidente que muchos deseos o “resolutions” quedaran en eso: deseos.
Una de las condiciones para recibir al año nuevo es ser optimista, pero también hay que ser realistas.
A como van las cosas se perciben malos augurios, pues los principales encargados de dar el buen ejemplo como es el caso de algunos funcionarios públicos: presidentes, gobernadores y de ahí para abajo, lejos de ser el ejemplo como usar mascarillas, mantener la distancia o informar con datos reales, por su afán de dar una imagen de seres inmunes; de ser diferente al resto de los mortales, desestiman las recomendaciones.
El colmo es cuando un profesional de la salud no sigue ni sus principios éticos como medida precautoria.
Hay jóvenes que a pesar de su edad tienen la madures y visión suficiente para cuidarse a sí mismos, para eso se necesita disciplina, prudencia y responsabilidad.
Eso a temprana edad es una virtud que pocos tienen. En otras palabras, esos vástagos acabaran por dar el ejemplo a los adultos inmaduros que nunca aprendieron a escuchar a los demás.
Resulta ocioso mencionar quienes son esos personajes de arrastre popular que con su actitud parece están en edad de gatear o entre más viejos se ponen, salen con explicaciones infantiles.
Que, ante los señalamientos responden con otra tontería, como ya saben quién, que, para salir a las críticas y a manera de réplica recurre a argumentos que no tienen nada que ver con el tema ¿replica? Infantilismo, o sea, chocheando.
‘La luz al final del túnel’ o ‘el principio del fin’, son frases supuestamente con la intención de dar esperanza y que pronto saldremos de esto. Pero eso más bien aplican cuando se va ‘al más allá’.
Hasta en los países considerados del primer mundo donde no cabían los caudillos populistas, el “selfish” de ‘primero yo y después yo’, que todo se haga a capricho es característico de los egoístas.
Como si fueran bebés malcriados cuando cumplen el primer año de edad, con berrinches pretenden imponen sus necedades. Por lo que habría que cantarles el ‘happy birthday’ con mucha paciencia el tiempo que sea necesario con la intención de lavarles el cerebro en lugar de las manos, para esperar un “happy new year”, con diagnostico reservado.