Mochila Política
A los amigos, justicia y gracia …
/Por Héctor Moreno/
Quizá sea la mejor frase para refrendar la génesis de este gobierno y comprender el manejo mediático de los casos Emililo Lozoya y Genaro García Luna.
Es necesario reiterar el antecedente: Andrés Manuel López Obrador es un producto del viejo sistema priista, no es un político formado ni nunca militó en la izquierda, él pertenece a la corriente que postuló el nacionalismo revolucionario (una especie de socialismo a la mexicana), ensayado con distintos matices en los sexenios de Lázaro Cárdenas y Luis Echeverría Alvarez.
Su interpretación de la historia, los sucesos, los héroes oficiales son parte del viejo discurso del priato de 71 años, Morelos, Madero, Lázaro Cárdenas y, sobre todo, Benito Juárez.
Su praxis política denota el mismo manejo del viejo priismo, aunque con un discurso populista, mesiánico.
Uno de las reglas no escritas de ese viejo sistema donde se formó y se ubica la génesis de su grupo eran el manejo discrecional de algunas situaciones relevantes para alinear a otros factores del mismo sistema.
La detención espectacular del líder petrolero Joaquín Hernández Galicia en enero de 1989 al inicio del sexenio de Carlos Salinas de Gortari y la de Raúl Salinas de Gortari al inicio del sexenio de Ernesto Zedillo en marzo de 1995 son algunos ejemplos de esos manejos.
Sus detenciones fueron producto de ajustes al interior del sistema, con una gran despliegue publicitario, pero en los cuales los principales acusados resultaron absueltos al paso del tiempo.
Ahora, en este gobierno, los casos de Emilio Lozoya Austin y el de Genaro García Luna y su amigos siguen pasos similares a los de antaño.
Ambos personajes provienen de las entrañas de ese mismo sistema; el padre del primero fue amigo de la juventud de Carlos Salinas de Gortari y disfrutó el esplendor del regreso al poder en el sexenio de Peña Nieto, caracterizado principalmente por la corrupción, mientras que el segundo es un policía formado desde fines de los ochenta en el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (CISEN), conocedor y operador de los drenajes políticos.
La causa penal donde se involucra a Lozoya fue abierta desde el sexenio pasado tras un aparente rompimiento con Peña Nieto y Luis Videgaray, mientras que García Luna fue intocable en el sexenio pasado, varios de sus más cercanos fueron integrados en el gobierno federal y algunos estatales en materia de seguridad sin ningún cuestionamiento de parte autoridad alguna.
García Luna fue detenido en Estados Unidos y recientemente dos de sus mejores amigos fueron encausados penalmente en el vecino país, Luis Cárdenas Palomino y Ramón Eduardo Pequeño García. En México comenzaron las investigaciones hasta que el gobierno de Estados Unidos lo pidió.
Las excepciones en el trato a los personajes involucrados han sido más que evidentes en el caso de Lozoya, quien tras ser extraditado de España fue internado en un hospital privado aparentemente para atenderse males crónicos y una anemia; después firmó digitalmente y se fue a su casa, desde donde seguirá su proceso.
Aunque por García Luna ya nada pudo hacer este gobierno, por los acusados de complicidad destacan algunos detalles publicados el viernes pasado en un reportaje publicado en el portal de Aristegui Noticias en donde se dan los nombres de siete actuales funcionarios de la Fiscalía General de la República que forman parte del clan del ex secretario de Seguridad. El límite casi llega a la bural, pues el responsable de ubicar a Cárdenas Palomino es… su compadre.
Otro elemento que pesa en esa trama de los policías es que Cárdenas Palomino, tras terminar el sexenio de Felipe Calderón se convirtió en el jefe de seguridad de las empresas de Ricardo Salinas Pliego, dueño de TV Azteca, miembro del Consejo Asesor Empresarial de la Presidencia, invitado a la cena con el Presidente Trump en Washington.
Hasta ahora, salvo la filtración que acredita que la Unidad de Inteligencia Financiera les congeló las cuentas desde hace siete meses a Palomino y ha guardado, ningún otro dato se conoce en México y este es el punto central, un grupo de policías que actuaron en conjunto por décadas, cuyas fechorías cometieron en agravio de la sociedad mexicana no son investigados en México, sino en Estados Unidos por protección al grupo de Joaquín “El Chapo” Guzmán.
Policías forjados al amparo del viejo sistema, adoptados por Vicente Fox encumbrados por Felipe Calderón, soslayados por Peña Nieto son usados propagandísticamente para atacar a la oposición, sin distinguir entre Calderón, su nuevo partido y el PAN, donde militó desde su juventud. Pero al viejo sistema y Peña Nieto, nada.
Lo mismo en el caso de Lozoya, las filtraciones apuntan hasta ahora al panismo y a algunos otros personajes de la oposición, pero al priismo y a Peña Nieto nada, es más, hay algunos especialistas que aseguran que si la intención es encausar al expresidente priista de haber recibido sobornos de Odebrecht en su campaña en 2012, esos delitos ya prescribieron.
Una diferencia fundamental y puede ser también relevante con los caso del viejo sistema es que las acciones eran emprendidas por la Administración entrante para sacudirse a su antecesor y su grupo, pero ahora no es así, el actual régimen no ha iniciado las acciones legales en contra de ninguno de estos personajes.
Sin embargo, los pasos seguidos hasta ahora solo benefician a quienes provienen de donde proviene este gobierno: del viejo sistema priista.
Héctor Moreno Valencia