CARTAS DESDE CHICAGO
La esclavitud de la violencia
/Por Rogelio Faz/
Todo el mundo ha sido testigos de la violencia como protestar contra la violencia. Así que, habría que hacer hincapié en la brutalidad policiaca pero también la protesta civil, tras la muerte del afroamericano, George Floyd, “a manos” de un policía blanco supuestamente por racismo.
Ahondar más sobre los detalles de la muerte seria redundante, no obstante, si habría que analizar las circunstancias del porque se ha llega a este punto una y otra vez y seguramente seguirá sucediendo.
¿Los blancos siempre son los abusadores de los negros o “hispanos”? No parece que esto sea muy realista o, ¿la gente de piel oscura tendemos a ser problemáticos? Aunque así fuera, nada justifica morir en la calle en manos de nadie.
Lo que si es cierto es que los afectados casi siempre nos hacemos los mártires más allá de la culpa razonable de los policías. Esto no justifica que alguien con autoridad venga y nos meta un balazo o nos estrangule sin más ley que su voluntad.
La comunidad negra en Estados Unidos es muy sensible en este aspecto, pero tampoco es un secreteo que hacen muy poco para remediar sus propios males. Uno de sus argumentos preferidos son la discriminación y el racismo y, a costa de esto se abren paso.
A todo esto ¿qué tan racista son los negros? Cuando se socializa con ellos son muy amigables y risueños; son una perita en dulce. En contraste cuando están en grupo su actuar deja mucho que desear, es más, si a usted lector se le ocurre caminar por uno de sus barrios, su osadía es probable que le haga ver su suerte por el hecho de no ser de su raza.
En cambio, en la gran mayoría de los casos, los de «color» si pueden transitar en un barrio blanco, hay que reconocer que su presencia despierta suspicacia, pero es su antecedente.
En las manifestaciones violentas y pacificas participan negros, blancos y cafecitos exigiendo justicia, y se manda el mensaje de hay que ser más tolerantes, pero ¿cuánto? ¿esto mejoraría la seguridad? ¿Qué la policía cambie primero y nosotros después? Se ve difícil.
Con el argumento del abuso el objetivo se dirige en ganar espacios y concesiones. La muerte de Floyd ha sido un ejemplo de ello, lo han glorificado al punto de ponerle alas y halo de ángel, al pie de su imagen se ven múltiples veladoras y flores: un auténtico mártir de la brutalidad policiaca.
La sociedad en general como las instituciones se ven forzadas por las circunstancias a compensar los agravios, pero casi siempre los afroamericanos quedan a deber, claro, sin generalizar.
Pero como la protesta violenta rebasa el derecho de la manifestación, con muy poco riesgo de hacerse responsable por los daños, la amenaza sigue vigente.
Lo que no sucedió cuando en uno de esos arrebatos violentos de exigir «justica», los ofendidos justicieros afroamericanos en su afán de causar destrozos y saqueos en el suburbio de Cicero, mataron a balazos a dos paisanos por estar al pendiente de su barrio; Víctor Cazares de 27 años de edad y José Gutiérrez de 28 años.
¿Y los reclamos de indignación de la comunidad cafecita por estos asesinatos? ¿Han pedido disculpas los líderes negros? No, pero la comunidad «brown» se unió al reclamo de justica y honores a George Floyd a la vez que se ignoraba hasta el nombre de los paisanos abatidos que solo les pusieron una o dos veladora donde cayeron abatidos, eso indigna, ofende y asfixia.
Esa violencia es una cadena de esclavitud que se arrastra. Más que pedir justica está la de aplicar la propia tan brutal o más que la propia policía abusiva.
Todo esto no va a cambiar sino es que a empeorar. Los agentes uniformados racistas o no, blancos o negros no se van a quedar con los brazos cruzados o acorralados temblando de miedo. De por hecho que las humillaciones a las que se les ha expuesto va a tener consecuencias, para seguiremos encadenados donde todos somos esclavos.
Mire, que hasta en México se llegó al extremo con el mismo argumento para justificar la destrucción y estar a tono con el país ejemplo de democracia.
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