domingo, noviembre 24, 2024 - 1:28 pm
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EL PRESIDENTE 6 POR CIENTO

Columna El Quinto Patio

El presidente 6 por ciento

Por Carolina Vásquez Araya

Sebastián Piñera ha alcanzado el récord más bajo de aceptación para un mandatario.
Cuando el nivel de aprobación de un gobernante se reduce hasta índices tan bajos como el 6 por ciento
alcanzado por el presidente de Chile, Sebastián Piñera, el restante 94 por ciento debe interpretarse
como un franco rechazo a su administración. Esto lo entiende cualquier lego. Sin embargo, la tozudez
de este empresario -cuyo afán de aferrarse al mando denota su ambición desmedida por el poder-
mantiene a ese país en un constante estado de emergencia, paralizado por las protestas en las cuales se
pueden observar reiteradas violaciones de los derechos humanos cometidas contra la población con
total impunidad por las fuerzas policiales.
En el escenario mundial, la contundencia de las manifestaciones ciudadanas a todo lo largo de Chile ha
despertado una enorme ola de solidaridad con ese pueblo. Por primera vez en su historia, la población
ha llegado a constituirse como un cuerpo sólido integrado por habitantes de todos los sectores, capaz de
poner en jaque al más depredador de los sistemas económicos –el neoliberalismo- y haciendo tambalear
el poder hegemónico de los círculos de poder al plantarse de frente contra sus abusos. El estado de total
negación de Piñera, por lo tanto, constituye una trasgresión contra las bases mismas del sistema
democrático al transformar el suyo en un régimen similar a la dictadura pinochetista con desapariciones
forzadas, asesinatos y secuestros a mansalva.
El caso no es único. También el presidente francés, la actual dictadura boliviana y la administración
autoritaria y de extrema derecha de Brasil, entre otros, se encuentran arrinconados con un mínimo
porcentaje de aprobación, del mismo modo como otros mandatarios cuyas prioridades se alejan de los
intereses de la ciudadanía para proteger los de las clases dominantes y las grandes multinacionales. Lo
que está en juego, entonces, es la supervivencia de los Estados democráticos, asediados desde hace
mucho por una especie de súper gobierno ejercido por la cúpula económica mundial bajo la sombrilla
siempre alerta del Departamento de Estado.
El mayor peligro de este sistema depredador es la pérdida progresiva del poder ciudadano. Es decir, los
sistemas se han modificado con el propósito de garantizar beneficios a sectores poderosos por medio de
una legislación ad hoc cuyo objetivo es reducir las posibilidades de participación de las grandes
mayorías en las políticas públicas; uno de los más importantes espacios en donde se aplican estas
tácticas es la privación de acceso a educación de calidad y a servicios básicos, dado que en una
ciudadanía informada y activa reside el mayor peligro para los planes hegemónicos de los grupos de
poder. Por el contrario, una población reducida a la supervivencia jamás tendrá la energía ni el tiempo
necesarios para ocupar el lugar que le corresponde en los asuntos públicos.
El caso de Chile se eleva como un ejemplo de cómo los abusos de poder logran sacar al pueblo de un
estado de apatía para transformarlo en un fuerte protagonista en los asuntos que le competen. Es
preciso resaltar el papel fundamental de la juventud chilena, cuya fortaleza y perseverancia ha sido
capaz de poner en jaque al poderoso sistema que a lo largo de los años le ha ido quitando espacios de
participación para mantener un estatus orientado a satisfacer intereses corporativos y guetos políticos
contrarios a las más importantes iniciativas de desarrollo social. Otras naciones en similares
circunstancias ven hacia el Sur como un espejo en donde aspiran reflejarse.
La juventud es la protagonista indispensable en todo proceso de cambio.
[email protected]
www.carolinavasquezaraya.com

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