”Víctima Crónico”, un síndrome más de la Transformación de 4ª
*Urge ayuda profesional
Por Luis Repper Jaramillo*
El 17 de octubre de 2019, en Culiacán, Sinaloa, y los días subsecuentes evidenciaron la patología psíquica que padece Andrés Manuel López Obrador, de suyo, un problema de salud mental que, en un país democrático, desarrollado, maduro, impediría que siguiera en el poder, por el alto riesgo social, internacional, político que corremos más de 126 millones de mexicanos, por decisiones e inconsistencias de quien ostenta la Banda Presidencial.
A casi 11 meses de asumir el cargo, López sigue jugando al “candidato”, no le cae el 20, que el 1 de diciembre de 2018 protestó ante la nación asumir la Presidencia, cumplir y hacer cumplir la Constitución, pero a esa distancia la juramentación, no la cumple, sino la viola y no es capaz aceptar sus errores, indecisiones, incapacidad y ocurrencias; en pocas palabras, es un sujeto que tiene una atrofia mental, que esconde culpando a los demás de los fracasos de la Transformación de 4ª.
El asunto no es menor… desde luego que no, porque un enfermo no debe gobernar una nación pues la ciudadanía está a un tris de tomar una decisión contundente para frenar y acabar con un gobierno ocurrente, simplista, banal, inconsistente que tiene sumido a México en inseguridad, desempleo, economía estancada –a punto de la recesión- pobreza y pobreza extrema, encono, miedo y descontrol en el quehacer social.
Ya en otras entregas hemos mencionado que el inquilino de Palacio Nacional, no está bien de sus facultades mentales. Describimos 5 patologías mentales. Sólo citaré cuales, para luego abundar en otra que lo retrata tal cual, cuando cada mañana se victimiza para resaltar su soberbia y protagonismo, sin que dé soluciones a las asignaturas pendientes que ofertó como candidato, presidente electo y constitucional, en aquel discurso (mentiroso) del 1 de diciembre en San Lázaro y luego en el Zócalo de la CDMX.
Ya los expertos en padecimientos mentales precisaron los 5 problemas alojados en la cabeza del señor López: Oligofrenia, Esquizofrenia, Paranoia, Dislalia y Disartria, contemplados y explícitos en el DSM4, el Manuel de psiquiatría de organismos mundiales para describir conforme a Derecho Profesional, el diagnóstico y conclusiones de un estudio psiquiátrico, psicológico, mental.
Pero, para entender mejor el 6º síndrome mental de Andrés Manuel, pongamos en el contexto varios sucesos que evidencian esa conducta. Citaré sólo tres en los que evade su responsabilidad y CULPA a otro u otros lo mal de su conducta y errores de su fallido gobierno.
El primero cuando en el primer mes de gobierno, convocó, a través de Morena (su negocio familiar) a una “Consulta Popular” para determinar si suspendía las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, en Texcoco e impulsar el de la Base Militar, en Santa Lucía, Estado de México. De suyo, fue la primera violación a la Constitución, ya como mandatario, pues la figura consulta popular, no estaba incluida en la Carta Magna… pues le valió y se salió con la suya.
De origen el procedimiento era violatorio, al que sumó que ese ensayo fue diseñado, auspiciado, organizado, aplicado, contado, sin papelería oficial, no avalado por el INE, practicado por su partido político, Morena, que incluso se viralizó un video, en donde miembros de Morena, encargados de las mesas de recepción, marcaban las papeletas con el SÍ, de manera escandalosa, vergonzante y fraudulenta.
Días después al dar a conocer la contabilidad del engaño; viene la patología del tabasqueño, señaló que el SÍ a suspender la obras del NAIM e iniciar las de Santa Lucía, López argumentó que la gente decidió, que él no había influido en el resultado, dejando a terceros la decisión; cuando era evidente, claro, flagrante que desde su campaña electoral adelantó que clausuraría los trabajos en Texcoco, porque era su decisión, argumentando corrupción del gobierno priista de Peña Nieto.
No tuvo los “tamaños” para informar que por su capricho Texcoco NO, Santa Lucía VA, se escondió en otros, para no asumir responsabilidad, por si fracasa Santa Lucía.
Uno más. El 17 de octubre, en calles de Culiacán, Sinaloa, se vivieron 12 horas de terror, pánico, desesperación, abandono, desamparo, valemadrismo de autoridades de los tres niveles de gobierno, federal, estatal y municipal, cuando sicarios de varios Cárteles de delincuencia organizada, encabezados por los del Pacífico, de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” Guzmán, presionaron a la Guardia Nacional liberar a Ovidio Guzmán López, hijo del primero, capturado por las fuerzas especiales en un fallido operativo federal ordenado desde la Ciudad de México.
Para evadir su responsabilidad, y nuevamente culpar a otros, del fracaso y vergonzoso episodio, López Obrador salió con el peregrino (por no decir la palabra exacta) argumento de “no estuve enterado del operativo” y dejó en manos del gabinetazo de (in) seguridad la culpa de la torpeza. El resto de la historia es del dominio público.
Tercer ejemplo y último. Mientras estaba en su sufrible mañanera en Palacio Nacional, un grupo de presidentes municipales de varios estados del país, PRI, PAN, PRD, llegaron a la Puerta Mariana en busca de una reunión con López, como respuesta, los ediles fueron rechazados, empujados por elementos militares de seguridad del inmueble. Cómo no cedían, los custodios, desde dentro y entre abriendo el portón, rociaron con gas lacrimógeno en rostro, cuerpo y al aire a los funcionarios que sólo pedían audiencia para solicitar recursos económicos para sus alcaldías.
Humillados, zarandeados y agredidos con gas, los munícipes recularon, protestaron ante la intolerancia de la Transformación de 4ª, de no escuchar ni resolver su problema financiero que les cortaron fondos para obra pública, seguridad, salud, pavimentación y otras prioridades –no para los alcaldes- para los ciudadanos de esos lugares.
Cuando los reporteros preguntaron a López por esa actitud agresiva, cobarde, intransigente, déspota, arrogante de su gobierno, se fue por la fácil: culpó a terceros de los hechos. Acusó que fueron los soldados que cuidan Palacio Nacional quienes tomaron la decisión de agredir a los funcionarios.
Más aun, quitándose responsabilidad –ni siquiera de escucharlos- dijo que él no tenía la solución, que fueran a hacer su mitote, a la Cámara de Diputados, que es en donde se aprueba el presupuesto. Pero Andrés Manuel, evade que él hace la propuesta y ordena autorizar, tal cual, la envía a los holgazanes, haraganes, buenos para nada, incompetentes, levanta manos, diputadetes de la LXIII Legislatura, de mayoría Morena. Tiró la piedra, escondió la mano.
Como se leyó, en ninguno de los tres ejemplos, asumió su responsabilidad.
Pues bien, tal actitud de López evidencia el síndrome “victimismo crónico” que asume una persona disfrazada de FALSA VÍCTIMA de manera consciente o inconsciente para simular agresión inexistente, culpar a los demás, liberándose de toda responsabilidad.
El victimismo crónico no es una patología, pero desemboca en trastorno PARANOIDE, cuando la persona INSISTE en culpar continuamente a otros de los males que padece. Esta forma de culpar al mundo conduce a una visión pesimista de la realidad.
López Obrador con su actitud alimenta sentimientos negativos como ODIO y RENCOR que desembocan en victimismo agresivo. El sujeto que padece esto no se limita a lamentarse sino ataca y acusa a los demás, mostrándose intolerante, vulnera constantemente sus derechos como persona.
La radiografía de AMLO (víctima crónica):
1.- Deforma la realidad, cree firmemente que la culpa de lo que sucede es de los demás, nunca suya. En realidad el problema que tiene es una visión deformada de la realidad, posee un LOCUS (lugar específico del cromosoma donde está localizado un gen u otra secuencia de ADN, como su dirección genética) de control externo y cree que tanto las cosas positivas como las negativas que ocurren en su vida no dependen directamente de su voluntad, sino de circunstancias externas.
Sobredimensiona los aspectos negativos desarrollando un pesimismo exacerbado que lo lleva a centrase sólo en las cosas negativas que le suceden obviando las positivas.
2.- Halla consuelo en el lamento, cree ser víctima de los demás por lo que NO se siente culpable, ni responsable de nada. Su sello personal es lamentarse. Encuentra placer en el acto de quejarse porque asume el papel de “pobre víctima”, así llama la atención de los demás.
El “víctima crónico” o sea Andrés Manuel, no pide ayuda profesional (psiquiatras o psicólogos) para solucionar sus problemas mentales, sólo lamenta sus desdichas buscando desenfrenadamente compasión y protagonismo. Es incapaz de realizar autocrítica. Como la responsabilidad es de los demás no acepta crítica constructiva, menos realizar un examen de conciencia que lo lleve a cambiar su actitud.
Para estos enfermos mentales los errores y defectos de los otros son intolerables, mientras los propios son una simple sutileza, después de todo la víctima es él.
3.-Su retórica, básicamente la dirige a descalificar los argumentos de sus adversarios: delincuentes de cuello blanco, mafia del poder, conservadores, prensa fifí, chayoteros, mafia de la información, señoritingo, chachalaca, Comandante Borolas, etc.
Mal. Muy mal. En esta mente inestable, enferma no puede estar el Poder que coordina el destino de más de 126 millones de mexicanos, cuyas ocurrencias llevan al encono, el terror, miedo, pobreza, inseguridad y demás calamidades, que de no frenarlas YA caminará hacia un destino fatal para el país: la dictadura que vuelve a asomar en el continente, Bolivia, Chile, Venezuela, Nicaragua, Brasil, Cuba.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Latitud Megalópolis (LM)