CARTAS DESDE CHICAGO
El producto paisano
/Rogelio Faz/
Los mexicanos que radicandos desde hace algún tiempo en “esa extraña nación”: Estados Unidos, hemos sentido alguna transformación de personalidad o de identidad por mucho que digamos ser mexicanos hasta las cachas. Vivir en el extranjero nos da la oportunidad de ver las cosas desde otra perspectiva.
Hasta las fiestas patrias se sienten y se festejan diferente por las circunstancias que nos rodean. Pero más que eso, se despierta una cultura política y civil que nos obliga a ser más consiente y responsables, independiente de influyentísimo o caudillos.
Cuando vivíamos en México casi estábamos hechos a la idea que a un político corrupto se le perdonaban sus excesos siempre y cuando hiciera algo por el pueblo; como pavimentar una calle o poner alumbrado público, incluso decir tonterías. Criticarlo era como estar en contra del país.
En EU eso no funciona. Para ponerlos en su lugar solo basta la opinión pública. Opinión que en su mayoría es consciente de su responsabilidad, así el servidor público haya pavimentado mil calles sin robarse nada de ese presupuesto.
Los paisanos podemos adaptaros a las circunstancias que nos rodean sin dejar de ser lo que se es, con el tiempo se vuelve un habito hacerle al camaleón: cambiar de color dependiendo del ambiente que nos rodea.
Cuando los mexicanos de hace algunas décadas atrás, pasamos a ser paisanos, notamos que en EU se habla abiertamente de los políticos corruptos o incompetentes, y que eso estimulaba al buen juicio para juzgar a un servidor público y, lo más importante como sociedad; hacer un balance entre los hechos y las promesas o conductas inaceptables. Un político quemado en EU es casi imposible vuelva a resurgir. En Mexico se protegen para salvar su honor.
Como inmigrantes paisanos hay aspectos positivos y negativos. Lo que pudiéramos tener a favor es que, a raíz de estar en ese otro ambiente, donde aplican los otros criterios con una sociedad dominante, o sea, la anglosajona, nuestra conducta se modifica con tal de ser aceptados tanto socialmente como para obtener un empleo.
Nuestra eficiencia como fuerza laborar es el reflejo de esa adaptación camaleónica; el compromiso de hacer las cosas bien o de lo contrario ser relegado. Lo que no hicimos en México, como solapar a quienes ostentan el poder y de ahí nuestra suerte.
No hay peor discriminación que la que uno mismo se impone. Es decir, si algún inmigrante no se alinea a esos criterios será desechado o criticado hasta por los mismos paisanos.
Cuando echamos una mirada a nuestra cultura política mexicana notamos que no hemos evolucionado mucho. El hecho de haber cambiar de “régimen” con la “4ª t” de Andes López Obrador, es el mejor ejemplo que a esa cultura fallida es a la que no se quiere regresar. Se ve, se siente y se acepta. Al punto de pensar poner en letras de oro a los facinerosos.
Se habla por hablar y quien critique o cuestione al líder encumbrado es enemigo del país. Los políticos anteriores de otros partidos que hicieron añicos a México fue con esa jugarreta de dar algo a base de mentiras y abusos; sigue siendo el sello característico de México.
El nuevo “régimen de renovación moral” no tiene empacho en decir estupideces abiertamente y el pueblo sabio “consiente de su evolución política y social”, acepta la suerte de vivir en la ignominia. Engatusados por la proliferación de ideas ingeniosas que no tiene en que, ni quien sostenerlas.
P.D. Esta es una percepción de un mexicano que debido a circunstancias fortuitas ajenas y propias paso a ser un producto llamado paisano.
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