CARTAS DESDE CHICAGO
Los verduleros del Zócalo y el Mall
/Rogelio Faz/
En días pasados se celebraron dos fechas importantes, una en México y la otra en Estados Unidos. El primero fue el 1 de julio con un bailongo, fecha heroica para celebrar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador como presidente de México con la llamada 4t. Y el 4 de julio aniversario de la Declaración de Independencia de EU, con el actual presidente Donald Trump, el ‘agente naranja’ que en el festejo incluyo un desfile militar, además del banderazo de salida a las redadas contra indocumentados, como si se tratara de eliminar una mala yerba o plaga.
Debido a que los flamantes mandatarios ganaron legítimamente, hay que respetar su triunfo para honrar a la democracia. A pesar que ambos dicen sandeces que ponen a la sociedad en contra y, en duda su lucidez mental.
Los discursos de estos dos líderes en sus respectivos eventos exhibieron más sus rencores que el ser estadistas conscientes. Según ellos sus motivos son patrióticos; hablen de unidad, prudencia, dignidad, justica social y derechos humanos, pero sus declaraciones como sus decisiones no dejan de ser una preocupación, ya que perturban a una gran parte de la sociedad. Se dicen honestos cuando no pasan la prueba básica que es aceptar cuando se cometen errores.
Se entiende que en política siempre habrá oposición, y para eso están los recintos legislativos donde se debaten propuestas. Sin embargo, esta alternativa del mundo civilizado se lleva a pleito callejero, de mercado, incluso hasta para imponer buenas ideas utilizan insultos y burlas.
Ante dos borrachos de fullería y patrioterismo ¿qué opciones tiene la sociedad que sinceramente quiere justicia en paz, y no a quienes abusan de su popularidad para imponer su voluntad a capricho? Tal parece que tenemos que tragarnos los remedios menos dañinos que tanto pregonan.
A este par se les olvida que las divisiones sociales son heridas que tardan mucho en sanar no importa lo que nos unten.
El discurso del “señorpresidentedeméxicoandrésmanuellópezobrador” (así, como muchos se llenan la boca al mencionarlo) no solamente tenía la intención de celebrar su triunfo, era para recuperar adeptos, justificarse sus decisiones y exhibir a sus enemigos. Vender sus ideas como si se tratara de remedios de mercado para curar enfermedades físicas o del alma con productos milagro, hierbas, menjurjes o legumbres.
El ‘señorpresi…’ el 1 de julio, en el Zócalo de la Ciudad de México con timbre de voz que envidiaría el mejor verdulero de mercado, se desgastaba en justificar sus recetas.
Mientras que acá en la usa, con el ‘agente naranja’ como buen vendedor de productos maravilla, como es tradicional en EU, quiere fumigar a los intrusos poniendo barreras de contención alrededor de su corral para repeler hormigas, roedores y todo lo que se le parezca.
Estos merolicos políticos ofrecen sus ideas en plaza pública con dinero público, y como en México, los chairos de Trump le aplaudían en la explanada del Mall en Washington, las sandeces hasta el volar de aviones en el año 1775. Y como sorprendernos si en México se repelen.