Arrogancia, soberbia, indecisión enemigos de un gobierno democrático
*T4a oye, no escucha
Por Luis Repper Jaramillo*
Arrogante, término que caracteriza a la persona que demuestra soberbia y trata con desprecio a los demás. Una de sus características es su naturaleza agresiva. Utiliza la sutileza para esconder su insolencia con chistes, apodos, indiferencia y reacciones intolerantes a la menor provocación.
Agrego. Persona que carece de humildad, siente o se cree superior a los demás. Este adjetivo se usa para expresar una característica negativa, un defecto de la personalidad del individuo.
En síntesis, ser arrogante significa altivo, altanero, jactancioso, prepotente, engreído. Cree ser experto en todos los temas y en consecuencia, no tiene interés en escuchar (aceptar) otras opiniones. Un sujeto arrogante llega, incluso, a despreciar y ofender a otras personas.
Este perfil psicológico encierra enorme verdad de la personalidad, de su yo interno de quien coordina los intereses de México, que arrastra desde su niñez. Degeneró con el paso del tiempo hasta llegar a proponer decisiones irracionales como desaparecer las guarderías oficiales (única alternativa de madres trabajadoras) en donde los infantes son cuidados, procurados, guiados y queridos por sus “mamás temporales”.
En un acto altivo, Andrés Manuel dispuso la desaparición de éstas con daño directo a más de 350 mil bebés, niños y niñas, que arrastra daño colateral, pues las madres al no tener en donde cuiden a sus hijos, se ven obligadas a renunciar al trabajo, o dobletear, para pagar una niñera, hermana, abuela, mamá, comadre para entretener a los pequeños.
Esta soberbia del inquilino de Palacio Nacional la hizo con premeditación, alevosía y ventaja, infringiendo un golpe trapero… ¿Entendemos entonces lo que la definición de arrogante expresa de manera real? Argumenta que la “austeridad republicana” exige tal decisión, pero utiliza su “sutileza” para esconder indiferencia, insolencia y agresividad.
El perfil psicológico de “ya sabes quién”, con esta simple acción demuestra frialdad emocional, es decir, no le importó dejar sin protección a más de 350 mil infantes y número similar (poco menos) a sus padres, quedando en desamparo económico, laboral y de seguridad social.
Otro síntoma de su narcisismo es la provocación, agresión innata, de su personalidad que gusta de enfrentar a todos con calificativos como mafia del poder, delincuentes de cuello blanco, prensa fifí. En este último caso, López Obrador ha incrementado su agresividad, al grado de utilizar palabras perversos contra periodistas, reporteros, comentaristas, columnistas –que no comulgan con sus ideas- al llamarlos fantoches, conservadores, sabelotodo, hipócritas, dobles caras, aflorando su sentimiento de superioridad, insinuando que ellos están mal… menos él.
Un día sí y otro también el señor López abre frentes contra quienes considera menores, indefensos, pasivos. De entrada, recordarán, al inicio de su gestión bajo el peregrino argumento de combate a la corrupción y su “programa” de austeridad, despidió, echó a la calle a 222 mil 300 burócratas, es decir, dejó sin trabajo a jefes y jefas de familia a quienes aniquiló su calidad de vida, endeuda en compromisos, sustentados en el sueldo que como empleado federa obtenía; de la noche a la mañana su futuro fue truncado.
Eso no le importó. En su burbuja egocéntrica, ser centro de todo y para todo, presumió que se bajaría el salario presidencial a partir del 1 de diciembre, porque “no debe haber gobierno rico con pueblo pobre” (delirio de grandeza). Enrique Peña Nieto ganaba nominalmente 209 mil pesos mensuales, entonces, para llamar la atención López Obrador, ordenó al responsable de las nóminas de Presidencia, que redujera su emolumento a 108 mil pesos… Pecata minuta, porque esa graciosada no impacta en el ser, quehacer y vida de los mexicanos… pero tenía que llamar la atención (narcisismo).
Estas cualidades del perfil psicológico de Andrés Manuel tenían que salir a la luz pública, tiene que saberlo, porque en más de 120 días de gobernar (perdón, administrar la vida de la población) nadie, ni por asomo, le ha comentado que muchas rabietas, actitudes beligerantes, enconos contra todos los que no están con él, son reacciones mentales que obedecen a cierto desequilibrio emocional, que no está dispuesto a aceptar.
Sus reacciones a la menor provocación o desacuerdo no son normales, menos en la persona que representa a la máxima figura humana de un país: el Presidente de la República. No tiene paciencia, análisis de la situación, virtud de pensar, sino de reaccionar agresivamente. Aplica de inmediato su máxima “si no estás conmigo, estás contra mí”. Síntoma inequívoco de inseguridad, miedo, paranoia a dejar de ser idolatrarlo.
Sólo citaré uno de tantos deslices de esta actitud: en la inauguración del estadio de béisbol de los Diablos Rojos del México, la fanaticada lo recibió y mantuvo su protesta por su presencia con rechiflas, mentadas de madre, fuera, fuera, fuera. Por estar en escenario deportivo le hicieron el clásico “corte de manga” Fue una reacción popular en contra de los políticos tan desacreditados en el país.
La única reacción que dictó su conciencia a López Obrador fue insultar, increpar “a la voz del estadio”, a quienes menospreció diciéndole “porra fifí”, que de manera peyorativa adoptó desde que era candidato para agredir a reporteros no afines a su intereses y colores partidistas.
Exabrupto emanado de la ira incontrolable cuando alguien no acepta su figura, sus ideas, su política de izquierda recalcitrante.
Otro pecado mental que tiene es la falta de decisión a lo que cree; aunque suene a contrasentido. A qué me refiero.
Desde sus periplos campañeros en 2018, juró, perjuró, ofertó, prometió, se comprometió a echar atrás las obras del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM), que se construía en Texcoco. Fue su rosario electoral, junto con el asunto del combate y erradicación de la corrupción.
Bueno… antes de asumir el poder, violando la Constitución convocó a una “consulta popular” para que la gente (morenistas) decidiera por el SI o por el NO de la construcción de la terminal aérea. Su falta de decisión (miedo) la sustituyó por un mamotreto de consulta popular (planeada, diseñada, operada, vigilada, contabilizada y triunfalizada por su negocio familiar, perdón, por su partido Morena. El resultado se sabe y padece.
Tanta alharaca campañera dejó que otros decidieran por él. Ya que había obtenido el triunfo el 1 de julio, con el sólo hecho de anunciar que se suspendían los trabajos del aeropuerto era suficiente. Pero no. Ante el miedo de que los mexicanos pudieran pronunciarse por la continuación de la obras, sacó a un ejército morenista para que votaran por el proyecto del Benito Juárez, Toluca y Santa Lucía, pues si fracasaba en el intento hubiese quedado en ridículo y humillado su narcisismo.
Retomando el pensamiento del filósofo francés Jean Paul Sartre, exponente del existencialismo, señala que “el hombre está condenado (vinculado) a ser libre.
Puede interpretarse esta alusión en el sentido de que el hombre está hecho para no escapar a la obligación de decidir.
Los pensadores posteriores a 1980, cuando muere en París, Sartre, consideran que si la toma de decisiones es un acto consustancial al ser humano ¿por qué tiene miedo a decidir?… y si es importante ¿cómo debe tomar decisiones correctas?
Apuntan, no tomar decisiones implica inmovilidad y bloqueo (mental). No hacer ninguna elección supone no progresar en ninguna dirección.
Insisten los pensadores post Sartre, que cada decisión requiere grado diferente de energía emocional e intelectual; pero si se carece de alguna o ambas deja la toma de decisión en manos de terceros, lo que significa sólo una cosa: debilidad, miedo a equivocarse y falta de capacidad para enfrentar la realidad.
A que voy con esto. Ejemplo claro es que el viernes pasado en un evento en Poza Rica, Veracruz, Andrés Manuel aludió el tema de los migrantes centroamericanos (tomo información del Portal lopezdoriga.com), en el que respondió a su homologo Donald Trump “no se puede condenar la migración porque es un derecho humano vivir sin miseria”
Hasta ahí, respuestas razonable. Insistió “quiero dejar de manifiesto que no nos vamos a pelear con el gobierno de Estados Unidos: amor y paz”
Luego de esta alocución vino lo de siempre, buscar en terceros la toma de decisión importante, es decir, no asumir como propio el mensaje a Trump. Con micrófono en mano, coaccionó a los asistentes: “levanten la mano si quieren que le conteste al presidente Trump”, los asistentes quedaron quietos, nadie alzó el brazo.
López replica, “ahora suban las manos si creían que se debería actuar con prudencia” los azuzados, traídos desde distintos puntos de Estado, se pronunciaron por la afirmativa.
Motu propio, López no fue capaz de contestar directamente al mandatario norteamericano, dejó que su incapaz Secretario de Relaciones Exteriores (jajajaja) Marcelo Ebrard (por fin apareció en el enfrentamiento epistolar López/Trump) para decir una chambonada, “somos el mejor vecino que pudieran tener. México no actúa con base en amenazas” ¡¡Zaaz. Qué fuerte!! (Ironía).
Ante tan tibia reacción de ambos (López/Ebrard), el Presidente Nacional del PAN, Marko Cortés refutó: “el Gobierno de México respondió timorata y cobardemente”
Pidió a Andrés Manuel responder (él) con valentía, fuerza y dignidad para defender a los mexicanos.
Cuánta razón tienen los pensadores contemporáneos a la filosofía de Sartre cuando dicen “no tomar decisiones propias implica inmovilidad, bloqueo –mental- Cuando se deja de tomar ésta y dejarla en manos de terceros (levante las manos) significa debilidad, miedo a equivocarse y falta de capacidad para enfrentar la realidad”
¡Que alguien le explique a Andrés, un poco la filosofía de Sartre!
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Comunicadores por la Unidad (CxU)