CARTAS DESDE CHICAGO
Los muros del migrante
/Rogelio Faz/
Insistir que Estados Unidos es país de inmigrantes por los siglos de los siglos ya no es sostenible. Tampoco que el sueño americano es para todo el mundo. Son mitos de marca que ya no convencen a nadie, solo a iracundos de nuestros países de origen o los que huimos de nosotros mismos.
Tratar de intimidar a Donald Trump de construir un muro en la frontera con esos argumentos es tiempo perdido y nos deja mal parados. Lo más efectivo es insistir en su costo oneroso para crearle un conflicto político.
Sin embargo, todavía están aquellos que se empeña en decir que EU pertenece a los nativos americanos, que los europeos son los usurpadores. Obviamente solo toman la historia romántica y de oídas de “tierras prometidas”, cuento para engatusar a creyentes ilusos.
En el pasado, y en cualquier región del mundo durante un perdido de tiempo grupos humanos se asentaban en algún lugar determinado, en ese entonces si cabría lo de ‘pueblo sin fronteras’. Pero salir con ese rollo a estas alturas es ridículo.
Ahora, con la crisis de las caravanas migrantes de Centroamérica obliga revisar nuestra historia, nuestras culturas, el quehacer de nuestros gobiernos que culpan a los imperios extranjeros de nuestra suerte.
En algunos países de Latinoamérica hemos tenido tiempo suficiente para replantear nuestro futuro a conveniencia y posibilidades. Es útil analizar y absorber otras culturas, pero no imitar con el afán de obtener un estatus de civilización arrastrando complejos de inferioridad.
EU no es necesariamente el país de las maravillas que todos piensan y al que todos creen tienen derecho acceder. Además, en él se esconden varias calamidades sociales y quienes más lo padecen son los estratos sociales con poca educación o baja estima racial o cultural.
Comer tacos, tamales o catrachas no es una garantía de sacar provecho a nuestras culturas y menos para integrarse a la sociedad estadounidense anglosajona que es la cultura guía.
¿Qué todos los seres humanos somos iguales? pues será en organismo biológico, ante Dios o las leyes de los ‘hombres’ con derechos y obligaciones. En los hechos, incluso en lo físico somos diferentes. Sin tratar de calificar quiénes es mejores entre blancos, negros, amarillos, cafecitos, etc. En emociones y hasta en función motora somos diferentes.
Sería una vergüenza ser inmigrante y no estar consciente de la realidad de serlo. Muchos de los inmigrantes que han destacado o tienen una vida exitosa o profesional en EU, de haber permanecido en sus lugares de origen probablemente hubieran sido parte de las estadísticas desalentadoras.
Hay varias cosas que se callan para no faltar a reglas de civilidad y derechos humanos, pero las que si hablan por sí solas son las conductas de cada una de las razas donde destaca la apariencia.
Ser pobre no criminaliza pero puede ser un factor que con la influencia de otras frustraciones como el resentimiento y la marginación nos hacen violentos, y el buscar una mejor vida queda en veremos.
Mientras no superemos los muros de las improvisaciones, de ocultar y justificar irregularidades, las demás culturas nos pondrán muros sino por peligrosos, por ignorantes.
Los migrantes centroamericanos en masa podrán brincar muros físicos a la fuerza y con violencia, pero no necesariamente superaran sus propias vallas. Si llegan a superar el muro de Trump los esperaran otros que los tendrán marginados, los maras son un ejemplo de ello. Dan la impresión de no tener conciencia de tiempo y ubicación como cuando el ser humano era nómada. Y eso, es un riesgo hasta para ellos mismos.
*Las centroamericanas indocumentadas que trabajaron en el campo de golf de Trump, al denunciar a sus compañeras de trabajo se convierten en delatoras por motivos políticos, con el pretexto de que ‘se sepa toda la verdad’ de Trump. Pero no deja de ser una gachada y entre indocumentados eso se cobra.[email protected]
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