CARTAS DESDE CHICAGO
Carne de prisión o panteón
/Rogelio Faz/
En Chicago acaba de terminar el juicio contra un policía blanco por balear a muerte a un adolecente negro. Los hechos ocurrieron en 2014 y no fe hasta un año después que se relevaron los detalles. Un video muestra la persecución por las calles con varias patrullas cuando le dan alcance al joven. El policía Jason Van Dyke lo enfrenta a pie y al no obedecer sus instrucciones le da 16 disparos, de los cuales 9 fueron a dar en la espalda (?) de Laquan McDonald de 17 años de edad.No es la primera vez que el departamento de policía de Chicago es acusado por brutalidad policiaca en contra de la comunidad negra. Lo que ha dado lugar a protestas callejeras con el slogan “la vida de los negros importa”.Sin embrago, la situación de violencia ha motivado a políticos y líderes comunitarios a exigir más policías debido a que el problema en las calles no cesa. En particular en las comunidades de color (incluida la latina) donde se da la impresión que la vida no importa.El juicio al policía por la muerte del adolecente coincide con la campaña electoral para alcalde de la ciudad de Chicago, y debido a que el actual, Rham Emmanuel no buscara la reelección por la presión, motivo a una veintena de candidatos y candidatas a ocupar el puesto. Que han hecho del caso tema central. Pero de entrada, quien ocupe la posición la tiene difícil. Es una lucha entre el hábito a la delincuencia y el abuso de autoridad, que continuamente cruzan la línea.Nadie podrá justificar la acción del policía Van Dyke, no obstante habría que analizar porque actuó de esa manera.Los casos de abuso policiaco no son nuevos pero hay algunos que son útiles para denunciar racismo. No obstante hay que tomar en cuenta que los policías en estas áreas están en constante presión, que en cualquier momento pueden perder la paciencia, debido a que se enfrentan a delincuentes reincidentes que perdieron respeto a las autoridades, a la familia y a la sociedad.La justificación en este incidente cae por si sola cuando se ve en un video de una patrulla, que el uniformado Van Dyke no estaba en peligro, uno de sus argumentos ya que McDonald empuñaba una arma blanca de manera temeraria con la que ya había dañado otras patrullas, además estaba encañonado por más agentes.El policía fue declarado culpable por homicidio en segundo grado el año pasado, y la sentencia se dictamino el pasado viernes que lo condeno a casi 7 años de prisión.Los familiares del joven Laquan McDonald al final del proceso y acompañados de activistas mostraron su inconformidad que exigían una pena mayor. Un tío abuelo de oficio reverendo dijo después del juicio que la vida de McDonald se había reducido a un ciudadano de segunda clase. Pero ninguno de los familiares, activistas o religiosos que ahora abrazan a los familiares, le ofreció antes de su muerte un cuidado de ciudadano de primera. Habría que tomar en cuenta que la madre ya recibió una compensación de 5 millones de dólares.Este adolecente desde nacer se podría decir ya era carne de prisión o panteón. La madre quedo embarazada a los 14 años de edad. El gobierno le quito la custodia del niño Laquan por maltrato y negligencia, además por usar drogas. Del padre ni sus luces.Laquan estuvo en casas temporales que auspicia el estado, hasta que la bisabuela obtuvo la custodia legal. Cuando esta muere, el joven ya con múltiples arrestos y constantes citas ante un juez, ya era parte de pandillas y drogadicción. Pero la imagen que se muestra de él en los medios es de un joven sonriente con toga y birrete de graduación, cuando fue expulsado de cuanta escuela piso. En quinto grado le arrojo una silla al maestro y lo amenazó de muerte.La suerte de Laquan es la de muchos niños y jóvenes en la comunidad afroamericana atrapados entre una vida delictiva y la autoridad que en cualquier momento cruzan la línea.Juzgar a una comunidad completa por la conducta de algunos no es justo. Pero tampoco se puede ocultar que en estas comunidades por las razones que sean hay conflictos desde el nacimiento, donde abunden familias disfuncionales, incompletas o disueltas.La lección de todo esto se podría resumirse en que la vida sin sentido de estos jóvenes no deja más aprendizaje que violencia y muerte. Ojala los interesados en gobernar Chicago tengan la capacidad de poner orden a policías y a comunidades conflictivas, y diga las cosas como son para que salga algo útil de todo esto.[email protected]Zona de los archivos adjuntos