CARTAS DESDE CHICAGO
Trump, el perro guardián
/Rogelio Faz/
A manera de metáfora. Todos sabemos que es un bozal, eso que se pone a un canino en el hocico para evitar que muerda. Que también ayuda para no escucharlos cuando ladran incesantemente. Los seres humanos a diferencia de estos animales, tenemos la capacidad de comunicar nuestros instintos hablando en lugar de ladrar. Bueno, se supone.
Pero la palabra bozal también tiene otro significado de acuerdo a la Real Academia Española que aplica a los humanos que son: simple, necio o idiota.
Hay algunos perros que por su propia naturaleza no se les puede controlar, no dejan otra opción más que guardar distancia o de plano ponerle el mencionado bozal. Pero cuando no se puede recurrir a ninguna de esas alternativas, hay que fruncir el “rabo” esperando se calme el animal o tener a la mano un palo con la esperanza de amedrentarlo. Con el riesgo a que suceda todo lo contrario.
Algo similar sucede cuando un mandamás intolerante, patrón esclavista o un político autoritario, trata a sus súbditos. Una cosa es no poder complacer a todos y otra es ladrarle a todo mundo que no le acaricie la mollera.
En la fauna política es muy similar. Algunos como Donald Trump, presidente de los Estados Unidos, por su temperamento brabucón vocifera cuando no se le sigue la corriente, en contraste a cuando se le consiente es “extraordinariamente feliz y mansito”.
Cuando la mayoría de los pets en EU son muy friendly, bien adiestrados, Trump contradice aquello de que perro que ladra no muerde. Esta clase de raza presidencial tiene la capacidad de ladrar todo el tiempo que amerita confrontarlo como cuidarse de sus mordidas.
Trump se considera un perro de raza pura y no tolera a los perros callejeros que se metan a su casa. Pero hay una “jauría” que se enfila hacia su propiedad, y reacciona de acuerdo a sus instintos para proteger y complacer a sus amos que lo cuchilean, azuzan. Pero no todos están contentos con tener a un guardián tan agresivo que incomoda a todo el vecindario.
A Trump no se le podrá poner un bozal o aventarle un hueso para distraerlo, es muy astuto, y quienes hocen domesticarlo así sean de la casa les gruñirá. Porque en cierta medida cuenta con justificación salvo su temperamento casi rabioso.
Ahora que el partido Republicano perdió la Cámara Baja en el Congreso en las pasadas elecciones. Se pondrá más necio y lo hará decir idioteces. Justificado o no él actuará siguiendo sus instintos y dentro de su concepto defenderá fielmente su territorio, tanto que arremete hasta contra los cachorros adaptados.