CARTAS DESDE CHICAGO
Representación política del paisano
/Rogelio Faz/
En Chicago hace un cuarto de siglo surgió una ocurrencia entre un grupo de paisanos “politizados” según el consulado: Hacer elecciones para “elegir” presidente de México, llamadas simbólicas. Después, la ocurrencia se convirtió en un movimiento con diferentes vertientes y liderazgos, hasta llegar a lo que conocemos hoy como Voto de los Mexicanos Residentes en el Extranjero.
En el inicio destaco algo, no existía el afán de promover a ningún partido político o candidato, tomando en cuenta que la mayoría tenia preferencias políticas.
La idea de participar políticamente ya tenía tiempo, digamos más de un siglo. Por ejemplo, ya lo habían sugerido los hermanos Flores Magón cuando estaban exiliados en Estados Unidos, tras la persecución política de Porfirio Díaz. Pero, a diferencia de aquel entonces, el reclamo de ahora surgía de la comunidad migrante politizada.
Independientemente cuales sean los motivos, los tiempos y los activistas, se ha avanzado a cuenta gotas. A estas alturas ya debería de estar establecida la instrumentación técnica y legal: registro, credencialización y voto en el extranjero. Votar y ser votados, tener representación directa en el Congreso mexicano para no valerse de terceros.
Decir un cuarto de siglo significa que la generación que impulso esta iniciativa dentro de poco serán los flores magones modernos (no necesariamente con la misma ideología política). Y corren el riesgo de no ejercer los derechos políticos a plenitud.
Hay factores que hasta ahora siguen obstruyendo ese propósito, como la falta de concientización cívica antes que política. Sería derribar el muro de la desconfianza entre nosotros.
Además, la exposición de motivos se ha eternizado, solo sirve de exploración para unos y turismo político para otros. Que solo da la apariencia de inclusión democrática.
En México aún se percibe una desvalorización hacia los paisanos. ¿Por qué habrían de participar aquellos que abandonaron al país? Si votan no van a pagar las consecuencias (¿buenas o malas?).
Eso significa que no distinguen la diferencia entre separación familiar por emigrar a deportación. La migración en sí es un fracaso para todos, como ironía, uno de los soportes económicos más importantes del país.
Como quiera, todo esto camina con tiempos legislativos y voluntad política. Por lo mismo, hay que irse adelantando para tener en mente quienes podrían ser los posibles legisladores migrantes en el futuro, antes que nos rebase otro siglo.
Para esto hay migrantes capaces, algunos de ellos serían los mismos que formaron parte del movimiento original. Ya no queda mucho tiempo para esta generación para corresponder a ese esfuerzo politizado.
Esos candidatos paisanos al menos en el área de Chicago tendrían que ser: Jorge Mújica Murias, ex candidato al Congreso estadounidense y mexicano hasta los huesitos. Frank de Ávila, empresario y activista en EU, y ex candidato a una diputación local en México. Raúl Ross Pineda, escritor del tema y uno de los ideólogos originales. Ezequiel Banda Sifuentes, periodista local y activista original del movimiento. Martin Unzueta, pieza clave y promotor de la sexta circunscripción y líder laboral. Luis Pelayo, activista apasionado de los derechos civiles, humanos y políticos. Javier Salas, locutor de radio y ex candidato al Congreso de los EU. Artemio Arreola líder sindical y defensor de los migrantes y refugiados, Carlos Arango líder comunitario en Chicago, entre otros.
Todos nacidos en México con suficiente voluntad y experiencia para responder por la comunidad migrante del extranjero en México.
Todos ellos entienden y tienen comunicación política en los dos países. Quizás no cubran todos los sectores sociales, pero son auténticos migrantes con tablas.
Las elecciones de hace un cuarto de siglo en Chicago llamadas con desdén; simbólicas, fueron legitimas. En comparación a las elecciones en México que se reducían al ‘dedazo’ del Presidente. Las que se realizaron en Chicago en 1994, muy modestas por falta de recursos, fueron aproximadamente tres mil 500 votos, cuando a los organizadores se les acuso de ‘vende patrias’ por el consulado. Las del año 2000 fueron alrededor de diez mil 250 votos, sin fraude, una expresión autentica. Eso no se puede llamar simbólico.
Si en realidad se quiere hacer el cambio en México, hay que dar la oportunidad por respeto y merito a quienes pueden representan dignamente a los paisanos.
Zona de los archivos adjuntos