CARTAS DESDE CHICAGO
¡Ni a quien irle pues!
/Rogelio Faz/
En México el próximo domingo 1 de julio serán las elecciones para elegir presidente, entre otros puestos de elección popular. Se dice estará en juego el futuro del país. Algo que está lejos de suceder que no sea lo mismo. Habrá que recordar el historial electoral como para suponer que así sucederá de un día para otro.
Tomemos como ejemplo a la selección mexicana de futbol (otra forma de medir el rasgo de los mexicanos), en su último partido de preparación para el mundial fue una decepción, como siempre. Tomando en cuenta la jactancia de los seleccionados, su arrogancia y sus declaraciones, muy similares a la de los políticos; juegan igual y fallan como siempre, y se justifican de las críticas.
En la más reciente historia mexicana ya se vivió esa esperanza perdida después de arrebatarle el trofeo de la Presidencia al PRI. Logro que resultó un fiasco.
Siguiendo con la equiparación del futbol mexicano y la política. Eso de pasear el bolón de un lado para otro hasta perderlo, no es más que el resultado a la falta de confianza, de recursos tácticos y de técnica individual para ir hacia adelante. El cuento ese de quien retiene más el balón es quien controla el partido es para complacer a mediocres que no les interesa el nivel de juego, sino un gol circunstancial de su ídolo. Como en política.
Si usted es de esas personas que quisiera votar por el mejor candidato independientemente a qué partido pertenezca, se va a quedar con las ganas. Es como querer ganar el mundial con limitaciones físicas y mentales. Quienes por cierto, excusan sus pachangas tipo narcos porque son sus vidas privadas. Una señal de contagio generalizado.
Los participantes en la contienda electoral ninguno garantiza estar a la altura pero presumen de ello, el más, se vale de su porra brava para intimidar a los seguidores de equipos contrarios y a cualquier rechifla. Pero de su capacidad técnica y de juego, nada. Juega con letargo. Si va ganando es circunstancial debido a la incapacidad de los opositores.
Es más, ese candidato, ya saben quién, va contra el sentido común cuando dice no tener chequera, ni tarjeta de crédito, ni propiedades. Y según él eso lo hace honesto, pero la corrupción no solo se mide con dinero. Es decir, no se puede verificar su crédito para determinar si tiene buen hábito en pagar sus cuentas como lo hace cualquiera. Sin embargo pide le den la chequera del país cuando se supone no sabe dónde se pone la cantidad, donde va la fecha o dónde se firma. No sabe cuánto gana, no declara.
No importa quien este en la cancha electoral, incluido al que dicen está más preparado, articulado y con mejor experiencia; pues representa el hartazgo de la impunidad y complicidad con el crimen organizado (como cualquier otro político o partido, solo que este tiene el mérito de ser el original). Pero de seguro es capaz de arreglarse con el mejor postor. Como siempre.
El que dice tener las manos limpias como dijo alguno de los canallas de su partido, al tiempo que lo exponen como un riquín pillín. Por ahí también anda otro que le hace de joker comodín, que tiene el mérito de hablar francamente lo que no piensa.
Ningún candidato realmente tiene ética ni moral para responder a sus propias expectativas, o de meter un gol cuando no pasan de media cancha. Y como no hacer y decir tonterías si el árbitro (INE) es una pifia que quiere ser el protagonista del juego.
Como muestra de expresión democrática e incluyente, mientas no se dé la inclusión directa de los mexicanos en el extranjero en votar y ser votados, los seleccionados políticos seguirán pasándose la pelotita. Si usted no es fanático apasionado de ningún equipo ¡ni a quien irle pues!