Confesiones de un alcohólico
¡Mi refugio fue el alcohol!
- “Tenía 15 años cuando comencé a beber, las personas que decía yo que eran mis amigos, tomábamos hasta embrutecer y perder la razón, ahora analizo que todo lo que yo traía lo venía arrastrando”.
- Mi hermano falleció en un accidente, eso me impactó mucho, me dediqué a trabajar y emborracharme los fines de semana, no quise saber de nada, mi depresión se ahogó en el alcohol por años”.
/Paola Topete/
José Luis de Tlaxcala, Huamantla nos comparte su experiencia con el alcohol desde que era muy joven.
“Fuimos siete hermanos, en mis tiempos hacíamos nuestros juguetes, en febrero armábamos papalotes, pero yo sentía que no encajaba, había cosas que no las aceptaba, prefería aislarme, convivía muy poco a pesar de que era participativo”.
El tiempo transcurrió con actitudes más antisociales, inició a fumar a los 9 años, sin embargo, cuándo cursaba la Secundaria, la frecuencia del cigarrillo era continua. A sus 14 años tuvo su primer novia y esta situación lo volvió más rebelde.
“Tenía 15 años cuando comencé a beber, las personas que decía yo que eran mis amigos, tomábamos hasta embrutecer y perder la razón, ahora analizo que todo lo que yo traía lo venía arrastrando, en esa etapa exploto esas emociones contraídas y me refugio en el alcohol, de hecho, mi tiempo libre lo tenía ocupado en el gimnasio, en el coro, actividades que me mantenían ocupado”.
A pesar del ambiente que se fue formando en José Luis, continúo sus estudios de la Preparatoria combinada con el consumo de alcohol,
“No se dieron cuenta mis padres al principio, después se percataron porque ya no llegaba a la casa, me excedía al beber, mis actitudes eran fuera de lo habitual, empecé a tener problemas con muchas personas, me cerré ante todos, los que se preocupaban por mí me decían que me iba a causar daño y solo contestaba a ustedes que les importa”.
Llego un momento muy doloroso en su vida, su hermano mayor falleció a causa de un accidente el cual le afectó emocionalmente,
“Yo tenía 19 años cuando recibí la noticia de la perdida de mi hermano, yo tenía una relación donde yo tuve un hijo, fue un proceso muy drástico para mí, tuve que empezar a buscar trabajo, durante dos años me dediqué a trabajar y emborracharme los fines de semana, no quise saber de nada, mi depresión se ahogó en el alcohol por años”.
Hasta que tuvo iniciativa de buscar ayuda a sus veintitrés años, acercándose al Grupo de Alcohólicos Anónimos,
“Lleve a cabo otro tipo de actividades con mi persona, al principio tuve fuerza de voluntad, pasaron cuatro años y creí que ya era suficiente lo que había aprendido en AA, por lo que abandoné el espacio que mis compañeros me brindaron, la realidad fue que no supe valorar ese tiempo, culpabilizaba a quiénes me rodeaban, me volví codependiente de las personas, hasta cierto punto manipulador de las cosas que necesitaba”.
José Luis al salirse del agrupamiento decayó en el alcohol por segunda ocasión, conoció a su actual esposa, pensó que casándose iba a cambiar al formar una familia,
“Conocí a quién ahora es mi esposa, decidí casarme a los treinta años, sólo contaba con el apoyo de mi mamá, mi padre para ese entonces ya había fallecido, mi enfermedad afectó brutalmente a mi familia, hice acciones que ni de joven o soltero las lleve a cabo, me prometí jamás hacerlas como: perderme en el alcohol, encontrarme tirado en la calle, estar en mal estado o dañar a terceros”.
Observó que se estaba destruyendo como persona, así mismo, aceptó la vida que le dio a su esposa no fue nada agradable,
“No le ofrecí calidad de vida, sino un infierno porque era muy celoso, en el caso de mi hijo me dolía ver su inseguridad a causa de mis impulsos, en ese instante no lo veía así, me frustraba verlo débil, ahora comprendo el miedo que yo causaba en él, tuve promesas no cumplidas para ellos, siempre juraba no volver a tomar pero a los pocos días recaía, mi esposa me llegó a decirme que ya no me soportaba, que me fuera de la casa para no dañarlos”.
Él agrego no ser el mejor padre, pero detectó la falta de comunicación hacia sus hijos,
“Fui papá de dos hijos, desafortunadamente uno de ellos murió, después de pasar unos años tuve un sueño con mi hijo, donde converse con él, estaba con el rostro desfigurado, al siguiente día le platique a mi esposa todo el sueño, decidimos dejarlo descansar, nos liberamos, nos resignamos ante su pérdida, hoy solo tengo a mi esposa y a mi otro hijo conmigo”.
No fue fácil la perdida de su hijo, el apoyo de su esposa fue incondicional para que él reingresará a sus treinta y siete años al Grupo de AA,
“Yo llegue derrotado, no tenía trabajo, como hombre no asumí la responsabilidad del hogar, mi esposa se hizo cargo del sustento, a pesar de ello mi familia me impulsaron psicológicamente o emocionalmente para no dejarme vencer, mi esposa siempre estuvo conmigo”.
Se motivó, porque volvieron a creer en él, el Grupo de Alcohólicos Anónimos lo puso a comprender esas pérdidas que afectaron su estabilidad emocional,
“Aprendí con el amor propio y la confianza en mi persona, causaran mejoras para mí entorno, ahora que estoy como miembro del grupo, me toca una parte complicada soy portavoz de las personas que necesitan apoyo emocional, psicológico, amor, cariño, respeto; así mismo, he colaborado como tesorero, ahora me toca hacer la función de Coordinador de información en el Grupo, de hecho tenemos una radio local por internet donde capacitamos a las personas, son programas que vamos realizando nosotros para interactuar con gente nueva”.
José Luis tuvo experiencias durante la enfermedad incontrolable de beber, mientras tanto, él resalta, el riesgo que un alcohólico puede causarle a terceras personas ante la rebeldía bajo los efectos alcohólicos,
“Una ocasión iba con un amigo, le dije ¿te vas o te quedas?, me dijo que lo esperará, tome bastante, él me dijo que nos fuéramos porque estaba peligroso ya el regreso, no pensé en el riesgo perdí la razón, me aventaron, quedé tirado en el suelo, al día siguiente le pregunté que le había pasado, ¡me golpearon a poco no te acuerdas!, en efecto no recordé absolutamente nada”.
“Otra anécdota que viví fue conduciendo alcoholizado, le pegue a otro vehículo donde iba una familia completa, me detuvieron por afectar a terceras personas con justa razón”.
Lo cual, él considera que la familia es una pieza importante para valorar su tiempo, dedicación y paciencia ante los enfermos del alcoholismo o drogadicción,
“Si nosotros podemos hacer cosas diferentes y contamos con el apoyo de nuestros seres queridos, aprovechemos la oportunidad que ellos nos brindan, para retomar esa confianza que ponen en nosotros, en mi caso, yo dedico mi tiempo al Grupo de Alcohólicos Anónimos, me gusta, pero si tengo tiempo para colaborar, también tengo tiempo para estar con mi familia, hoy mi comportamiento es diferente, hoy ellos deciden que comer, que opinar, porque el Grupo de AA se aprende a romper prejuicios de los demás”.
Alcohólicos Anónimos, Sección México,
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