CARTAS DESDE CHICAGO
“Safety” a chanclazos
/Rogelio Faz/
Constantemente sabemos de deportaciones, de que el muro en la frontera sigue en la mente del presidente Donald Trump y otras cosas por el estilo, pero también hay otras que siguen su curso y que son parte de la vida estadounidense, como es la seguridad y salud laboral.
En el caso de los inmigrantes con o sin papeles, las oportunidades de empleo seguirán siendo el atractivo principal. Quienes salen más favorecidos por esta situación son los ciudadanos estadounidenses que comen lo que cosechan los recién arribados.
Sin embrago, si la sociedad estadounidense se dice de primer mundo, debe de cumplir con ciertos requisitos, como exigir seguridad laboral a todos por igual, y en ese terreno los inmigrantes estamos en desventaja, a pesar que somos parte de la economía, no hay piso parejo en el tema de protección laboral. Y tenemos mucha responsabilidad en ello.
Es una situación que debería de preocupar a todos si se quiere ser justo, para imponer la cultura de los derechos, donde todos debemos ser legales.
Consientes que debemos hacer algo para recibir algo a cambio; como compensación económica por trabajo, también seguridad por empleo. Por eso la protección laboral contra riesgos físicos y la salud, es para que este país mantenga su nivel de vida y sea ejemplo de justicia social.
El llevarse algo a la boca para comer o vivir bajo un techo, no tiene que ser a costa de la salud o la vida de alguien más. Los latinos contribuimos con un 35 por ciento más de probabilidades de muertes en el trabajo en comparación a otras culturas. La mayoría en la construcción, industria general y agricultura.
Con el peor escenario de políticas migratorias y contrario a lo que se pudiera pensar, la oficina de gobierno responsable de la seguridad laboral en Estados Unidos, mantiene su compromiso de enforzar las normas de seguridad a través de la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA por sus siglas en inglés) del Departamento de Trabajo ¡es la ley!
Por tal motivo, en Chicago este pasado fin de semana se llevó a cabo una cumbre donde se plantearon las opciones para cumplir con ese propósito, convocado por la American Society of Safety Engineers. La ASSE cree que al reunir gobiernos, empresas, grupos gremiales, académicos, asociaciones profesionales y de promoción, podemos conseguir hacer un cambio permanente y reducir las muertes en este sector social vulnerable.
La participación del Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional NIOSH, fue esencial para identificar y entender la problemática. Incluido el Centro de Seguridad Obrero Latino, LWSC, que imparte entrenamientos de seguridad e informa sobre los derechos a ser protegido en español.
Algo que marco la agenda fueron las barreras que impiden su implementación plena, que va desde el idioma, la idiosincrasia y falta de información en ambos sentidos: empleadores y empleados. Algunas de las barreras provienen del sector empresarial donde todavía prevalece la idea de aprovechar la incondicionalidad de los trabajadores.
No obstante, para que eso cambie falta la colaboración del trabajador latino, sobre todo los indocumentados; pues su disponibilidad de correr riesgos para mantener el trabajo está sobre la cultura de las reglas así lo protejan. Más aun, el latino consciente del riesgo se toma ese chance por voluntad propia. Combinado esto con la presión y complicidad del empleador por acabar el trabajo a como dé lugar para recibir salario.
En las mesas de discusión se planteó una campaña de concientización similar al utilizado para el cinturón de seguridad en el automóvil. Que se implementó con responsabilidad compartida a través de campañas informativas empezando por el núcleo familiar. Y de esta manera sensibilizar a las amas de casa sobre los peligros laborales, que, ante la indiferencia de un miembro familiar, la mamá o la esposa para su “safety” le sorraje un chanclazo. Después de todo es la “jefa” ¡es la ley!
Independientemente cual sea el curso de las políticas migratorias, para los inmigrantes la mejor opción es la de asimilar la cultura de seguridad laboral lo más pronto posible, y para eso hay que superar las barreras culturales del ‘macho men’, hermetismo, desconfianza, y vencer el temor a represalias al señalar a los empleadores ante las autoridades cuando nos son responsables de la seguridad.