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Diáspora de excremento

CARTAS DESDE CHICAGO

Diáspora de excremento

/Rogelio Faz/

Todos sabemos de la presencia del pueblo judío en el mundo. El termino diáspora se refiere a esa dispersión o exilio. En la actualidad los judíos se han integrado a muchos países sin olvidar su esencia como pueblo. Esta referencia es solo para hacer un comparativo con la diáspora mexicana.

El exilio judío debió a la persecución, se hicieron fuertes, fieles a su herencia religiosa, cultural y política. Desglosar las vertientes judías no es el propósito de este comentario. Que no sea tomar como referencia la diáspora judía como un nacionalismo basado en la autodeterminación. Una especie de nación mundial.

Relativamente es una comunidad pequeña, pero con mucha influencia en el mundo: en la economía (bancos) o grandes complejos financieros; medios informativos; industria del entretenimiento (Hollywood); política; en la jurisprudencia; en las ciencias y las artes. Queramos o no estamos tenemos su influencia.

El término diáspora, también se usó al inicio del movimiento de los Derechos Políticos de los mexicanos en el Extranjero, a partir de 1994, cuando se organizaron por primera vez elecciones simbólicas en Chicago para “elegir” presidente de México.

Pero a comparación del pueblo judío, la unidad del pueblo mexicano es separada por el mismo Estado mexicano, con la complicidad del paisano, ya que muchos han perdido su sentido nacionalista que quizás nunca tuvieron. Salvo el vínculo familiar.

México tiene aproximadamente 128 millones de habitantes, en Estados Unidos de origen mexicano se supone hay 35 millones, y en otras partes del mundo. Es decir, un total de por lo menos 163 millones. 10 veces más que los judíos.

Ya estamos a las puertas de las elecciones del 2018 en México, muy lejos de aquel 1994, cuando ese grupo de mexicanos en su mayoría identificados con algún partido político, organizaron las llamadas elecciones simbólicas. En esa ocasión se registraron alrededor de 3mil 500 votos. En lo que cabe fueron unas “elecciones” limpias.

En el año 2000, surge una nueva convocatoria. Que, a diferencia de la anterior, en lugar de simpatizantes o miembros de partidos políticos, se integró algo que hiciera el papel del IFE, hoy INE: El Concejo Electoral Ciudadano Mexicano del Medio Oeste. Conformado por representantes de clubes o federaciones. En estas elecciones se contabilizaron más de 10 mil votos.

Elecciones que en los hechos eran tan legítimas como las oficiales debido a que la comunidad mexicana en el extranjero expresaba sinceramente su voluntad. Se contó ‘voto por voto, casilla por casilla’. Se confirmaba la seriedad del ejercicio democrático sin la intervención de autoridad mexicana alguna.

En cambio, se quiso desacreditar a las elecciones empezando por el consulado diciendo que eran grupos politizados, como si esto fuera malo. Llegaron a decir que los organizadores eran unos “vende patrias”. O que se podrían meter en problemas con las autoridades locales. No obstante, el día de la elección, domingo 2 de julio del 2000, había colas para depositar el sufragio.

Un reto de los organizadores fue decidir cuál identificación utilizar si la mayoría no tenía credencial de elector. La intención era tomar en serio el ejercicio ciudadano. Se llegó a la conclusión que el principal documento debería ser la credencial de elector, pero también podían presentar matrícula consular, acta de nacimiento o cualquier documento que lo acreditara como mexicano. La gente llego hasta con actas de bautismo, de confirmación, certificados de primaria, de matrimonio, etcétera. De no haber ninguno documento, firmaban un afidávit donde aseguraban ser mexicano o mexicana.

Para el caso, la mentalidad del político mexicano y del organismo electoral es muy pobre, están lejos de entender el concepto diáspora y sus beneficios, no les importa, para ellos somos mexicanos errantes. Una mentalidad de excremento, esa a la que se refiere Donald Trump.

Para lograr el convencimiento se organizaron foros aquí y allá que tomaron años, el propósito era hacer valer un derecho político como un derecho humano a través de un ejercicio cívico. Tan simple como eso.

¿Qué lo impedía? Falta de voluntad política. Quienes respaldaban la iniciativa no lograban ni el apoyo ni de sus bancadas y se les agotaban los tiempos legislativos. Pero se hacía turismo político con la justificación de atender a los “paisas curios”. Era el atractivo del destino.

Según los políticos “no se podían poner en riesgo los logros democráticos del país y su institución electoral” (?). Se cansó de repetirles los métodos que usan otros países y el uso de la tecnología. Nada. Hasta que por fin dieron el sí, con sus peros.

Para este 2018 La fecha límite para solicitar la credencial de elector en el extranjero está por vencerse. No es de dudar que, para estas elecciones, debido a la baja cantidad de votos hagan resaltar el costo y echen la culpa a los paisanos por ser un pueblo de mierda.  

Los políticos mexicanos siguen sin entender la importancia y la urgencia de una sociedad incluyente sin trabas burocráticas y técnicas. Empezando por el racista y discriminador del presidente del INE, Lorenzo Córdova. Que ve a los paisanos e indígenas como excremento; diáspora mexicana para echarla al fondo de la letrina.

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