*”El Ojos” evidenció las mentiras de Mancera
*El 64% de los capitalinos reprueba la gestión de Miguel Ángel Mancera
Por Luis Repper Jaramillo*
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Crónica de una muerte (política) anunciada. Durante 4 años y medio Miguel Ángel Mancera cosechó lo que sembró: hartazgo, incredulidad, mentiras, desaciertos, soberbia, indiferencia, indolencia, inseguridad (pública y personal. Siembre dudó para tomar decisiones) ocurrencias, desconocimiento, incapacidad para gobernar y decenas más.
Hoy, a meses de concluir su gestión al frente del GCDMX y realizarse la “madre de todas las elecciones”, la presidencial de 2018, Mancera Espinosa es un fantasma, una piltrafa política, con sueños de grandeza, que no le alcanzará para lograr su objetivo.
Y mire que su llegada al Antiguo Palacio del Ayuntamiento en 2012, fue un hito en la historia política del país, pues ganó la elección, apoyado por el PRD sin ser militante, con el 72 por ciento de los votos. Nunca se había dado tal fenómeno electoral, después de que el PRI dejara de regentear el DF y Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, obtuviera la Jefatura de Gobierno en 1988.
Con todo ese capital político (envidiado por propios y extraños) Mancera creyó que le alcanzaría para 2018, sin trabajar eficientemente para ello. Pues no, desde su llegada al GDF empezaron los desaciertos, las ocurrencias y sólo escuchaba el “canto de las sirenas” que le hacía su asesor personal, amigo íntimo, su mecías, Luis Serna Chávez, mientras desoía el clamor popular de seguridad, tranquilidad, atención y solución de problemas. Nunca supo resolver lo básico. Se dejó engañar por los hermanos Luis y Julio César Serna, por Héctor Serrano, Tanya Müller, Hiram Almeida, Manuel Granados, a quienes dio todo el poder para manejar, a su antojo, el DF y luego la CDMX.
Mancera nunca fue humilde, la prepotencia y soberbia fueron sus características para (des) gobernar la Ciudad. Fue demasiado influenciable, lo que denota una actitud endeble, sumisa, temerosa. Jamás, insisto, en los 1642 días que lleva de gestión se le ha visto mano firme, contundente, segura para ordenar acciones que beneficien y eleven la calidad de vida de los casi 10 millones de habitantes de la CDMX y 6 millones que la transitan o vistan diariamente.
Su primer círculo se ha enriquecido a costa suya, ahí tienen la doble verificación vehicular, las malditas fotomultas, los parquímetros, las arañas o inmovilizadores, la rapiña de los grueros de la SSP, quienes tiene una cuota de 25 automóviles diarios al corralón, con las consabidas multas.
El límite de velocidad ha representado para el “cochinito” de Mancera una enorme fortuna para su campaña presidencial (sueño de opio).
Incluso la VII ALDF, se ha prestado a las corruptelas del Jefe de Gobierno, aprobándole leyes para “joder” al capitalino, como aquella de Plusvalía, mediante la cual, el dueño de un inmueble debería “donar” al Gobierno de la Ciudad un porcentaje del costo por el valor de su casa, es decir, al subir la plusvalía de la vivienda por obras de modernización, embellecimiento, conservación de la calle, la administración central tiene que recibir “su moche”. De ese tamaño la rapiña mancerista.
Pero lo que más viene reclamando la ciudadanía es la inseguridad, porque de los 10 millones de habitantes, el 71 por ciento, es decir 7 millones 100 mil, no perciben, sino soportan, toleran, padecen inseguridad, por la exponencial presencia y acción del crimen organizado en la Ciudad de México.
Una muestra de ello recién sucedió el jueves 20 de julio en la Delegación Tláhuac, en donde un operativo conjunto de la Marina y la Policía Federal, abatieron al líder del Cártel de Tláhuac, Felipe de Jesús Pérez Luna, “El Ojos” y siete de sus sicarios, tras una investigación de inteligencia por más de 8 meses realizada por la Armada de México.
Con esta acción, y retomando el inicio de esta entrega, se aplica la “crónica de una muerte (política) anunciada”, de la que mintió y se resistió a aceptar Mancera Espinosa: el asentamiento en la Ciudad de México, de cárteles de las drogas, que todo México sabía, pero que el Jefe de Gobierno no acepta, porque sus jilgueros (Serna, Serrano, Almeida, Müller), le cantan al oído que su ciudad se sólo sitio de “tienditas”, narcomenudeo, de tránsito hacia otros lugares.
Fue tal el cinismo, candidez o pende… de Mancera, que un día después del operativo sostuvo en rueda de prensa, que no había Cárteles, sólo acciones de distribución y venta en “baja escala” de cocaína, heroína, mariguana, anfetaminas, etc. haciendo el ridículo mediático imperdonable. Si así hubiese sido, ¿por qué la Marina y la Policía Federal, sin avisarle, operaron las acciones en contra de un líder del narcotráfico?
Esto demuestra, fehacientemente, que Miguel Ángel Mancera, es omiso, cómplice, indiferente y hasta protector de las mafias organizadas en su Ciudad, pues de todos es sabido que el Cártel de Tepito, opera descaradamente a ciencia y paciencia del GCDMX, de la SSP, de la PGJCDMX, sin que se les toque un pelo por su ilegal actividad.
En la zona norte de la Ciudad, Delegación Cuauhtémoc, en las Colonias Morelos, 20 de Noviembre, Bondojito, Lagunilla, el hampa vende desde mariguana, heroína, metanfetaminas, cocaína, hasta armas, granadas, bazucas, hasta tanques. Trafican órganos humanos, prostitución, trata de blancas… y esto lo han hecho por décadas, desde los gobiernos capitalinos del PRI y ahora del PRD; incluso las autoridades federales PGR, CISEN, Defensa, Marina, Gobernación, Los Pinos, Policía Federal, Gendarmería, etc. saben, conocen, ubican y permiten las ilícitas actividades del Cártel de Tepito.
Pero Mancera hace mutis, se esconde de la realidad, y/o solapa las actividades en la CDMX de los Cárteles de Tláhuac, Tepito, Familia Michoacana. Templarios, Jalisco Nueva Generación, del Golfo, Los Zetas, de Sinaloa y más, pues los comerciantes y restauranteros de Polanco, del Centro Histórico, de La Condesa, La Merced, la Central de Abasto, la Roma, tiene que soportar y desde luego pagar “el derecho de piso”, que es la carta de presentación de los Cárteles. Esto es su primer ingreso, pues los prestadores de servicios no pueden moverse de su lugar para huir de las mafias.
Pese a las denuncias ciudadanas (víctimas de secuestros, asaltos, robos) en Redes Sociales, en reportajes y notas periodísticas en noticiarios de televisión, radio, periódicos, Internet, revistas, Miguel Ángel Mancera, no escucha, “no pela”, ignora, inactúa, no reacciona, pues bien sabe que esas fechorías tiene que tolerarlas por “el entre” que recibe de las mafias su administración (que no reporta a su Secretaría de Finanza o a la SHCP), dinero que se queda en el “marranito” de Mancera “para su campaña”.
Sin temor a equivocarme, el sexenio de MAM en la CDMX, ha sido el peor en la historia de la capital de la república, incluso superando a las corruptas regencias del PRI, o las gestiones de Andrés Manuel López Obrador, Rosario Robles, Alejandro Encinas y Marcelo Ebrard, caracterizadas por la corrupción. Pero la de Mancera, además de corrupción, colusión y permisividad a Cárteles, mafias ha dañado la calidad de vida de los habitantes por su deshonesto, opaco, incapacidad y ausencia de decisión gubernamental.
A pesar de este panorama real, contundente, irrefutable, a los ojos de los capitalinos, de los mexicanos y del mundo, el irresponsable Miguel Ángel Mancera, pretende pedir licencia al cargo en octubre para iniciar su precampaña a una nominación presidencial. Una actitud torpe, vergonzosa, humillante, indigna, pues como todos hemos sabido y padecido, su sexenio es desastroso, fallido, incapaz, aterrorizante por la galopante inseguridad.
Respecto a esto, una encuesta reciente del Periódico Reforma, deja saber que el 64 por ciento de los capitalinos consultados reprueban el gobierno de Miguel Ángel Mancera. A la pregunta de si quisieran ver al Jefe de Gobierno como candidato presidencial, el 66% lo rechaza y en caso de llegar como aspirante a la elección en 2018 –aún se desconoce por cuál partido- el 71 por ciento (casi el mismo porcentaje con que llegó al GDF en 2012), respondió que no votaría por él.
Sólo estos tres cuestionamientos demuestran el hartazgo, la desilusión, la desconfianza, el rechazo, el fastidio, la irritación de los capitalinos a Miguel Ángel Mancera Espinosa, cuyo gobierno fallido ha impactado en la pérdida de la calidad de vida, no sólo del 72% que lo llevó a la Jefatura de Gobierno, sino del restante porcentaje que padece el deterioro de la capital de la república, convertida en botín de delincuentes, en el estacionamiento más infernal del país; en la entidad más cara para vivir por tantas multas, castigos, prohibiciones y leyes que lejos de protegerlo se convierten en inquisidoras en la Ciudad de México.
Además de todo lo anterior, no perdamos de vista que en su permanente campaña de imagen, posicionamiento, “logros”, con miras a su candidatura, utiliza el presupuesto de la Ciudad, recursos que no ha justificado o aclarado ante ninguna autoridad fiscal.
Su salario mensual, según la pagaduría del GCDMX, es de 73 mil 430 pesos, cantidad que no le alcanzaría para el despliegue publicitario que hace en radio, televisión, diarios, internet, monumentales, flayers, etc. (anunciado logros y realizaciones), pero ninguna autoridad, como la Contraloría interna de su gobierno lo ha requerido, no se diga la ALDF que es cómplice y testaferra en su afán por llegar a una candidatura.
Finalmente, el último clavo de su ataúd político, se lo autocolocó al insistir que “no hay Cárteles de las drogas en la Ciudad”, cuando operan en el territorio más de 6 grupos mafiosos, y los visibles el de Tepito y ahora el de Tláhuac.
Mancera, crónica de una muerte (política) anunciada y “El Ojos”, su protegido, lo evidenció.
*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT) y de Comunicadores por la Unidad (CxU)