lunes, noviembre 25, 2024 - 4:38 pm

Amnistía Integral

CARTAS DESDE CHICAGO
AMNISTIA INTEGRAL
Rogelio Faz
Volvieron a surgir en las calle de algunas ciudades de Estados Unidos la exigencia para una reforma migratoria. No es nuevo, solo que después de que Donald Trump asumiera la presidencia es tema y temor de todos los días. Hasta ahora con el grito de ‘si se puede’ en las marchas no se ha podido. ¿Se podrá? ¿Se está haciendo lo correcto o solo es desahogo? Sin dejar de reconocer algunos logros.
Parece que lo de la reforma no sucederá por esta vía, tampoco dependerá de cuantas marchas se hagan, ya que es una situación que no se definirá bajo esa presión por la simple razón de que una reforma migratoria no resuelve el problema de la inmigración no autorizada. Pues reglas hay y no se han cumplido.
Es decir, aunque la reforma se llegara a dar porque Trump se cayó de la cama y se golpeó la cabeza y despertó con una personalidad pro migrante, y en ese momento firmara una orden ejecutiva a favor, no resolvería el problema. Porque seguimos entrando sin autorización y la ley escrita hoy de nada servirá mañana. Y eso no es ser anti inmigrante, es una realidad.
Claro, sin perder la objetividad de las exigencias para trámites o solicitudes pendientes o nuevas en espera de una resolución para unión familiar. O alguna otra de interés particular.  
Lo que se está pidiendo es lo que urge, detener las deportaciones para los que ya estamos aquí sin papeles. En los hechos se traduce en una amnistía integral a cambio de demostrar buen carácter moral, auto manutención, cumplir con los impuestos y por último, al parecer, tener familia ‘ciudadana’ que dependa de uno. Y en base a eso un perdón por haber entrado sin autorización. De otra manera se ve difícil con esta u otra administración.
Pero si las demostraciones van acompañadas con insultos es probable que nosotros mismos estemos contribuyendo al impase. Es difícil contener la frustración sobre todo cuando está de por medio la familia. Pero hasta donde se tiene memoria de la humanidad, es casi imposible que de esa manera se obtenga clemencia por parte de jueces implacables.
Sin embargo, es bueno y necesario que se sepa la verdad de la contribución de los inmigrantes incluidos los indocumentados. Desafortunadamente, en este país, que supuestamente ‘decir la verdad se castiga menos’, está condicionado a la aceptación de culpabilidad.
¿Hasta dónde nos compromete la idea de exigir derechos cuando todavía no los tenemos? Seria difícil establecerlo. Pero los derechos universales no necesariamente abarcan los constitucionales de un país soberano siempre y cuando no agredan los derechos fundamentales del ser humano, los inalienables establecidos por la ONU desde 1948. Que de hecho se están violando con la separación forzada familiar.
Esa podría ser una vía de defensa pero no para una reforma de inmigración.
Pero los derechos que concede el Estado a sus ciudadanos aún no los tenemos, los que otorga cualquier país medianamente democrático. Así que hablar y exigir derechos hay que estar claros a cuales nos referimos. De lo contrario seremos percibidos fuera de la realidad. Y ante eso, la injusticia y prepotencia serán respuesta en un marco supuestamente legal.
Tampoco no hay que olvidar que al ingresar a este país sin documentos y a escondidas o violando una estancia, estábamos conscientes de la falta. Justificaciones pueden ser varias, pero lo sabíamos, como también que nos podían echar comprometiendo a la familia. Inocentes no somos.
Situación que origino, además de la necesidad, entre acuerdos particulares: trabajador y empleador, o sea; un interés económico laboral, y a espaldas de quien debería autorizarlo; el gobierno federal. A quien ahora le exigimos a gritos nos resuelva.
Aquí habría que ser sinceros con uno mismo y tratar de respondernos. ¿Una reforma cambiaría la intención de los que quieren inmigrar en el futuro? ¿Cuánto tiempo y cuanta inmigración es suficiente para no crear caos? ¿De aquí a 30 años estaremos exigiendo derechos para otra reforma inmigratoria?
Y a todo esto ¿los políticos mexicanos seguirán marchando en EU en defensa de los paisanos cuando no lo hacen en casa? o ¿la sociedad mexicana seguirá ofendida por los agravios que nos hacen, pero cuando estamos allá nos desprecian o subestiman?
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