CARTAS DESDE CHICAGO
Propósitos malignos de año nuevo
Rogelio Faz
Cada fin de año casi todos los creyentes nos deseamos felicidad y progreso. Deseos que casi siempre tienen alguna relación con el año que se va. En parte lleva un mensaje de responsabilidad y preocupación.
Lo primordial es empezar con el pie derecho uno mismo y la mejor oportunidad es en familia durante las fechas decembrinas.
Tradición que no necesariamente da inicio con lo religioso, pues estas tienen un origen pagano a la que se unió precisamente la celebración cristiana. Pero en esencia ambos tienen el mismo sentido de agradecer lo recibido y de lograr algo positivo en el futuro.
Hablar en estos momentos de algo que estropee ese espíritu navideño va contra la lógica del propicito. ¿Pero cómo evitarlo si nos enteramos de todo lo bueno y malo que sucede en el mundo al instante? donde los niños en la edad del ‘¿por qué?’ y del santa Claus lo que ven y oyen es muerte y destrucción.
Así como todos compartimos buenos deseos -unos sinceros y otros por cumplido-, también tenemos la obligación de enfrentar ciertas realidades con objetividad para vivir no solo unos días de armonía y los días siguientes con horror.
Y como no preocuparse cuando una persona puede llegar a la Presidencia en uno de los países más influyentes del mundo en lo económico y militar como Estados Unidos, y al parecer sus únicos dioses son el dinero y el poder, y la egolatría con agravios. Cuando debería de ser el ejemplo para otros países que se han caracterizado por estar en contra hasta de su propia gente.
Sin embrago, por el lado de las religiones están también han incurrido en lo mismo, que para imponer su fe lo han hecho a sangre y fuego, incluida la católica. Y aunque todas ellas se basan en argumentos fantasiosos y poco probables, en la actualidad esta fe en esencia pretende hacer el bien. Que es lo que todos deseamos aunque sea con cuentos o mentiras piadosas.
Eso es mejor que sufrir con mentiras torcidas. Como una que pretende aniquilar a los demás por “infieles”. Que en su afán por imponer su necedad vienen culpado a generaciones de su maldad espiritual, para convertirse en un terror: el estado islámico.
Probablemente usted se diga: no hay que blasfemar en contra de ninguna religión si no queremos que lo hagan con la nuestra. Pero si queremos responderles a nuestros niños sus “porqués”, debemos primero enfrentar con valentía la verdad de nuestras incógnitas, como las que profesan estas culturas desde sus orígenes como la musulmana y su líder espiritual.
¿Porque las religiones cristinas no hablan abiertamente o se oponen contra las creencias que quieren aniquilar a los infieles?
Porque todas parten de un mismo punto con un mismo fin: un Dios único y todo poderoso. Donde las instituciones religiosas son las encargadas de administrar esa fe. Por lo tanto comparten los mismos principios clientelares. La diferencia es que los cristianos con todas sus enajenaciones son el opio medicinal (espiritual), que procuran la convivencia en paz.
Mientras que las creencias fanáticas y extremistas por más que algunos quieren ocultar los “porqués”, no dejan de tener una fe con opio vicioso. La propia historia de su origen no permite equívocos.
No es por querer dañarle sus buenos propicitos de año nuevo, pero sería bueno tener en mente que para ser realista no hay que olvidar a los enemigos fanáticos que usan los mismos pretextos. Y que mejor enfrentarlos en una familia unida en la fe de la natividad para tener un año prospero.