CARTAS DESDE CHICAGO/LA QUINCEANERA, EL TLC Y TRUMP
Rogelio Faz/Muchos de ustedes habrán oído del barullo que se está armando con la fiesta de la quinceañera Rubí en el poblado La Joya, en el estado de San Luis potosí, México. Después de que sus papás hicieran pública en las redes sociales una invitación al festejo. La Joya es un poblado minúsculo ‘en medio de la nada’ en la zona que se conoce como el Altiplano. Un área semidesértica donde los habitantes carecen de agua entre otras cosas, como una señal para celular. Condición que se presta a que otros quieren sacar ventaja.
Por supuesto no se trata de dañar el ánimo de anfitriones y comensales, al contrario, se admira la intención de quienes quieren sumarse al festejo; desde artistas, políticos incluso empresarios que han demostrado interés de asistir o de cooperar para el jolgorio.
Pero aparte de chambelanes, vals, ceremonia religiosa, pastel o el premio de la “chiva”, hay un aspecto que habría que aprovechar para reflexionar. Que pareciera no tiene nada que ver con la alegría de una celebración tan especial en una familia humilde.
Lo que es cuestionable es como otro evento mucho más delicado y de mayor trascendencia en la misma región del altiplano potosino, no llamara tanto la atención. No muy lejos de ahí existe un municipio llamado Guadalcázar, ambos son lugares pobres y marginados.
Lugares que debido a su condición y a la indiferencia de la sociedad y autoridades, surgen empresas que si les prestan atención con el pretexto de llevar empleos y “progreso”, pero sin advertir de riesgos irreversibles.
Resulta que la empresa estadounidense Metalclad Corporation, pretendía reactivar un tiradero de productos tóxicos en el municipio de Guadalcázar, los cuales estaban dañando a los habitantes del lugar con muertes o malformaciones físicas y contaminando el medio ambiente.
Al decir reactivar, significa que ya se habían depositado 20,000 toneladas de desechos tóxicos anteriormente por una empresa potosina, Confinamiento Técnico de Residuos Industriales (COTERIN), con la autorización del gobierno federal mexicano, aun desconociendo las consecuencias o lo que es peor forzándolas.
Los depósitos peligrosos se habían llevado a cabo con engaños por la compañía que dijo iba a perforar pozos para agua de consumo y agricultura. Y lo que hicieron fue depositar 55 mil tambos llenos de sustancias peligrosas a la intemperie y sin ninguna protección que no fuera un aviso que dijera “prohibido pasar, propiedad privada”.
Estos depósitos los había hecho la empresa potosina entre 1990 y 1991. La población y autoridades municipales al ver la mentira y el riesgo, intervinieron y consiguieron bloquear el paso a 20 tráileres con más residuos tóxicos.
Acción que llamo la atención a organizaciones ambientalistas como Greenpeace de México y Pro San Luis Ecológico, lo que detuvo las maniobras. Pero el problema siguió, ya que solo habían recubrieron los tambos con tierra y lonas y estos ya mostraban perforaciones incluso había unos vacíos.
Con la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN o NAFTA) en 1994, la empresa estadounidense Metalcland retomo el negocio de Coterin y se comprometió a limpiar el área siempre y cuando le permitieran seguir operando con el mismo propósito. Las autoridades federales de ecología y medio ambiente de México respaldadas por la presidencia volvieron a dar luz verde.
Metalcland tenía calculado ganancias por 12.5 millones de dólares para el primer año iniciando con 30 mil toneladas de desechos contaminantes y el proyecto era para 25 años.
Planes que se frustraron cuando las organizaciones ambientalistas independientes presentaron una denuncia penal contra los funcionarios públicos involucrados en la aprobación. Esto llevo a Metalcland a buscar otras alternativas de persuasión.
El embajador estadounidense en México presiono a la Secretaria de Comercio de México y amenazo al gobernador de San Luis Potosí de alertar a los inversionistas estadounidenses a no invertir en la entidad. Incluso se mencionó de un soborno por un millón de dólares.
Ahí no quedo, pues un senador de California y otro de Illinois hicieron su parte pero tampoco fructifico. Así que la empresa decidió irse por la vía legal y demando al gobierno mexicano por “discriminación y expropiación”. Se ampararon en un artículo de la ley del TLC ante un tribunal internacional por incumplimiento. Exigiendo a México un pagar de 16 millones de dólares más intereses. Cantidad que jamás pensaría invertir para activar la economía del altiplano.
Sin embargo, la decisión del juez se basó en daños económicos sin tomar en cuenta la opinión de la sociedad afectada, aun sobre su salud y el medio ambiente. Con lo que se demuestra que hay muchos vacíos en el TLC donde se favorecen los acuerdos comerciales y de gobiernos centrales corruptos o ignorantes, sobre los estatales y municipales que son los más afectados.
Por el momento, con los quince de Rubí, el altiplano potosino está de fiesta. Cuando esto pase el medio ambiente volverá a su nivel, esperemos que las generaciones por venir de la nueva señorita potosina cuando tenga familia toda esté sana.
Lamentablemente no podrán decir lo mismo aquellos que tuvieron bebes con malformación o que perecieron, algunos casos ni siquiera fueron documentados como daños por contaminación. Pues así los trajo Dios al mundo.
Si el presidente “selecto” Donald Trump quiere renegociar el tratado comercial con México y Canadá como lo viene pregonado porque según él es desventajoso para EU, pues este es el momento para poner en su lugar todas aquellas condiciones que favoreces económicamente a unos y mata a otros ambientalmente.