CARTAS DESDE CHICAGO
AMERICA PRIMITIVA Y SALVAJE
Rogelio Faz
Semanas antes de las elecciones, Donald Trump había alarmado al país al declarar que no aceptaría los resultados de la elección si no ganaba. Declaración que podría interpretarse como una invitación a la violencia por parte de sus seguidores, en su mayoría votantes rurales; los americanos primitivos. Pues los papeles se invirtieron.
Los correctamente democráticos progres y liberales, resultaron ser más salvajes que primitivos ante el triunfo de los conservadores, los elegidos de ‘God’. Herederos de los peregrinos y padres de la nación, por lo tanto vigilantes del destino moral.
Independientemente de la afiliación o ideología política sea de izquierda, derecha, centro, de arriba, abajo, creyente, ateo, blanco, negro o prietito, no se debería estar de acuerdo con las declaraciones del ahora presidente electo Donald Trump.
Entre los más afectados estamos los inmigrantes, en particular los indocumentados. Pues toco partes sensibles como la separación familiar con deportaciones, además del daño moral, porque según Trump, algunos no somos violadores ni criminales. Justificadas razones para descalificarlo ya no digamos como presidente, sino como simple vecino. No por decir mentiras sino por confundir la proporción.
No obstante, si queremos dar un ejemplo de civilidad, debemos de aceptar los procesos democráticos. Y Trump gano aun en contra de nuestra voluntad de acuerdo a las reglas electorales vigentes de este país.
Mostrar inconformidad a través de la violencia nos pone a la par y nos auto descalifica, de entrada nos convierte en malos vecinos. Cuanto y más si aún no somos ciudadanos, no nos corresponde salir a las calles con argumentos absurdos y ofensivos a exigir no se reconozca la elección de un candidato.
Con respecto al día de las elecciones, todos éramos testigos como el mapa electoral conforme avanzaba el día, se iba tiñendo de rojo con algunas lagunas azules. El color nos indica que el voto mayoritariamente rural era rojo y el azul se centraba en las áreas urbanas, donde se concentra la inmigración activista con los llamados progres, autoproclamados paladines de la justicia social y del destino manifiesto de la democracia.
Los números reflejaban técnicamente un empate pero predecían, obvio, iban a impactar a cualquiera de las partes. Sobre todo porque las encuestas habían condicionado una tendencia falsa. Como sucedió en los medios de comunicación de televisión en español, donde nos decían era imposible ganar sin el voto hispano.
El mismo día de las elecciones si se quería estar bien informado, se tenían que sintonizar a las televisoras en inglés, porque las hispanas que presumían estar transmitiendo resultados en “tiempo real” para “su gente” mantenían el toque sentimental y faramallero.
La cadena CNN en ingles que sí estaba informando en tiempo real de manera impresionante, cubrían el mapa político a nivel nacional, estatal, condado o incluso en poblados pequeños, dando santo y seña de las tendencias junto a cualquier otro porcentaje con una habilidad y precisión admirable.
En las transmisiones en español conforme se acercaba la hora de la verdad, se empezaba a discutir él porque de lo sucedido, cuando en gran medida ellos habían creado esa ilusión; un entusiasmo partiendo de la idea en que ningún candidato iba a ganar sin el voto latino.
Habían hecho una telenovela electorera, todavía ese día se recurría a los comentarios sentimentales y preguntas a la gente como ¿qué harías si deportan a tus padres?
Cuando se hablaba de resolver el problema “roto” de inmigración, consistía en hablar de una reforma que incluyera a todos. Pero la realidad es que la inmigración no autorizada desproporcional es un problema para todos, con efecto social y daño a la dignidad. Se quiera o no, se trata de pueblos en desbandada que regularmente acabamos en mala adaptación, donde hay desempleo o empleo con mala paga y lo peor de todo; desintegración familiar, irónicamente por lo que no se quiere ser deportado.
Volviendo a la América profunda, a la primitiva, rural, esa peligrosamente religiosa y puritana, la que se opone a las ideologías liberales como el matrimonio homosexual o el aborto entre otras cositas, acabo por llevarse entre “las patas” a la reforma, así no la viera con malos ojos.
Pues el liberalismo de Hillary Clinton y la necesidad del inmigrante se habían unido aunque se contrapusieran en sus principios, que incluye a otras creencias religiones incongruentes.
El sueño famélico progresista y el remedio de lo “roto”, por cierto que los mismos inmigrantes hemos “quebrado” al inmigrar ilegalmente, no obstante acusamos al sistema causante del problema, pues en esta ocasión nos tocó perder. Ahora lo pero que podemos hacer es convertirnos en salvajes, destruyendo y golpeando a los primitivos como muchos de los mamarrachos protestantes lo están haciendo, lo que le exigíamos a Trump no hiciera de no ser electo.