Y lo recibieron como Jefe de Estado. El muro va, restregó
Por Luis Repper Jaramillo*
Fue un error histórico, una decisión irresponsable, una muestra incuestionable de la indefensión en que nos encontramos los mexicanos, que a pesar de ser insultados, vituperados, despreciados y amenazados por quien pretende la presidencia de Estados Unidos, el Republicano y antimexicano Donald Trump, la presidencia de la república dio trato de jefe de estado, y casi, casi, lo declaró huésped distinguido, a quien de lograr su objetivo levantará un muro en la frontera común y en nuestra propia casa dispuso que esa pared sería pagada por los mexicanos. ¡Vaya afrenta, del indignante y neonazi, Trump!
Se perdió la dignidad y el respeto a México, (por el momento de un candidato presidencial de Estados Unidos), que durante décadas fue ejemplo y líder latinoamericano por su solidez, diplomacia y respeto a los derechos humanos. Hoy en la propia “casa de los mexicanos”, como pomposamente dicen los presidentes del país, un déspota millonario y aspirante a la Casa Blanca, advirtió textual “el muro va”. Sin embargo en su discurso, frente a Peña Nieto –su dilecto anfitrión- no se atrevió a mencionar quien pagaría su construcción.
Un par de horas después, de regreso en la unión americana, en Arizona durante un mitin sobre política inmigratoria, Trump aseguró que “México sí pagará por una enorme muralla, un muro hermoso e impenetrable». Además de racista, cobarde, pues no tuvo los tamaños para decirlo en nuestro país.
Pero dice el refrán mexicano “no tiene la culpa el indio, sino quien lo hace compadre”. Me refiero, a que desde hace varios meses, antes y a partir de que obtuvo la nominación Republicana, Trump ha vociferado discursos de odio, discriminación, insulto, desprecio por los mexicanos, y pese a ello, Enrique Peña Nieto, en un afán “democratiquero” –permítanme el término- y por quedar bien, quien sabe con quién, menos con los mexicanos, invitó a los dos candidatos presidenciales a la Casa Blanca, Hillary Clynton (demócrata) y el antimexicano Trump, a visitar México “para hablar”.
El magnate aprovechó la torpeza o candidez del mandatario mexicano y se adelantó a su oponente, para reiterar –en nuestra propia casa- su postura de repudio y desprecio a los mexicanos. Es decir, después de que por meses nos insulta, humilla e ignora, todavía lo convidan a visitar el país, con trato preferencial: su avión privado fue aparcado en el Hangar Presidencial, fue custodiado por elementos del Estado Mayor Presidencial, se le trasladó en helicóptero de la Fuerza Aérea Mexicana (EMP) hasta el helipuerto de Los Pinos –como se hace con un Jefe de Estado- y éste despreciable sujeto es apenas aspirante al cargo, no tenía que ser atendido con trato de virrey.
Quien insulta reiteradamente a México y a los mexicanos con epítetos como, “los inmigrantes mexicanos son violadores y criminales” fue recibido por Peña con respeto, humillación, sonrisas y fraterno saludo de mano. Como decía mi abuela, “invitas a tu casa a quien te insulta, desprecia y daña. ¿No te da vergüenza?”
El inquilino de Los Pinos, no leyó, no le pasaron el monitoreo de las redes sociales, las muestras de rechazo que los cibernautas escribieron en contra de la visita del acaudalado Trump. Y no fue sólo vox populi quien increpó la decisión de Peña, los llamados “intelectuales”, en sus páginas personales, en sus espacios de opinión en radio, televisión, impresos, etc. enfrentaron al mexiquense por el sólo hecho de hacer la convocatoria al neoyorquino (Queens), ya que su anti mexicanismo hecho público en sus discursos, no merecía pisar el suelo que ha escupido, degradado y menospreciado.
Peña tuvo la gran oportunidad de “ponerlo en su lugar”, de cobrar facturas por la insensatez con que nos trata, pero no… le tembló la mano, se achicó, se shoqueó y amilano, ante la figura del millonario extranjero.
Eso sí, luego de que la persona non grata se fue del país, en declaración a medios de comunicación, muy ufano dijo en su televisora favorita (Televisa) «Nos sentimos agraviados y dolidos por sus planteamientos sobre los mexicanos»… pero en la rueda de prensa conjunta en Los Pinos, no se lo dijo a su visitante.
La actitud tibia del mandatario y el reto que hizo a los mexicanos, por haber corrido invitación a Trump, desató la ira y frustración de los connacionales. Con el permiso de Pancho Garfias, amigo Columnista, que publica en Excélsior y en su Portal www.elarsenal.net, retomo parte de su texto: “el rechazo a la visita de Donald Trump fue generalizado. Jesús Silva Herzog, Jorge Castañeda, Soledad Loaeza, Enrique Krauze, reconocidos pensadores, coincidieron en que fue un error la invitación a Trump. “Una vergüenza”, sintetizó Silva Herzog en su cuenta de Twitter. “Error histórico”, calificó Krauze. “Me siento ofendida”, confesó Loaeza. Jorge Castañeda dijo que nomás no entiende las razones del presidente Peña para lanzarse a esta aventura sin sentido. Los mexicanos están enojados con él” (fin de la cita)
Retomado una frase popular mexicana, que en periodo electoral se hace famosa, Peña aludió a la expresión que el publicista de Felipe Calderón, candidato del PAN a la Presidencia de la República en 2006, creó y decía “AMLO es una amenaza para México” (Antonio Sosa). El mexiquense dijo que “algunas propuestas de Donald Trump son una «amenaza» para el país”; a toro pasado, pues cuando tuvo la gran oportunidad de decirlo en su cara, se achicó… ¡Ni cómo ayudarle!
Lo que declaró ante la prensa, lo que dijo al noticiero nocturno de Canal 2, su artículo en el Periódico El Universal, o los twitts que subió en su red social, no lo exime, disculpa, justifica, del gran error de dejar entrar a nuestra casa, Los Pinos, a un enemigo de México.
Peña asumió, según sus propias palabras en la FIL de Guadalajara (diciembre 4 2011), que “la Biblia había sido uno de los 3 libros que marcaron su vida”, el Sermón de la Montaña, Jesús dijo: A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra. (Jesucristo, Mateo 05:39). Es decir, Trump ya nos dio una bofetada con sus insultos, entonces en Los Pinos, Peña, puso la mejilla izquierda para complacer a su “distinguido visitante”.