Banamex y EPN: publirrelacionistas de Trump
ROBERTO FUENTES VIVAR
Aunque sé que no son mis días normales para escribir esta columna, no puedo sustraerme de hacer un comentario sobre lo que sucedió este miércoles:
Vi al presidente de México permanecer, en su propia casa, como un invitado de piedra a la campaña de un presidente estadounidense.
Vi a un presidente de México haciendo la labor de publirrelacionista de un candidato a la presidencia de Estados Unidos, Donald Trump.
Vi a un presidente de México servir, sin recato, a los intereses de un político extranjero y sin entender los principios de la diplomacia mexicana, que fue ejemplo internacional durante décadas.
Vi a un presidente de México disculparse de los agravios de su invitado: “Que había habido malinterpretaciones o afirmaciones que lamentablemente habían lastimado y afectado a los mexicanos, en la percepción que él viene haciendo de su candidatura, y de la cual soy absolutamente respetuoso. Que el pueblo de México se había sentido agraviado por comentarios que se habían formulado, pero que yo estaba seguro que su interés genuino es por construir una relación que nos lleve a darle a nuestras sociedades condiciones de mayor bienestar”.
Vi a un presidente de México someterse al dominio mediático de un personaje extranjero. Sólo habló cuando el invitado le cedió el micrófono.
Vi a un presidente de México más interesado en mejorar la imagen de Donald Trump, que en presentar al día siguiente el informe ante los mexicanos sobre la situación que guarda el país.
Vi a un presidente de México entregar el protocolo de su casa a un candidato a un país distinto al nuestro.
Vi a un de México empequeñecerse ante una imagen que le sacaba por lo menos 10 centímetros de altura.
Vi a un presidente de México en actitud supina, recibir a un político extranjero con toda la parafernalia respectiva, a pesar de que el poder legislativo local declaraba a su visitante persona “non grata”.
Vi a un presidente de México asentir cuando el invitado señalaba que el “fin supremo” de nuestro y el suyo son los mismos.
Vi al presidente de México rodeado de personajes de comunicación social que no entendían la trascendencia de la historia.
Vi a un presidente de México hablar quedito, casi susurrando, sobre su responsabilidad de “proteger a los mexicanos donde quiera que ellos se encuentren”.
Vi a un político extranjero, despeinado, hablar de nuestro país como si se encontrara en su casa y dar instrucciones de lo que será el futuro.
Vi el nombre de mi país desdibujarse como un papel sanitario se deshace cuando el remolino del desagüe se lo traga.
Todo esto vi ayer, cuando, antes que la Presidencia de la República y que cualquier medio informativo, Banamex me hacía llegar la transcripción (y los videos) de las palabras de Donald Trump en Los Pinos.
Nota: en abril de 2012, Banamex decía en un informe sobre las elecciones: “(habrá) una victoria del candidato Enrique Peña Nieto, del PRI, aunque por un margen menor del que tiene actualmente, con la probabilidad de que, por vez primera desde 1997, el control del Congreso esté en manos del mismo partido que el del presidente. No vemos un posible un resurgimiento de Andrés Manuel López Obrador”.
Dice mi amigo Edgar González: “son tiempos de genuflexión”, a lo que el filósofo del metro agrega: de genuflexión y de ignorancia supina.
Entresemana.mx