Salinas, Peña y la guerrilla
MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN
El tema de la Reforma Educativa dejó de ser factor toral de un movimiento que está infiltrado por la guerrilla del EPR y el ERPI, amén de grupos de la delincuencia organizada. Hoy, es pretexto para la espiral violenta que se avecina más allá de los estados donde la voz de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) es ley.
¿Quién o quiénes, desde la cúpula del poder político central dejó crecer un conflicto que gobernadores de Oaxaca, Guerrero, Michoacán y Chiapas prohijaron por omisión?
¿A quién conviene la movilización del fundamentalismo que abriga a delincuentes que atemorizan a la población, roban y asesinan y dislocan la actividad económica en por lo menos cuatro entidades que, al final de la cadena productiva, impacta al Producto Interno Bruto nacional?
Veamos. Dos tiempos en la historia nacional contemporánea son los de la violenta irrupción de grupos fundamentalistas de sedicente ideología marxista-leninista, de supuesta tendencia socialista sustentada en las mismas bases de indígenas, campesinos y profesionistas de filiación de izquierda y ultra radicales, cuyo objetivo es el control de ínsulas de poder con gobiernos de autogestión en Oaxaca, Guerrero, Chiapas y Michoacán.
Al amanecer del 1 de enero de 1994 el llamado Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), a cuyo frente se instaló Rafael Sebastián Guillén Vicente (a) Subcomandante Marcos, le declaró la guerra al gobierno presidido, entonces, por Carlos Salinas de Gortari, quien meses antes dio la orden de no atacar al campamento que, en los Altos de Chiapas, servía para entrenamiento y albergue de los guerrilleros.
Con la Declaración de la Selva Lacandona, en la que demandaban del gobierno salinista tierra, trabajo, techo, salud, alimentación, educación, democracia, independencia, libertad, paz y justicia, los zapatistas urgían incluso a la dimisión del Presidente de la República.
El Ejército federal estuvo en condiciones de acabar con ese movimiento, disolverlo y mandar a prisión a quienes, junto con el subcomandante Marcos, armaron la charada en la que perdieron la vida un número no determinado de indígenas chiapanecos, varios de ellos en el mercado de Ocosingo, el principal y más sangriento enfrentamiento entre soldados y guerrilleros, donde se descubrió que la inmensa mayoría de estos portaban rifles de palo.
Ese punto que indigna por la miserable condición humana de personajes como “Marcos” que enviaron como carne de cañón a indígenas pobres a una guerra que ya habían perdido desde diciembre de 1993 cuando el ejército federal los sorprendió, por ejemplo, en San Carlos y los dejó ir.
O, en la fecha cuando personal bajo el mando del general Miguel Ángel Godínez, entonces jefe de la VII Región Militar, descubrió aquel campamento de entrenamiento de los guerrilleros que, poco antes, habían torturado y asesinado a dos militares que los descubrieron. Los colgaron y desollaron. Pero desde el alto mando, es decir, desde la Presidencia de la República.
Ese movimiento de opereta duró, formalmente, cerca de dos años. Después hizo un recorrido de apantallapendejos y Vicente Fox, entonces presidente, los dejó deambular libremente, en acatamiento de la disposición constitucional del libre tránsito y la libre expresión. Incluso llegaron a ocupar la máxima tribuna política del país, en una sesión especial en la Cámara de Diputados.
Uno de los objetivos básicos del EZLN fue contra la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. ¿Lo logró? Lo único que posibilitó fue un mayor atraso en las zonas que controla en los Altos de Chiapas. Los indígenas no han superado carencias pero sí portan orgullosos el estandarte del EZLN, una mascarada que no da educación, capacitación, alimento y salud.
Casi 18 años después, el 1 de diciembre de 2012 irrumpen grupos beligerantes, algunos autodenominados anarquistas, que afuera del Palacio Legislativo de San Lázaro, pretenden impedir que Enrique Peña Nieto rinda protesta como Presidente de la República. La Cámara de Diputados es un recinto blindado y se impide el acceso de esos grupos que se enfrentan con la fuerza pública.
La orden fue evitar la represión. Y esa ha sido la constante en los últimos cuatro años. Incluso, cuando un grupo de vándalos fue detenido y encarcelado, desde la Asamblea Legislativa del Distrito Federal se promovió una especie de amnistía con reformas al Código Penal del DF que diluyó los cargos contra esos personajes.
Hoy, Oaxaca y Guerrero, especialmente, además de Chiapas y Michoacán, enfrentan una situación de crisis económica, política y social generada por la insurrección del magisterio disidente que milita en la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, cuya principal demanda como factor y pretexto de sus movilizaciones que se tornaron violentas, fue revocar a la Reforma Educativa.
Sin embargo, ese punto ha sido superado como lo demuestra la negociación sin fin de los dirigentes de la CNTE con funcionarios públicos, encabezados formalmente por el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong.
Y, bueno, las consecuencias del fundamentalismo y cómo ha permeado la tesis de la violencia como método para generar miedo entre la población, es el caso ocurrido vísperas del inicio de clases en el estado de Oaxaca, donde una discusión por la apertura de una escuela en la comunidad de la Luz Tenexcalco, municipio de San Miguel Ahuehuetitlán, en la Mixteca, terminó con un muerto y un lesionado por impactos de arma de fuego. Quien disparó fue identificado como simpatizante de la CNTE.
¿La guerrilla del ERPI y del EPR infiltrada en el movimiento de la disidencia magisterial? Sin duda, refiere Jesús Zambrano Grijalva, presidente saliente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados.
Zambrano sabe lo que dice, es la voz autorizada en estos menesteres. Él fue miembro de la Liga Comunista 23 de Septiembre, guerrillero de los que en la década de los años 70 del siglo pasado se partía la madre en la guerra declara al sistema, al gobierno, que persiguió, mató, encarceló y, en el mejor de los casos, exilió a las cabezas de aquellos guerrilleros urbanos y de la montaña que fueron amnistiados.
Las causas eran diferentes y al final del día lograron su objetivo con la apertura del sistema del partido único. La Reforma Política de 1977 abrió las puertas del Congreso de la Unión a la disidencia y otorgó registro legal a las organizaciones clandestinas que devinieron en partidos políticos.
¿Qué persiguen estos grupos que han utilizado a la CNTE y a sus líderes? Hacerse del control de estados como Oaxaca y convertirlos en estados de autogestión, como las zonas controladas por el EZLN en comunidades indígenas. Y luego escalar hacia el dominio en más estados, comenta Zambrano.
No hay que perder de vista este activismo a la sorda y manipula bloqueos, enfrentamientos y adoctrinamiento. Ahí está la interguerrilla, conviene en una plática vísperas de dejar un espacio de poder que, hace cuarenta años, no imaginó.
“Hay grupos que siguen actuando a la sorda, pero que ahí están y están entrando a una suerte de coordinación inter guerrilla que, si se vincula con movimientos sociales, puede generar una situación que complique el escenario y una variable más, por el impacto social y político, vienen algunos ecos de expresiones radicales. Hay quienes están pendientes de lo que pueda venir en el escenario nacional”, advirtió Zambrano.
¿Por qué no reprimen si hay causas de flagrancia?, le pregunto a Zambrano. “Porque tienen temor de pasar a la historia como represores”, responde. ¿Temor o connivencia? ¿A quién o quiénes conviene esta situación de crisis? Dos tiempos, dos guerrillas. Los motivos del lobo. Digo.
@msanchezlimon
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