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Resultado mediocre de la delegación mexicana en Río 2016

Con dirigentes deportivos infames, sólo fracasos seguiremos cosechando

Por Luis Repper Jaramillo*

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Luis-Repper JaramilloUn total, vergonzoso y rotundo fracaso –con sus honrosas excepciones de 2 solitarios atletas que obtuvieron medallas de plata y bronce, por su esfuerzo personal- tuvo la representación mexicana en los Juegos Olímpicos Río 2016, celebrados en Brasil… ¡que  hubiera sido mejor no asistir- por el ridículo que se hizo.

Con dignidad, coraje, honestidad, “tamaños”, esfuerzo propio y el aliento de sus familiares, la mexiquense Guadalupe González, cruzó la meta de la Caminata en segundo lugar, después de una china, y dio por primera vez en la historia de esta especialidad –en damas- una presea de plata, que la separó del oro sólo 2 segundos.

Por su parte, el chihuahuense Misael Rodríguez, alcanzó la gloria del pódium olímpico al obtener medalla de bronce (perdiendo ganó, porque así lo establecen las reglas de la competencia. Los atletas que en box quedan en 3º y 4º sitio, obtienen ambos, el codiciado metal). Como en el caso de Lupita González, la tenacidad, capacidad y esfuerzo personal de Misael, le permitió, no sólo competir, sino ganar trofeo, pues para llegar a Río de Janeiro, el boxeador tuvo que “botear”, sí, pedir limosna en su natal Chihuahua, para reunir dinero suficiente y realizar el periplo olímpico, que coronó con la medalla de bronce.

Salvo estas dos ejemplares historias, lo demás fue para olvidar, para esconder la cara de la vergüenza que ridiculizó al país en esos quince días que duró la cita olímpica de Brasil.

El fracaso es de origen, producto de la corrupción, la omisión, la falta de cataplines (de la autoridad federal), de los intereses económicos de las Federaciones deportivas, del “poder dentro de otro poder (Federal) y del amiguismo oficial, entre otros factores, que trajo como resultado la ignominiosa presencia de competidores mexicanos, echados a su suerte por los organismos deportivos nacionales.

Y digo que el mal es de origen, porque la dictadura de Mario Vázquez Raña, al frente del Comité Olímpico Mexicano, por más de 40 años, engendró corrupción (de las federaciones deportivas), estancamiento, compromisos familiares, y nula atención, protección, patrocinio a los atletas nacionales, que sólo por esfuerzo personal obtiene victorias y preseas.

La mano de Vázquez Raña, fallecido en 2015, sigue dictando órdenes en las Federaciones (negocios familiares) deportivas, que reciben presupuesto de nuestros impuestos, y lo utilizan para fines personales de sus dirigentes y una migaja para la actividad de los atletas.

Y todo esto lo sabe el gobierno de la república, que cómplice, omiso, indiferente e incapaz deja hacer, deja pasar, la podredumbre en las oficinas y sectores de nuestro deporte, porque las derrotas, fracasos, inoperancias de muchos deportistas nacionales en justas mundiales siguen dándose (ejemplo claro Río 2016), que con una delegación de 126 atletas, para 24 deportes y tres disciplinas, sólo obtuvieron 2 medallas (plata y bronce).

Todo es resultado, también, de la improvisación, del amiguismo, de los “compromisos políticos”, del “cuatachismo” y “paisanismo”, al colocar en los puestos públicos a tipos que no cubren el perfil profesional para el cargo, como el caso de Alfredo Castillo Cervantes, actual “Director” de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte (CONADE), responsable directo –por omisión, incapacidad y desconocimiento-  de la mediocre participación mexicana en Río 2016. Y digo participación, porque no fue competición en el sentido estricto de la palabra.

Qué dirá Enrique Peña Nieto, del fracaso de su amigo y paisano Castillo Cervantes, en la estrepitosa y vergonzante presencia mexicana en Río… ¡nada, porque es su cuate!

Pero los mexicanos sí tenemos mucho que criticar, que exigir, que señalar en contra de este improvisado “directivo deportivo”, que en su hoja de vida, no existe indicio,  señal, un perfil que lo avale con experiencia deportiva. Usted mismo juzgue, si Alfredo tenía cualidades, capacidad, habilidad -al menos conocimiento- de lo que es deporte de calidad internacional.

Le dejo los últimos cargos y resultados de su gestión: en 2012 (inicio del sexenio de EPN),  fue nombrado Subprocurador de la Procuraduría General de la República (PGR), gestión gris.

En mayo de 2013, le regalaron la titularidad de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) es sustitución de su “paisano” Humberto Benítez Treviño, luego del escándalo que generó su hija Andrea (Lady Profeco) al utilizara la influencia del  padre para clausurar un restaurante. Gestión, de Castillo, indiferente

En enero de 2014, a Castillo Cervantes lo convirtieron en Comisionado Especial para Michoacán, en donde debió  conseguir la paz en la entidad por los conflictos entre grupos delictivos y contener al movimiento de autodefensas. Nada pasó, siguieron los enfrentamientos, asesinatos, el control de algunas zonas por grupos civiles armados. Un total fracaso en la “misión encomendada”.

El “dirigente” de la CONADE, también fue Procurador General de Justicia del Estado de México, en parte de la gestión de su amigo Enrique Peña Nieto, cargo que le quedó muuuy grande y que no supo resolver asuntos que se hicieron virales en las redes sociales y de escándalo en la prensa nacional e internacional.

Tal fue el caso del asesinato de la niña Paulette Gebara Farah, en Toluca, en donde la muerte de la pequeña detonó en crisis política y de credibilidad, del entonces Gobernador mexiquense, Enrique Peña Nieto, pues el deceso de la infante exhibió la incapacidad del gobierno y de dos procuradores de justicia Alberto Bazbaz Sacal y Alfredo Castillo Cervantes. Otro fracaso de Castillo.

Como pudieron leer, en los 4 ejemplos de la curricula del susodicho, no aparece un dejo de conocimientos o gestión deportiva, entonces, ¿por qué regalarle una posición que le permitiría viajar –con cargo al erario público- comprar o recibir –por favores otorgados- trajes, ropa, atuendo deportivo, no sólo para él, sino para su novia, de marca Hugo Boss.

Este vestuario lo utilizó su compañera sentimental en el desfile inaugural de los Juegos Olímpicos, ¡sin ser parte de la comitiva mexicana!, pero Alfredo le consiguió gafete, uniforme, sitio en el contingente, mientras muchos deportistas, usaron uniforme parchado, luido, o desgastado.

Para justificar –sólo el uso del traje Hugo Boss que usó su pareja- Castillo Cervantes señaló -por supuesto nadie le creyó- “los 270 uniformes de gala que se mandaron a hacer con Hugo Boss, esta marca nos dio de cortesía ocho vestidos y ocho trajes, uno de esos es el que portó mi novia, por lo que –dijo- no le costó a los mexicanos porque no se pagó con recursos públicos”. ¡Woooow!

Sin embargo, el dadivoso dirigente deportivo federal omitió o desconoce la Ley. Se la recordamos: la Ley Federal de Responsabilidades de los Servidores Públicos, señala en su artículo 88 que durante el desempeño del cargo o comisión, y un año después, los servidores públicos no podrán solicitar, aceptar o recibir por sí o por otra persona, dinero o cualquier otra donación, servicio, empleo, cargo o comisión.

De acuerdo con la Ley, el valor de los regalos que puede recibir un servidor público es de  diez salarios mínimos vigente en la Ciudad de México en el momento de su recepción, es decir 750 pesos. Los trajes recibidos por él y su noviecita “como regalo” tienen un valor, cada uno, de 15 mil pesos”. ¿Desconocimiento o corrupción?… ¡Que responda Alfredo Castillo!

Tras el anterior panorama, es incuestionable señalar que el mal de los fracasos deportivos mexicanos, ésta ocasión en los Olímpicos de Río 2016, es de origen. No pueden darse cargos públicos por amistad, compromiso, paisanés, afinidad, afecto o cariño, porque la autoridad demuestra ignorancia, desdén, desprecio, desconocimiento de la capacidad, preparación, habilidades y destreza de funcionarios que todas su vida han estado en la disciplina deportiva y que merecen ascensos por capacidad y oposición.

Esto muestra fehacientemente que desde el primer nivel de la administración pública federal se omite  (que es delito federal) y desprecia las leyes, reglamentos y disposiciones constitucionales para designar cargos que cubren el perfil profesional. Aquí, en México, es más importante el “cuatachismo”, el “paisanismo”, la filiación partidista, que la preparación profesional.

Alfredo Castillo tiene una oportunidad para resolver dignamente su situación actual: renunciar al cargo, antes de ser exhibido en el Congreso de la Unión, la crucifixión de su partido, porque el juicio popular ya lo sentenció: culpable por omisión, incapacidad, corrupción, y lo que resulte.

Mi reconocimiento, aplauso y admiración a todos los atletas mexicanos que fueron a Río de Janeiro, con la ilusión, esperanza y convicción de ganar, para sí y enorgullecer a México, una medalla. Derrocharon esfuerzo, disciplina, honradez, tenacidad, amor por su país y su capacidad.

No son culpables de la podredumbre, fetidez, deshonra, corrupción, impunidad e incapacidad, que hay detrás de ellos desde el nivel más alto, político y administrativo de nuestro país, pasando por las federaciones, comités, comisiones e instituciones rectoras del deporte -amateur y profesional- nacional, en donde se incuba y gesta la improvisación, corrupción y desinterés por ser exitosos y triunfadores.

Con directivos, funcionarios y secretarios  mediocres, los mexicanos no podemos ver ganar medallas de oro en competencias mundiales, porque como dije, el mal es de origen.

*Miembro de la Academia Nacional de Periodistas de Radio y Televisión (ANPERT)

 

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