En casi una centuria, grandes figuras han degustado la mejor comida mexicana
Por Gerardo Flores Ledesma
Pasarela de grandes estrellas del cine mundial como Gary Cooper o Marilyn Monroe, hasta nacionales como el legendario Pedro Infante o María Félix, el icónico Restaurante Taurino El Taquito pronto cumplirá 100 años.
Enclavado en la calle Del Carmen y marcado con el número 69, este restaurante también fue círculo de charlas de todos los presidentes priistas de México, desde Álvaro Obregón, el manco de Sonora, hasta Vicente Fox y Felipe Calderón, los únicos panistas que han despachado en Los Pinos entre los años 2000 y 2012.
El Taquito tiene historia, tradición, remembranzas y un abolengo que ningún otro restaurante puede presumir en México. Sus rincones fueron confidentes de las grandes figuras del toreo nacional y extranjero, desde el gran Manolete y Rodolfo Gaona, hasta Julián López «El Juli», sin olvidar a Silverio Pérez, Luis Miguel Dominguín, Alfonso Ramírez “El Calesero”, Curro Rivera o Manuel Capetillo.
Fueron Don Marcos Guillén González y Conchita Rioja la raíz de toda una genealogía dedicada al buen sazón y la elaboración de platillos que, hogaño como antaño, han sido y son deleite de familias que por décadas han saboreado el mole poblano, el caldo tlalpeño, las costillas de cerdo bien doradas y las sopas de nopales y de médula.
Esos platillos también fueron consumidos por John F. Kennedy y su esposa Jacqueline Kennedy o el Príncipe Carlos de Inglaterra.
Al frente de El Taquito ahora están Marcos y Rafael Guillén Hernández, la tercera generación de una dinastía surgida en 1923.
En las mesas de sus antiguos ocho salones, degustaron sus viandas el gran Mario Moreno “Cantinflas” y la espectacular Katy Jurado, a quien Elvis Presley llamaba “La Chula”, y quienes al igual que Dolores del Río incursionaron en Hollywood.
El mismo sabor de los chiles en nogada, la carne asada a la tampiqueña, las enchiladas verdes o quesadillas, que esas grandes figuras consumieron con fervor gastronómico, también emularon grandes compositores de nuestra nación, desde Agustín Lara hasta José Alfredo Jiménez y Cuco Sánchez.
El Taquito fue el sitio donde se mezclaron políticos, académicos, periodistas, escritores, vedettes, cantantes y boxeadores. Todo ello está documentado en la magnífica obra que Rafael Guillén Hernández escribió: “El Taquito, una historia que contar”
El libro, prologado por el extinto periodista Jacobo Zabludovsky, férreo defensor del famoso restaurante, y coordinada editorialmente por el colega Alberto Carbot, muestra gráfica y textualmente la forma en que compartieron la sal y la pimienta personajes de todas las ideologías políticas y expositores de todos los géneros musicales y deportivos.
Sobre sus manteles y cubiertos en mano, departieron Cuauhtémoc Cárdenas, Carlos Hank González, Luis Echeverría, Rubén Olivares, Resortes, Chabelo, Gabriel García Márquez y Paco Malgesto.
También se sentaron en ese sitio los grandes muralistas de México: Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco.
El Taquito no ha perdido su aroma ni su tradición, pero actualmente está rodeado por la marabunta del ambulantaje que corre por las calles y se traga los edificios coloniales de la Calle Del Carmen, a pesar de estar dentro del perímetro que resguarda a la zona del Centro Histórico.
Pero ni siquiera Carlos Slim, quien llevó a buen puerto el programa del Rescate del Centro Histórico, e introdujo a la calle Del Carmen dentro de ese polígono que supuestamente pondría al restaurante a salvo del torbellino de vendedores ambulantes, logró que el legendario lugar superara los estragos de ese fenómeno que estrangula ciudades enteras.
Como sea, El Taquito si es una historia que contar y quien no se haya sentado en sus rincones a deleitar el paladar, no tendrá el sello de imitar a las grandes figuras y leyendas que forjaron el México de trabajo y progreso
Y por si fuera poco, hasta el Papa Juan Pablo II se deleitó con los diversos platillos que los dueños de El Taquito le llevaron hasta la Basílica de Guadalupe, durante su primera visita pastoral a México, en 1979.
Todo el menú fue tan bien acogido por el Papa que bendijo al taco mexicano y ante dos mil comensales cariñosamente lo llamó “El Taquito”.
Es así como el Restaurante Taurino El Taquito recibe con los brazos abiertos a grandes personalidades, a numerosas familias, a enamoradas parejas y a cualquier alma hambrienta con el deseo de disfrutar de un delicioso taco, un rico platillo mexicano o una sopa caliente. Todo a al alcance de cualquier bolsillo.