- Sin duda, Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores priistas y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, es un maestro en esto del “cultivo” y la praxis de los yucatequismos. Quienes lo conocen, sabrán aplicar alguno de esos yucatequismos al senador
- /MOISÉS SÁNCHEZ LIMÓN/
Como buen yucateco y político que desde hace rato se mueve en las ligas mayores y su mano, para bien o para mal, según su talante y cargo del momento, está en todos los moles y arroces, el senador Emilio Gamboa Patrón es diestro en el manejo del “cultivo”. Veamos.
De acuerdo con Miguel Güemez Pineda, antropólogo universitario, coordinador del Centro de Investigaciones Regionales de la Universidad Autónoma de Yucatán, autor del Diccionario del Español Yucateco y autor de la columna Yucatequismos, es decir, toda una autoridad en estos menesteres etimológicos y regionalismos, en una de sus colaboraciones de fecha 10 de junio de 2014, titulada “El cultivo yucateco: de vanidosos, faroles y engreídos”, se refiere a “las personas que sólo ven virtudes en ellos mismos y adoptan actitudes engreídas o prepotentes”.
En este artículo hay elementos suficientes para dedicarlo a ese ilustre político yucateco que, después de más de tres décadas en el ejercicio de la política que algo debe tener de arte porque pocos, incultos al fin, la entienden por más que compren obra plástica o lean las solapas de libros de grandes autores. Bien, Güemez Pineda explica:
“Un término empleado es cultivar, es decir, convencer, embelesar a alguien a base de engaños y de sugestiones provenientes de muchas personas al mismo tiempo.
“Engaño colectivo. Así, por medio del cultivo, alguien se convence de ser la persona más inteligente, más fuerte, más guapa, más chula, más buena. Otros creen ser los más infalibles donjuanes; algún otro se vuelve “candidato” eterno a diputado o presidente.
“Cultivar significa, según una acepción del Diccionario de la Real Academia Española, “desarrollar, ejercitar el talento, el ingenio, la memoria”. Sin embargo, el cultivado en Yucatán es la persona halagada en exceso hasta hacerla sentir con el ego muy alto: “Bruno está muy cultivado”.
“Actualmente la lisonja o “cultivo” puede hacerse no sólo personalmente, sino hasta por las redes sociales: “Prima, cada día estás más preciosa, cuídate”; “Más chula y ¡qué cuerpazo!”; “No lo roba, lo hereda”; “Amigo, eres el mejor ingeniero”; “Definitivamente, eres un gran escritor”; etc. De ser el caso, y por algún motivo especial, se dice entonces que al cultivado “ya se le subió”.
“Cuando la persona recurre a la autoalabanza o al “autocultivo”, en Yucatán se le llama henequén, como supuestamente ocurre con este agave: “Siempre amanezco guapo, pero hoy exageré”. O el halago mutuo: -Prima, ¡qué guapa! Y ella responde -Es de familia, primo.
“Un término empleado en Yucatán a mediados del siglo XX es farol (derivado de faro) y que recién se ha recuperado. Refiere a un sujeto de poco fuste o madera, que “se da su importancia” y gusta de figurar. Creído, que ostenta algo que no tiene o no sabe.
“Existe otro tipo de sujeto presuntuoso, y es el jetón (derivado de jeta, rostro, hocico) y que el Diccionario de la RAE define como “persona de jeta grande”. En Yucatán es una persona petulante, engreída, que padece incontinencia verbal para presumir hasta de lo que no sabe: “Don Zalo es bienjetón”. De donde proviene jetonería, presunción, desfachatez: “Mejor vamos, Jorge ya empezó con sus jetonerías”.
“Similar al jetón, es el echador, fanfarrón, jactancioso, con la característica de que promete lo que no ha de cumplir; que hace alardes de poder, de riqueza y otras cosas que no tiene”. Hasta aquí la lección del maestro Güemez Pineda.
Sin duda, Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores priistas y presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, es un maestro en esto del “cultivo” y la praxis de los yucatequismos. Quienes lo conocen, sabrán aplicar alguno de esos yucatequismos al senador.
Ayer, por ejemplo, en la entrevista que los colegas le hicieron en el Senado, magistralmente escurrió el bulto respecto de dos de sus amigos –¿cómplices?—gobernadores que están en el riesgo de ser requeridos por la justicia una vez concluida su gestión, en cuyo ejercicio practicaron el deporte nacional por excelencia: la corrupción.
–¿Su opinión sobre estos reclamos de la oposición, sobre los paquetes de impunidad como le han dado por llamar en Veracruz y Quintana Roo? ¿Cómo ve estos reclamos? –requirieron a Gamboa los colegas.
— Yo digo –atendió en ejercicio del cultivo–que quien tiene que hacer el juicio a cada gobernante es el pueblo veracruzano y de Quintana Roo. La oposición hace su trabajo mencionándolos, pero quien tiene que defenderse es a quien se le menciona.
Aunque luego cantinfleo: “Estoy convencido -lo digo de verdad- que quien hace el juicio final, siempre, de una administración, es el pueblo; quien debe y tiene toda la autoridad para exigir justicia, si hubo alguna anomalía al respecto.
“La oposición está en su papel, desde luego; las autoridades correspondientes tienen que hacer su trabajo, pero insisto, el pueblo es el último que juzga”.
¡Ajá!, el pueblo. Desplante demagógico del que se habrá sentido “henequén”.
Luego le recordaron que la diputada Carolina Monroy del Mazo, presidenta interina del PRI, dijo que lo hecho por el gobernador de Veracruz, Javier Duarte, para nombrar un fiscal que le cubra la espalda a su salida del poder, es legalmente viable, pero no éticamente.
–Creo que lo que es legalmente viable, hay que proceder y actuar (¿?)—sesgó Gamboa–. Me da la impresión de que se han dicho muchísimas cosas en muchos estados, y creo que hay autoridades competentes para que salgan a decir qué es real y qué no es real.
Y, vaya, salió con una perla discursiva:
“Mi impresión es que hemos configurado una serie de leyes en nuestro país, que tenemos que acatarlas, que cumplirlas y que tenemos, siempre, que dar la cara frente a lo que se nos demande”. ¿Se configuran o redactan las leyes? ¿Se configuran o aprueban las leyes?
–¿No siente que los gobernadores priistas están buscando espacios de impunidad con estas acciones?—planteó un colega al senador Gamboa. Mojarra enjabonada de las costas de Progreso, respondió:
“Ellos están haciendo cosas con su congreso, ahí hay un congreso también; el congreso tendrá que manifestarse. Me da la impresión que no es una competencia federal. Es una competencia primero local, y si hubiera una demanda ante la PGR, la PGR tiene -sin duda alguna- que llevar a cabo la investigación correspondiente; pero, ahorita es localmente y lo tiene que llevar el Congreso y las autoridades judiciales”.
Hay más tela que viste a Gamboa, pero con esto basta para dibujar y colorear al senador que es todo un maestro del “cultivo” y el arte de escurrir el bulto. ¡Boshito! Digo.
MIÉRCOLES. De pena ajena las explicaciones de senadores de todos los colores y siglas para disculparse por haber tenido que enmendar un yerro legislativo, la Ley 3 de 3, y dejar a la mitad un procedimiento que debió haber sido cuidadosamente analizado, debatido y consensado para atacar a la corrupción en el sector público. Conste.
@msanchezlimon