- Se viene un reto para la dirigencia nacional panista en el sentido de mantener con los siete Estados un factor real de poder para el 2018, pero también llegar a este año con una institución unida y fuerte y con una definición clara en su línea de mando que se moverá entre una pluralidad muy rica y de gran aportación a la democracia
- /Por Héctor Pérez Estrada/
Frase: Por cada ser humano con hambre en el mundo todos tenemos una parte de culpa, Charles Peguy, Filósofo, Poeta y Socialista converso.
Los votos en el país el 5 de junio pasado le gritan fuerte a la clase política: estamos hartos de sufrir y cargar una cruz cada vez más pesada.
Las elecciones en el país ponen en perspectiva varios asuntos de gran trascendencia: La factibilidad y la alta probabilidad de que el PAN pueda ganar las elecciones presidenciales del 2018.
Pese a que la alianza del PAN con la izquierda no ha funcionado en otros Estados, por lo menos en tres sí funcionaron en esta elección y es un fenómeno inédito en el país, no necesariamente impulsado por la fe en el sistema de partidos sino por una participación política motivada contra el pri.
Se viene un reto para la dirigencia nacional panista en el sentido de mantener con los siete Estados un factor real de poder para el 2018, pero también llegar a este año con una institución unida y fuerte y con una definición clara en su línea de mando que se moverá entre una pluralidad muy rica y de gran aportación a la democracia, pero bien se sabe que una democracia resulta imperfecta e ineficaz sin una ortodoxia a la cual ceñirse.
La pluralidad es un maravilloso desafío al que habrá que arriesgarse de ahora en adelante, pero la diversidad y la pluralidad pueden ser un engendro de relativismo y de un encuentro maniqueo de posturas ideológicas, si de un principio no se establece un timón de mando.
La interpretación del fenómeno del 5 de junio va en el sentido de que el PAN está de regreso, de ninguna manera se interpreta que la pluralidad dirigirá al país o al Estado de Chihuahua o a los otros Estados. La diversidad y la pluralidad empujaron el fenómeno pero el sistema de partidos le ofrece la oportunidad al PAN porque serán Gobernadores panistas y la mayoría de alcaldes panistas los que estarán al frente de esta transición. Pluralidad sí Ortodoxia sí.
En el Estado de Chihuahua el cambio ha sido impulsado por la alianza ciudadana que necesariamente debe ser consultada en la nueva transición, pero el timón lo lleva el PAN porque el gobernador es panista.
Un hilo conductor de gran influencia mística inspira esta transición en Chihuahua: el 86 y el 92. El 92 pese a ser una experiencia exitosa desde el punto de vista administrativo no lo fue desde el punto de vista político porque no dio lugar a la continuidad panista.
En el 2016 se ve venir un gobierno de corte social que pronunciará sus acciones con los más desfavorecidos. Esa maravillosa obra, a diferencia del 92, debe ser bien comunicada en las redes sociales y en la visión de una estrategia que desmonte del escenario de la comunicación a los bufones de la corte del periodismo a los entreguistas, que son culpables también de no haber atajado con fina crítica los excesos del Gobernador, y prefirieron la dádiva y el chayote y los arreglijos convenencieros.
Bienvenida pues la pluralidad y que la misma se vea representada en la función pública pero no cometamos el error de iniciar la experiencia de una transición con actores en un gabinete que aún no conocemos. Arriesgarse sería temerario, no obstante sí sería muy inteligente que fueran coadyuvantes notables en la acción práctica del bien común en favor de los más desposeídos.
He sostenido como analista político que por lo menos tres funciones deben ser dirigidas por panistas desde el gabinete: Las secretarías de Gobernación, la de Educación, la Fiscalía y la Judicatura, Derechos Humanos, y Desarrollo Social. Con esta calle bien pavimentada no habrá riesgo de desestabilización.
Nadie debe casarse con alguien a quien está apenas conociendo.
