- Con una mezcla de olores entre farmacia y hospital el panorama resulta inapetente, un hombre alto y recio, con mirada autócrata, viste una bata blanca que va a juego con su piel, con cabello negro y encrespado, es el doctor Jaime Cárdenas, perito del Instituto de Ciencias Forenses
/Por Brenda Alvares e Ileana Portilla/
México (Infórmate).- El león no es como lo pintan. Quién duda que la morgue sea un sótano frío y lúgubre seguramente no vio más que la película «regresiones». La práctica forense no solo es abrir y ver que comió una persona para saber de qué murió; es una arte, un procedimiento que a unos sorprendería pero a otros no, no es lo mismo leer que… ver.
En la sala de Tanatos…
Con una mezcla de olores entre farmacia y hospital el panorama resulta inapetente, un hombre alto y recio, con mirada autócrata, viste una bata blanca que va a juego con su piel, con cabello negro y encrespado, es el doctor Jaime Cárdenas, perito del Instituto de Ciencias Forenses, quien lleva trabajando seis años en esta institución; mientras cruza la pierna y come frituras, comenta que en este organismo trabajan alrededor de 150 personas, y un promedio de 50 doctores con especialidad en medicina forense.
Altivo, contesta que es la procuraduría y las funerarias particulares quienes traen los cuerpos y se examinan alrededor de 250 a la semana, entre 15 y 35 años de edad en promedio, la mayoría, para infortunio de los descendientes de Adán, son hombres.
Sin dejar las golosinas a un lado, Cárdenas explica que los cuerpos son clasificados de acuerdo al tipo de causa de muerte que se tiene: violentas, sospechosas o súbitas. Y afirma que llegan más cuerpos por accidentes automovilísticos.
Al terminar su aperitivo y descubrir una expresión lacónica en su rostro que revela indiscutiblemente falta de disponibilidad para la entrevista, es menester de las reporteras abandonar este recinto, y no provocar la ira del Dios de la Muerte. Sin más que decir inician la partida dejando atrás la sala fría y turbia que envuelve las gavetas que alguna vez albergaron y, aún hoy hospedan a más de un cuerpo inerte.
Se abren las puertas al Hades, el paseo por el Carente…
Crac…crac, abrir el cráneo, un corte por aquí y una incisión por allá. Es el primer paso al realizar una necropsia; después examinar su interior y exterior para ver qué lesiones presenta; en segundo lugar, se revisa el cuello, donde también se buscan alteraciones de sus componentes orgánicos, después se exploran los órganos intratoráxicos para ver si presenta daños, y por último se inspecciona el abdomen.
También se toman muestras de sangre y orina porque son los dos fluidos biológicos en los cuales se va a encontrar alcohol o cualquier sustancia tóxica que pudo ser la causa de la muerte.
Si se encuentra alguna otra sustancia tóxica que el fallecido pudo haber ingerido durante largo tiempo, se toman muestras del encéfalo, de los pulmones, del corazón, del hígado y de los ríñones, porque son los órganos donde se metaboliza cualquier veneno o tóxico que pudiera ingerir esa persona. Como tolohache, por ejemplo, porque en una de esas se la pasó a la enamorada y agregó más de aquellos que de lo otro.
Para examinar el cadáver hay que colocarlo en posición de cubito dorsal (boca arriba) para inspeccionar la parte anterior del mismo y para observar la parte posterior es necesario darle vuelta completamente. Hay que describir todos los hallazgos, ya que algunos cadáveres llegan con vendajes, apositos y la gran mayoría con ropa, hay que retirarlas para ver que cubren éstos.
Posteriormente se procede a efectuar la somatometría del cadáver, la cual consiste en medir la estatura (talla) iniciando desde el vértice de la cabeza hasta el plano de sustentación. El perímetro toráxico se mide a nivel de las tetillas en el hombre y de las glándulas mamarias en la mujer. Para el perímetro abdominal se toman como referencia la cicatriz umbilical. La exploración del área genital permite encontrar signos de violación.
Cuando el cadáver es de un desconocido es necesario tomar fotografías de todas las señas particulares como tatuajes, cicatrices, color y características del pelo, color de ojos, signos odontológicos, amputaciones etc.
El viaje al interior…
Este estudio se lleva a cabo de forma metódica y minuciosa y el orden que se sugiere es cráneo, cuello, tórax, abdomen y miembros.
En el cráneo se practica una incisión en el cuero cabelludo que va desde la región mastoidea (cara lateral del hueso temporal) izquierda hasta la derecha y la profundidad del corte será hasta el hueso, para poder llevar el colgajo anterior hasta unos tres centímetros del borde supraorbitario y el posterior hasta la región de la protuberancia occipital.
Hecho lo anterior se cierra la bóveda craneana en forma circular sin lesionar la duramadre (una de las tres membranas que rodean el encéfalo), iniciando por la región frontal a unos tres o cuatro centímetros por arriba de los rebordes supraorbitarios.
La parte posterior se corta hacia arriba de la línea horizontal, para que al terminar de cortar el cráneo quede un ángulo obtuso hacia arriba y esto facilite las maniobras de extracción del encéfalo. Aquí se describen las fracturas de la bóveda craneana si existen.
Posteriormente se seccionan lo más bajo posible las arterias vertebrales y por último la porción superior de la médula cervical, inmediatamente por abajo del bulbo.
El descenso de Eurídice…
Pero esto no para ahí, se sigue con el tórax y el abdomen, en las dos cavidades su abertura se lleva a cabo con un corte que inicia en la parte media de la mandíbula, continua por la línea media esternal y termina en el pubis, pasando a la izquierda de la cicatriz umbilical y teniendo cuidado en el abdomen de no penetrar la cavidad peritoneal.
Al mismo tiempo se efectuará un corte en «Y» pasando por debajo de las mamas y otra de hueco axilar al contralateral formando dos colgajos, uno superior y otro inferior.
En el tórax se aborda cortando los cartílagos costales inmediatamente por dentro de la unión condrocostal. Se separan las inserciones esternoclaviculares y se procede a separar el peto esternocostal (ligamento que une al esternón con la membrana esternal) de abajo hacia arriba, cortando sobre su cara posterior. A continuación se cortan las arterias, venas axilares y la mamaria interna entre el esternón y el mediastino superior.
La ley ante todo
El Estado de México no se queda atrás en cuanto a ejercer este servicio y en Tlalnepantla el SEMEFO cuenta con un médico legista que se encarga de certificar a los vivos y hacer la necropsia a los muertos.
En esta instancia el personal recoge los cuerpos y los lleva a su respectivo anfiteatro para posteriormente realizar la necropsia. Cuando se recoge un cuerpo en la vía pública y hay familiares presentes el MP pide que lo revisen y se lleven sus pertenencias. Si no hay parientes en el anfiteatro se recogen las posesiones y se entregan al MP, quien las conserva hasta que llegue un familiar.
Cuando una persona fallece en la vía pública, en su casa o en cualquier otro lugar, y la causa de la muerte es violenta o de origen desconocido se debe notificar al MP, entonces éste inicia una averiguación por homicidio.
El MP conjunta todo un equipo de trabajo, él mismo como representante de la ley y exhorta a un médico legista que va ser quien determine si la persona en cuestión realmente está muerta. También solicita a un perito en criminalística para iniciar la averiguación por homicidio.
En el SEMEFO de Tlalnepantla lo primero que hacen con un cuerpo es tomar una ficha de identificación (todos los cuerpos trasladados a cualquier Forense cuentan con un expediente de identificación que contiene la ficha antropométrica, la odontológica y la dactilar); luego se describen las lesiones que presenta.
Para determinar la causa de la muerte se necesita una orden del MP para poder abrir el cadáver y realizar la necropsia. Después, en función de las lesiones que muestra el cuerpo en el exterior, se examina qué provocaron por dentro, cuál es la causa de la muerte y se hace un dictamen consignado al MP.
Si la causa de la muerte fue violenta el MP ordena a la Policía Judicial investigar el caso y pide al perito las características del lugar de los hechos. Una vez obtenidos estos elementos, el MP integra su averiguación y teniendo las bases para determinar si fue un homicidio decide si continua con la investigación.
En un escenario opuesto al citado a principios de página, en un ambiente escolar, el Dr. Alberto Navarro Calvillo, médico legista del SEMEFO Tlalnepantla, que sin bata ni presunciones expone que se habla de muertes violentas cuando cualquier mecanismo externo produce la muerte de una persona.
Comenta, sin comer frituras, que la mayor causa de muerte es de personas que mueren en la vía pública a consecuencia de atropello. Además hay más presencia masculina dado que de diez cuerpos que se revisan ocho son varones y dos mujeres.
La violencia intrafamiliar raras veces conduce a la muerte, pero cuando se da, normalmente las víctimas, para desgracias de las descendientes de Eva, son mujeres.
En el SEMEFO, los cuerpos no permanecen por mucho tiempo. Las dos semanas que se mantienen ahí están en refrigeración a una temperatura de O a 2°C y eso es suficiente para congelar el cuerpo y retardar su putrefacción.
Los cadáveres que no se reclaman se mandan a la fosa común. Al hacer una necropsia se sacan todos los órganos y se altera la constitución anatómica y posteriormente resultan inservibles para el estudio en una escuela de medicina. Los cuerpos de personas desconocidas que mueren en hospitales a causa de una enfermedad, o bien, de las personas cuyos familiares no cuentan con recursos para sepultarlos, se donan a las facultades de Medicina.
Comúnmente los médicos llegan a tener problemas porque los familiares no desean que se practique la necropsia puesto que muchas familias proceden de una sociedad católica en donde se cree que el cuerpo pertenece a Dios y no hay por qué manipularlo.
«La gran mayoría de la gente no quiere que se lleve a cabo la necropsia, pero si la muerte de esa persona es el resultado de la violencia y esto parte de un delito, es necesario hacerla», explica el Dr. Navarro. En el 90% de los casos los familiares no quieren que se practique la necropsia.
Para el Dr. Navarro desarrollar este trabajo es algo que alguien tiene que hacer y desde el lado más humano comenta: «Si alguien es científico no puede tomar en cuenta los problemas de tipo teológico. Claro, es imposible que nosotros no tengamos sentimientos, pero a veces decimos que no sentimos porque no nos pasa directamente, pero en el momento en que nos toca a nosotros sufrir la pérdida de un familiar pues se siente igual».
«Lo que hacemos nosotros es tomarlo con filosofía, esto es algo que tengo que hacer. La gente podrá decir que es algo feo, pero nada más es buscar el lado amable y el lado científico. Muchas personas creen que estamos locos por trabajar con muertos, con pedazos o despedazados, pero no lo estamos».
El Dr. Navarro concluye que uno debe cambiar la manera de pensar, porque si no, no se puede hacer nada. «Es como un médico al que le da miedo la sangre y se desmaya, entonces qué tipo de médico será. Si nosotros nos vamos a dedicar a la medicina legal tenemos que tener una mente abierta, si no, no vamos a poder».
Pero ¿qué es el SEMEFO?
El Servicio Médico Forense (SEMEFO) ubicado en Dr. Lavista, Col. Niños Héroes, es un organismo que auxilia a instituciones judiciales y proporciona apoyo pericial, depende administrativamente del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal.
Su objetivo principal es apoyar a la autoridad, no sólo en casos de muerte, sino también en situaciones de tipo médico con implicaciones legales.
Además, está dedicado a fundamentar e implementar las acciones que permitan a esta Institución realizar sus actividades y prestar sus servicios de una manera óptima, así como detectar las necesidades del servicio y determinar sus posibles soluciones.
Al Servicio Médico Forense llegan aquellos que murieron de manera violenta o súbita, o bien, por causas desconocidas; y se aplican conocimientos médicos a problemas judiciales para certificar y dictaminar ante el Ministerio Público.
Cuenta con especialistas en medicina forense, psiquiatría, psicología, odontología, antropología, dactiloscópica, química y patología, los cuales conforman las Unidades Departamentales de Medicina, Identificación, Química y Patología; además participa activamente en cuestiones académicas, acuden a sus instalaciones alumnos principalmente de medicina, tanto a nivel pregrado como de postgrado.
Una de las principales actividades es la práctica de estudios de necropsia, éstos se llevan a cabo indispensablemente con la solicitud de la autoridad judicial y su objetivo principal es establecer la causa de muerte. Además se realizan actividades médicas relacionadas con la identificación de personas, certificación de lesiones, sanidad y consecuencias de las mismas, así como valoraciones psiquiátricas y psicológicas, todas éstas por orden de la autoridad judicial.
El SEMEFO se divide en Jefaturas de Unidades Departamentales de Química, Patología, Identificación, Odontología, Antropología, Dactiloscópica, de Archivo, Relaciones Públicas, Fotografía, Estadística, Balística, Peritos Médicos Forenses, Ayudantes de Anfiteatro, Peritos Médicos Forenses en Reclusorios, Peritos Psiquiatras y Psicólogos en Juzgados.
Sus instalaciones se integran por un anfiteatro, planchas para necropsia y gavetas con refrigeración. En la parte superior del edificio se ubican los laboratorios, los salones de clases y oficinas.
Aunque resulte simple y llana la descripción de este lugar, muchos hemos tenido amigos, familiares, compañeros, etc., que ya no están aquí por infinidad de razones. Sin embargo, algunos cruzaron el umbral de este espacio y fueron tocados por manos ajenas a sus emociones y sin poder reclamar.
Sin saber el día, lugar y hora cualquiera puede pasar por este episodio que más de uno quisiera evitar. La muerte, dice Octavio Paz, es, en un mundo de hechos, un hecho más. Es el fin inevitable de un proceso. Pero no siempre de manera natural.