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Moreno Valle, la misma piedra

  • El caso es que, impulsado por el poder de la maestra y con sociedad y alianza con intereses poblanos conservadores y de la ultraderecha, Moreno Valle Rosas arrebató al PAN la candidatura al gobierno de Puebla, cuando oteó que en el bando del PRI, el entonces gobernador Mario Marín, difícilmente lograría que su delfín, Javier López Zavala, ganara la elección

/Moisés Sánchez Limón/

Moisés Sánchez Limón
Moisés Sánchez Limón

Cuando Rafael Moreno Valle Rosas decidió ir de la mano de la maestra Elba Esther Gordillo en el éxodo del PRI hacia derroteros del poder compartido, su futuro lo ancló en lo inmediato al de la lideresa del SNTE, que ascendería a espacios de sociedad presidencial con el sempiterno enemigo del priismo: el panismo, éste PAN que se había hecho de la Presidencia de la República sin imaginarlo en el año 2000.

El caso es que, impulsado por el poder de la maestra y con sociedad y alianza con intereses poblanos conservadores y de la ultraderecha, Moreno Valle Rosas arrebató al PAN la candidatura al gobierno de Puebla, cuando oteó que en el bando del PRI, el entonces gobernador Mario Marín, difícilmente lograría que su delfín, Javier López Zavala, ganara la elección.

El desprestigio que arrastraba Mario Marín y el insultante enriquecimiento de su círculo cercano, empresarios que del priismo hicieron verdaderas fortunas, operaron a favor de Moreno Valle Rosas, aunque no de manera suficiente para que ganara la gubernatura. Su operador y jefe de campaña, Antonio Gali Fayad, supo cómo acercar los recursos necesarios para enfrentar a la derrama económico-electoral del Revolucionario Institucional.

Moreno Valle Rosas montó, entonces, su campaña en la oferta de combatir a la corrupción y llevar a prisión a quienes, acusó, había saqueado a Puebla. Y ganó y operó contra sus principales opositores, mas no llevó a prisión a ninguno de ellos, pero emprendió una campaña de terror mediante auditorías a empresarios e incluso dueños de medios de comunicación estatales, amén del desconocimiento de acuerdos legales hechos entre el gobierno de Marín y beneficiarios del sistema.

El gobernador que llegó como candidato del PAN pero apoyado por el Partido Nueva Alianza e incluso el PRD y Convergencia (hoy Movimiento Ciudadano) amén del Partido del Trabajo, se rodeó de incondicionales y operadores políticos afines y leales, disciplinados y diríase que hasta serviles como el actual candidato albiazul al gobierno poblano, Antonio Gali, quien fue miembro del gabinete en los primeros tres años para luego asumir la presidencia municipal de la capital del estado, en pago a sus servicios y como estrategia para ascender a las ligas mayores y servir de financiador y apoyador expreso de los sueños presidenciales de Rafael.

Cuando Enrique Peña Nieto asume la Presidencia de la República, Moreno Valle mueve sus hilos, relaciones e influencias para aparecer como cercanísimo al mandatario, tanto que no ha perdido oportunidad para aparecer con él en actos públicos.

Luego prohijó todas las versiones que lo dan como seguro candidato del PAN a la Presidencia de la República en 2018. Aún más, en su primer círculo tiene ahora a Diódoro Carrasco Altamirano, ex gobernador de Oaxaca y ex secretario de Gobernación, un operador de lujo que, junto con el ex vocero de Felipe Calderón, Maximiliano Cortázar, ha desplegado la tarea de apisonar el camino de Moreno Valle Rosas a la Presidencia. Pero…

Resulta que Rafael volvió a tropezar con la misma piedra tricolor que, hoy, está en posibilidades de desbarrancar sus sueños presidenciales mediante una demanda ante el Instituto Nacional Electoral para anular la elección de gobernador en Puebla.

El lunes último, en conferencia de prensa la secretaria General del CEN del PRI, Carolina Monroy del Mazo; el vocero y representante del PRI ante el INE, diputado Jorge Carlos Ramírez Marín; y el secretario de Operación Política del CEN del PRl, Manuel Añorve Baños denunciaron y fundamentaron las tropelías cometidas por órdenes de Moreno Valle, suficientes para demandar la anulación de los comicios del próximo domingo en territorio poblano.

Exigen a Moreno Valle sacar las manos del proceso; acusan una bien orquestada elección de Estado salpicada de amenazas a la candidata priista, Blanca Alcalá, al electorado en puntos clave de la entidad, funcionarios públicos e incluso presidentes municipales para votar a favor de Tony Gali Fayad.

Por supuesto, ésta es solamente parte de la mecánica seguida por Rafael Moreno Valle Rosas para hacerse del poder y convertir al estado de Puebla en su feudo familiar. Obras de relumbrón, corrupción en el sistema judicial, prohijada por él que igual se apoderó del Congreso del estado, cuyos integrantes han aprobado todas las iniciativas de ley que han recibido del Ejecutivo estatal y, bueno, en cualquier oficina del gobierno poblano la palabra del gobernador es ley.

Y de ahí en adelante. Rafael deberá entregar el poder en febrero de 2017. Y seguramente lo hará a Tony Gali, porque la aplanadora maquiavélica del nieto del general tiene como objetivo concretar este cacicazgo y de ahí continuar la carrera rumbo a Los Pinos.

En algún momento, el desprestigiado Javier López Zavala, cuando diputado en la LXII Legislatura federal, dijo que él detendría la carrera de Rafael Moreno Valle Rosas, seguramente pensó que contaría nuevamente con la complacencia del alto mando priista para ir por la revancha. Pero no fue y, como se prevé, Blanca Alcalá difícilmente ganará la gubernatura; tiene seguidores mas la maquinaria electoral no está de su lado.

Pero, el PRI tiene la posibilidad de frenar los sueños de poder presidencial de Moreno Valle Rosas, si, como la expusieron en esa larga y documentada conferencia de prensa ofrecida por Carolina Monroy, Jorge Carlos Ramírez Marín y Manuel Añorve Baños, están en la ruta de invalidar la elección del próximo domingo. Moreno Valle Rosas volvió a tropezar con la misma piedra y sabe, y sabe bien, que el PRI no lo dejará salirse con la suya. Conste.

MIÉRCOLES. ¿Quién defiende a Rosa Pérez Pérez? Obligada por esa absurda práctica misógina contenida en los usos y costumbres de algunas regiones del país, disfrazada con acusaciones de incumplimiento de promesas de campaña, Rosa pidió licencia al cargo de presidenta municipal de Chenalhó, Chiapas. Desde abril último la presión creció para que dejara su lugar al síndico municipal Miguel Santiz Álvarez. En aras de lograr el objetivo de la dimisión de Rosa Pérez al cargo, sus enemigos secuestraron a los legisladores Eduardo Ramírez Aguilar y Carlos Penagos Vargas, presidente del Congreso estatal y coordinador de la bancada del PVEM, respectivamente. Rosa solicitó licencia para evitar derramamiento de sangre, una decisión que la instala en la justa dimensión de una mujer que busca el bien para sus coterráneos. Y nadie la ha defendido; nadie en el Congreso de la Unión alzó la voz en respaldo de Rosa Pérez. ¿Misóginos omisos? Digo.

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